27 de abril de 2012

El Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento
. Dr. Uwe Hillebrand, Wolfenbüttel/Alemania

La Biblia, la sagrada escritura, se compone de dos partes, el Antiguo Testamento  y el Nuevo testamento . El Antiguo Testamento contiene la historia de la creación, la historia de los judíos, libros de enseñanza, libros proféticos y salmos.

A los creyentes les gusta referirse al libro “Y la Biblia tenía Razón” (Werner Keller), en el cual el autor habría probado que la Biblia dice la verdad. Con esto estaría confirmado, que contiene la palabra de Dios. Pero ellos pasan por alto que es un libro científico, en el cual el autor trató fundamentar el contenido histórico real de la Biblia.  Eventos inexplicables, posteriormente fueron confirmados como sucesos naturales. Respecto  al contenido religioso de la Biblia, lo que más les importa a los creyentes, el autor no pudo decir nada. En un libro más reciente “La Biblia desenterrada” (Israel Finkelstein y Neil Asher), se muestra, que la Biblia, en especial el Antiguo Testamento, en muchos puntos no  puede sustentarse en descubrimientos arqueológicos e históricos asegurados.

Independientemente de las evaluaciones arqueológicas de las correspondientes pasajes bíblicos, la Biblia podría s escribirse justo ahora en la pieza de al lado, las letras aún podrían estar húmedas. Pero aquello que está escrito ahí, ha de ser la palabra de Dios, esto sólo se puede creer. El papel aguanta todo.

Como se puede leer en el Antiguo Testamento, en aquellos tiempos Dios se inmiscuyó considerablemente en la vida de los hombres. Así dijo a Samuel (1Samuel 15, 3) que le haga la guerra a Amelek y que mate a todos los hombres, mujeres, niños y lactantes, e incluso los animales. En oposición a esto, le dio los diez mandamientos a Moisés y en ellos dice “No matarás”. Es muy tranquilizador saber, que también Dios se le olvida algunas cosas. Ya donde Moisés contravino esta ley dada por él. Ya que le ordenó a Moisés (Números 31, 2) aniquilar a los Madianitas. Moisés puso manos a la obra, e hizo asesinar a todos los hombres, mujeres, niños hombres. Las niñas fueron preservadas, se las necesitaba como esclavas sexuales. En esto se puede ver cuán misericordioso era el dios del Antiguo Testamento.

Dios hizo caer fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra e hizo que una mujer se convierta en una estatua de sal (Génesis 19, 26), porque se había dado vuelta a mirar la ciudad en llama, lo que los ángeles le habían prohibido, esto en vista de la falta, un comportamiento absolutamente desmedido y no sólo desde el punto de vista actual. No por parte de ella, sino de Dios. A un personaje así,  es mejor no imaginarse como un dios, ya que nada bueno se puede esperar de él. Por maldecir a los padres; infidelidad matrimonial y trabajar el sábado, considera adecuado la pena de muerte. ¡Un dios del amor está a favor de la pena de muerte! Pero como Moisés no vivió cabe hacerse la pregunta, ,  si todo esto realmente fue así, como nos quieren hacer creer los antiguos cuentos. Entonces Dios en estos puntos estaría rehabilitado.

Además de esto, en el Antiguo Testamento existen muchas partes que  ensalzan la violencia. Dios no se preocupa ni un poco por el, a veces inimaginable  sufrimiento de los humanos. Todo lo contrario, muchas veces fue él el causante de las crueldades. Ya solo por esto, no  se puede tomar en serio al Antiguo Testamento. Un buen dios no haría esto. Y Dios sería bueno sin limitaciones, dice la iglesia. Con esto, esta escritura es totalmente inadecuada como escala de valores, los  allí descritos conceptos morales, para nosotros son hoy inmorales. Por esto y en vista  del a menudo contenido de desprecio al hombre deberíamos prohibir a nuestro hijos la lectura del Antiguo Testamento. Y esto por el mismo motivo por  el cual rechazamos las películas de horror. Pero la iglesia  como  muchas veces no se deja amilanar. En el catecismo  DE 1992, de la iglesia católica romana, vinculante para todos los creyentes, dice:
 “El Antiguo Testamento prepara el Nuevo, mientras que éste da cumplimiento al Antiguo: ambos se iluminan recíprocamente.

En esto, al observador crítico de ambos libros se le presenta la sospecha, que Dios tuvo que aprender a comportarse como un dios, lo que recién lo logró en el Nuevo Testamento,. Ya que a partir de aquí, por precaución sólo deja hablar a su hijo, con una sola excepción (Marcos 1,11). No hay razón, que en este largo tiempo, que ha pasado desde entonces, nunca más se ha comunicado. ¿Eventualmente para no asustarnos, porque antes, al contrario de hoy, no fue un Dios amoroso?

Con el dios descrito en el Antiguo Testamento, durante siglos la iglesia pudo vivir muy bien, porque los creyentes sabían con quién se las tenían que ver. Ye que un dios, como este,  ya no cabe en nuestros tiempos, la iglesia dice hoy, que mucho de las cosas que aparecen en el Antiguo Testamento, está escrito en forma figurativa. El sentido más profundo recién se puede obtener con una correspondiente interpretación. Esto vale entonces, para todo aquello que en su tenor ya no parece ser comunicable. Se puede tomar literalmente un relato cuando ya no sería un problema para la enseñanza eclesial. Al respecto habría que decir, que esto, hace 50 años, ningún pastor predicaría y hace cien años ciertamente no. En el Antiguo Testamento aparecen cosas, que en nuestro actual tiempo ilustrado, no pocas personas nuevamente están creyendo. Acotado al margen, la gran mayoría de los católicos y protestantes no han leído el Antiguo Testamento. Este resultado lo dio una encuesta en los EEUU. Por lo demás en esta encuesta realizada en Norteamérica cual es la opinión de los cristianos blancos referente a los cristianos de color.

Traducido del alemán por A. Gundelach, Abril 2012

5 comentarios:

Alexánder dijo...

Sería un grave error no percibir los aspectos aleccionadores y reconfortantes de la personalidad de Jehová manifiestos en sus tratos con el Israel carnal. Abundan ejemplos excelentes que muestran que Jehová es la clase de Persona que Él mismo le dijo a Moisés que era: “Jehová, Jehová, un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad, que conserva bondad amorosa para miles, que perdona error y transgresión y pecado, pero de ninguna manera dará exención de castigo, que hace venir el castigo por el error de padres sobre hijos y sobre nietos, sobre la tercera generación y sobre la cuarta generación”. (Éx 34:4-7; compárese con Éx 20:5.)
Las facetas sobresalientes de la personalidad de Jehová son el amor y la gran paciencia, aunque equilibradas por la justicia, como muestra la historia de Israel, un pueblo altamente favorecido que en su mayor parte fue de “dura cerviz” y “duro corazón” al tratar con su Creador. (Éx 34:8, 9; Ne 9:16, 17; Jer 7:21-26; Eze 3:7.) Las fuertes denuncias y condenas que Jehová dirigió a Israel en repetidas ocasiones mediante sus profetas solo sirven para recalcar la grandeza de su misericordia y el sorprendente alcance de su gran paciencia. Al término de más de mil quinientos años de tratar con ellos e incluso después de que su propio Hijo murió por instigación de los líderes religiosos de la nación, Jehová siguió favoreciendo a los judíos durante tres años y medio, limitando misericordiosamente la predicación de las buenas nuevas a ese pueblo y extendiéndole de este modo una oportunidad más de que se beneficiara del privilegio de reinar con su Hijo, oportunidad que miles de arrepentidos aprovecharon. (Hch 2:1-5, 14-41; 10:24-28, 34-38;

Alexánder dijo...

Jesucristo fue en todos los aspectos un fiel reflejo de la hermosa personalidad de su Padre, Jehová Dios, en cuyo nombre vino. (Jn 1:18; Mt 21:9; Jn 12:12, 13; compárese con Sl 118:26.) Jesús dijo: “El Hijo no puede hacer ni una sola cosa por su propia iniciativa, sino únicamente lo que ve hacer al Padre. Porque cualesquiera cosas que Aquel hace, estas cosas también las hace el Hijo de igual manera”. (Jn 5:19.) De esto se desprende, por lo tanto, que la bondad y la compasión, la apacibilidad y la ternura, así como el intenso amor a la justicia y el odio a la iniquidad que Jesús demostró (Heb 1:8, 9), son cualidades que había observado en su Padre, Jehová Dios. (Compárese Mt 9:35, 36 con Sl 23:1-6 e Isa 40:10, 11; Mt 11:27-30 con Isa 40:28-31 y 57:15, 16; Lu 15:11-24 con Sl 103:8-14; Lu 19:41-44 con Eze 18:31, 32 y 33:11.)
Todo amador de la justicia que lee las Escrituras inspiradas y que verdaderamente llega a “conocer” con entendimiento el significado completo del nombre de Jehová (Sl 9:9, 10; 91:14; Jer 16:21), no le faltan razones para amar y bendecir ese nombre (Sl 72:18-20; 119:132; Heb 6:10), alabarlo y ensalzarlo (Sl 7:17; Isa 25:1; Heb 13:15), temerlo y santificarlo (Ne 1:11; Mal 2:4-6; 3:16-18; Mt 6:9), confiar en él (Sl 33:21; Pr 18:10) y decir con el salmista: “Ciertamente cantaré a Jehová durante toda mi vida; ciertamente produciré melodía a mi Dios mientras yo sea. Sea placentera mi meditación acerca de él. Yo, por mi parte, me regocijaré en Jehová. Los pecadores serán acabados de sobre la tierra; y en cuanto a los inicuos, ya no serán. Bendice a Jehová, oh alma mía. ¡Alaben a Jah!”. (Sl 104:33-35.)

Alexánder dijo...

Sin embargo, Sodoma persistió en su proceder de desafío a Jehová, y sus habitantes cobraron fama por prácticas tan inmorales como la homosexualidad. “El clamor de queja acerca de Sodoma y Gomorra —declaró Jehová— es ciertamente fuerte, y su pecado es ciertamente muy grave.” Por lo tanto, Dios envió a sus ángeles para destruir Sodoma, después de garantizarle a Abrahán que si fuera posible hallar diez personas justas en el lugar, toda la ciudad sería perdonada. (Gé 18:16, 20-33.)

Alexánder dijo...

Las prácticas degradadas de los no judíos y la desobediencia de los judíos a la ley de Dios no le ocasionaron al Creador ningún perjuicio. Al contrario, su veracidad, santidad y justicia se destacaron aún más, lo que resultó en su gloria. Pero el que las malas acciones del hombre hagan resaltar aún más la justicia de Dios, no da base alguna para afirmar que Dios es injusto al ejecutar juicio adverso contra los malhechores. Como creación de Dios, la persona no tiene ningún derecho de perjudicarse a sí misma por medio del pecado.
Este fue el argumento que Pablo utilizó en su carta a los Romanos cuando dijo: “Si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? Dios no es injusto cuando descarga su ira, ¿verdad? (Estoy hablando como lo hace un hombre.) ¡Jamás suceda eso! ¿Cómo, de otro modo, juzgará Dios al mundo? No obstante, si con motivo de mi mentira [compárese con Sl 62:9] la verdad de Dios se ha hecho más prominente para gloria de él, ¿por qué, también, todavía se me juzga como pecador? ¿Y por qué no decir, así como lo que se nos imputa falsamente y así como declaran algunos que decimos: ‘Hagamos las cosas malas para que vengan las cosas buenas’? El juicio contra tales hombres está en armonía con la justicia”. (Ro 3:5-8.) Dios no ha librado a su pueblo para que siga un proceder de pecado, sino para una vida de justicia, para que le pueda glorificar. Por eso el apóstol Pablo dice más adelante en su carta: “Tampoco sigan presentando sus miembros al pecado como armas de la injusticia, sino preséntense a Dios como aquellos vivos de entre los muertos; también sus miembros a Dios como armas de la justicia”. (Ro 6:12, 13.)

Albrecht Gundelach dijo...

Gracias por tus comentarios Alexander, tratas de demostrar que el dios en el cual crees es Dios misericordioso y benévolo, mediante la Biblia., y con esto caes en un argumento circular.
También veo cierta homofobia de tu parte, y un deseo en tu subconsciente de acabar con los “pecadores”.
Referente a justicia del dios en el cual crees, me hago eco de lo siguiente:
“La justicia divina no tiene nada en común con la justicia humana; entre tanto los teólogos saben perfectamente lo que es la justicia divina. Una de las consecuencias de la justicia teológica es, que Dios carga el castigo a toda la humanidad, por el error que fué cometido por una sola persona. Por justicia ha dejado morir sin culpa a su querido hijo, para satisfacer su propia justicia; por justicia, a todos aquellos a quienes les niega su gracia, los deja quemarse por toda la eternidad; por razones de justicia los sacerdotes queman a todos, que no recibieron la gracia de pensar como ellos. De todo esto se llega a la conclusión, que la justicia divina o teológica no tiene nada que ver con lo que los hombres han llamado justicia” (Paul Thiry d'Holbach (1723-1789)