20 de junio de 2012

El origen de la Biblia


El origen de la Biblia

Época de las copias manuales

Finales del siglo 8 a. C.: Las primeras versiones escritas de relatos y baladas sobre Saúl, David y Salomón (compuesto de material tradicional oral israelí del sur y del norte) como una epopeya nacional para el imperio de Ezequías.

Comienzos de siglo 7 a. C.: Crónica escrita del tiempo de reinado de Salomón como un rey sabio y rico en el estilo asirio imperial, énfasis de su sabio reinado, y su actividad constructiva (incluyendo la construcción del templo) y sus expediciones comerciales.

Finales del siglo 7 a. C.:
Delineación de fuentes escritas antiguas y su ingreso en la obra histórica del Deuteronomio (La historia del asenso de  David y su sucesión al trono, tradiciones salomónicas); la uniforme orientación teológica le sirven a las metas de Josías; inclusión de episodios como el combate entre David y Goliat y otros detalles griegos (Influencias homéricas) de aquellos tiempos como también la condenación de Salomón.


 Siglo 6 - 4 a. C.: Segunda preparación del Deuteronomio durante el exilio con la actualización y explicación del exilio. Profecías (Ageo, Zacarías). David y Salomón como figuras religiosas simbólicas en las crónicas.

Siglo 2 a. C.  – 5 d.C.: Traducción griega de los Libros de los Reyes y de la crónica; versiones ampliadas de los salmos, de Libro de los Proverbios, el Cantar de los Cantares, materias ajenas a  biblia hebrea con connotaciones mesiánicas: Salmos de Salomón, Flavio Josefo; rollos del mar muerto. El Nuevo Testamento ata a Jesús de Nazaret con la tradición de David; escrituras rabínicas y padres de la iglesia amplían el campó de las asociaciones y alegorías religiosas
(Fuente: ”David y Salomón” Finkelstein / Silbermann, arqueólogos descifran un mito dtv, 2009, ISBN 978-3-423-34542-2)

Alrededor de 300 – 130 a.C.: El Antiguo Testamento es traducida al griego en Alejandría (Septuaginta).

Siglo 2 – 1 a. C.: Los manuscritos hebreos más antiguos conservados del Antiguo Testamento (entre otros, descubrimientos de las cuevas de Qumran cerca del Mar Muerto. Las más antiguas traducciones manuscritas de la traducción griega.


Aprox. año 27 – 30: Jesús actúa en Palestina.

50 – 64 d. C.: Redacción  de las cartas del apóstol Pablo.

2da mitad del siglo 1:
Redacción de los cuatro evangelios (aprox. 70 Marcos; 80 – 90 Lucas; y Mateo; alrededor 120 Juan).

Finales del siglo 1: Numerosas copias de los escritos bíblicos en papiro. En vez de los tradicionales rollos, los cristianos prefieren la forma del código (kodex), un antecesor  del actual libro.

Alrededor del año 125: Los fragmentos más antiguos conservados del Nuevo Testamento (papiro P52).

Aprox. 144: Marción arma en Roma, la primera versión resumida del evangelio de Lucas y diez cartas de Pablo. Con esta estrecha selección la da a la iglesia un mayor motivo para examinar los numerosos escritos cristianos y crear una “canon” que limita los escritos reconocidos como vinculantes (El Nuevo Testamento).

Fines del siglo 1: Sabios judíos determinan el alcance exacto  de la Biblia hebrea. Algunos escritos, desde entonces son sólo transmitidos en la traducción griega. (Textos deutero-canónicos/apócrifos).   

Alrededor del año 200: Se discute apasionada y largamente sobre el canon del Nuevo Testamento. Tempranas traducciones del Nuevo testamento al latín (Vetus, Latina o Itala).

367: El obispo Atanasio de Alejandría en su carta 39 festivalera pascual, determina como canónicas los 27 escritos en el Nuevo Testamento, que existen hasta hoy día.


Extracto

Karlheinz Deschner, Nuevamente cantó el Gallo

Una historia critica de la iglesia
(
Karlheinz Deschner)

                                ¿Cómo fueron transmitidos los evangelios?

1.- El ensamblado de los textos evangélicos

 En el siglo 18 se afirmaba tener el original del evangelio de Marcos, a ser en Venecia y también en Praga; y ambos originales en latín, idioma que ninguno de los evangelistas usó. En realidad no se conserva ni un texto neo testamentario, ni un libro bíblico en su versión originaria. Tampoco existen las primeras copias. Sólo existen copias de copias de copias.

 El texto actual del Nuevo Testamento es una mezcla, es decir, fue armado de las distintas tradiciones. Se basa, 1° en manuscritos griegos, 2° antiguas traducciones y 3° citas de los padres de la iglesia relatados de memoria. Justino por ejemplo ofrece más de 300, Tertuliano más de 7000, Origenes casi 18000. Las obras de los padres de la iglesia fueron transmitidas con distintos grados de fiabilidad.

Los manuscritos griegos más antiguos del Nuevo Testamento conservados el Vaticanus y el Sinaíticus, previenen recién de mediados del siglo 4.

El Codex Vaticanus, guardado en la biblioteca del Vaticano, sin embargo no está completo y fue repetidas veces “mejorado”, sus distintas maneras de “lecturas” – se distinguen la acción de tres correctores – recién se hicieron conocidos por el teólogo alemán Constantin von Tischendorf (1874) quién obtuvo logros pioneros  en la investigación de los textos neo testamentarios.

Tischendorf también es el descubridor del Codex Sinaiticus, que el gran erudito viajero encontró en el Monasterio de Santa Catalina en el Sinaí (18443-1859) y que adquirió para el zar Alejandro II. De los manuscritos griegos más antiguos sólo el Sinaiticus, en poder del museo británico desde 1933, está completo e incluso con dos apócrifos descartados por la iglesia, a ser la carta de Barnabás y el Pastor de Hermas. El texto del Sinaiticus, también fue redactado, al igual que el Vaticanus, a mediados del siglo 4 e igualmente en parte de manera totalmente arbitrario.

Mucho más importantes que los manuscritos en pergaminos, son los  bastante más antiguos papiros del siglo 2, de los cuales sólo se conservan  algunos fragmentos. También existen copias latinas, sirias y cópticas basadas en patrones griegos, de los cuales las más antiguas también provienen del siglo 2. Sin embargo aún existe un tramo de casi un siglo entre estos y los originales. Y de todos modos se trata de transcripciones en idiomas más pobres, que sólo  reproducen en forma grosera  los finos matices del griego.
Con los textos griegos es significativo, que lo más importante en el Nuevo Testamento, los dichos de Jesús, como es conocido, no fueron transmitidos en griego, sino en un dialecto sirio al arameo por los seguidores más antiguos de Jesús. Gracias a este, mal y descuidadamente hablado dialecto, cuya reputación no era la mejor – los galileos no podían pronunciar bien los sonidos guturales  - fue reconocido Pedro en la corte de los Sacerdotes (Ver video con el padre nuestro en arameo). Pero como los evangelios, al igual que todos los tratados cristianos prístinos  fueron redactados en griego hasta finales del siglo 2, cuando también se comenzó a escribir en latín, sirio y  cóptico 8en el siglo 3), en lo más importante, en relación a las palabras de Jesús, ya son transmisiones, y a ser  no traspasos de textos sirios equivalentes, sino sólo una tradición oral. Con que facilidad se pudieron haber  originado aquí cambios del tipo estilístico. Pero también la helenización  en especial con las difíciles y complicadas expresiones pueden haber causado alteraciones. Por esto,  La investigación ve estas transmisiones de los dichos de Jesús como un problema que hay que tomarlo con mucha seriedad.

Sólo muy pocas palabras de Jesús, en su forma aramea ingresaron en los textos griegos del Nuevo Testamento, así por ejemplo el  "Talitha kumi", con las cuales Jesús despertó a la hijita de Jairo de la muerte. “Effetha” con la cual habría sanado a un sordo mudo, el “"Eli, Eli, lema sabachthani", con las cuales Jesús, según Mateo y Marcos habría anunciado al abandono de Dios en la cruz. O la palabra “amén”. Ahora el copiado de los evangelios tampoco se realizó sin errores. Durante dos siglos estuvieron expuestos a intervenciones intencionalmente o no, por copistas, y sufrieron, durante su distribución por el uso práctico, para hablar con las palabras del teólogo Feine-Behm: “variados cambios, pero también adiciones y reducciones intencionales”. También redactores y revisores eclesiales, como lo demuestra el teólogo Hirsch, los han “pulido”, “complementado”, “harminizado”, “alisado” y “mejorado”, para que finalmente, como escribe el teólogo Lietzmann “se produjo todo una selva de de interpretaciones contradictorias, adiciones y exclusiones” y como dice el teólogo Knopf “en muchas partes ya no podemos determinar con seguridad ni probablemente el texto original”. Sin embargo esta tendencia ni siquiera es original en el cristianismo. Ya que, de manera similar, los antiguos egipcios mejoraran sus textos sagrados.
   
Como enseña la historia de los textos, la mayoría de ellos fueron enmendados intencionalmente en los periodos antiguos, debido a que, como veremos en seguida,  durante un siglo no fueron considerados como sagrados e intocables. Se borró y se agregó se parafraseó  y se dedicó a la ornamentación  de detalles, más bien se dedicaba a contar en vez de entregar copias correctas. Hasta aprox. el año 200 se procedió con los evangelios de acuerdo a la necesidad y gusto. Sin embargo copistas posteriores han realizado cambios, adicionaron nuevos milagros o acrecentados milagros existentes.


 Para darle un final al desastroso caos, el obispo de Roma Dámaso  encargó, en 383, al dálmata Jerónimo confeccionar un texto unitario de la biblias latinas, de las cuales ni dos concuerdan en párrafos algo más extensos. El secretario del  papa cambio el tenor del escrito, que usó como base, para sus  aproximados 35 000 “rectificaciones” de los cuatro evangelios. Esta traducción de Jerónimo, la Vulgata, universalmente distribuida, rechazada durante siglos por la iglesia, fue declarada como auténtica en el siglo 16 en el concilio de Trento.

Como sin embargo entre los manuscritos latinos antiguos ninguno armoniza totalmente con otro, as{i también entre los manuscrito griegos – en 1933 se conocían 4230, en 1957 ya 4860 manuscritos griegos del Nuevo Testamento – ninguna con exactamente el mismo texto. Una concordancia de todos los códices no se encuentra ni en la mitad de las palabras. Se estima el número de estas variantes, de las diferentes tradiciones, en 250 000. Cambios como la puntuación y letras (lo que ya puede cambiar absolutamente el sentido de una frase), también se consideran aquí, como desviaciones    de frases y párrafos completos. El texto del “Libro de los libros” está distribuido hoy en más de 1100 idiomas y dialectos, es entonces completamente corrompido.


2.- ¿Como se llegó al canon del Nuevo Testamento?

Hasta mediados del siglo 2 la cristiandad no poseía un libro sagrado propio, por lo cual ellos, para hablar con las palabras de Nietzsche, estaban ocupados con la inaudita farsa quitarles subrepticiamente el antiguo testamento a los judíos. Para toda la cristiandad el libro de los judíos, para empezar el texto determinante.  La primera epístola de Clemente, redactada a finales del siglo 1 en Roma y atribuida a un obispo romano, contiene más de cien citas del Antiguos Testamento, pero sólo dos de los evangelios, que por lo demás, sólo fueron mencionados por primera vez aprox. en el año 140, por el obispo Papías, uno de los “padres apostólicos”, pero sólo para establecer que prefería transmisiones orales a las escritas. Y alrededor del año 160 Justino, el mártir se basa casi exclusivamente  en los textos, hasta ahora los más  voluminosos el Antiguo Testamento, con la única intención, para difamar de manera monstruosa a los judíos.

Sólo las palabras de Jesús desde el principio gozaban la misma autoridad, pero no los libros en los cuales entraron posteriormente. Recién en la segunda mitad del siglo 2, cuando la tradición oral adquirió cada vez formas más inverosímiles, ellos fueron igualados l Antiguo Testamento, y finalmente estos fueron preferidos. Recién a partir de entonces se comenzó también preferir los evangelios, que posteriormente fueron canonizados., a los evangelios “apócrifos”, y transformadlos en  el “Evangelio”.

Los escritos neo testamentarios no eran considerados  santos ni inspirados por los cristianos originarios. La iglesia católica en el concilio de Trento (4ª sesión del 8 de Abril de 1546) y en el concilio del Vaticano (3ª sesión del 24 de Abril de 1870) declaro como dogma fundamental la enseñanza de la inspiración de la Biblia, que, como se sabe, incluye la  innerrancia.

Entre todos los tratados neo testamentarios, sólo el Apocalipsis, que apenas logró ingresar a la Biblia,  reivindica para sí haber sido dictado directamente por su autor   Dios. Y demanda autoridad no como canónico, sino según los modelos judíos, como libro profético. Ella quiere ser predicción.  El cumplimiento de sus, que se referían a los tiempos inmediatos, sin embargo aún están pendientes.

Ningún otro autor neo testamentario ha declarado su producción como divino. Tampoco Pablo. Él expresamente diferencia entre lo que indica como proveniente del Señor y lo de su opinión privada y referente a su comprensión sólo es “en parte”. Hasta donde se sabe, Pablo sólo una vez ordenó  la lectura de una de sus cartas en una segunda comunidad. Pero aquí tampoco habla de una distribución a todas las comunidades o en toda la iglesia y o posterioridad.

Al igual que Pablo y los demás redactores de las cartas neo testamentarias, así tampoco ningún evangelista afirma haber sido inspirado por Dios. ¡Al contrario! El prólogo del evangelio de Lucas, en el cual el autor asegura: “después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen “, es la mejor evidencia, que el escritor nunca pensó haber sido inspirado. Lucas también era de la opinión hacer algo extraordinario. Ya que en el primer verso reconoce “que muchos” ya informaron sobre esto, pero él no quedó satisfecho con esto, ya que no  relataban “desde el principio” y “en orden”. Así el evidentemente quiere corregir para que el “excelentísimo Teófilo”, para quien escribe su obra pueda  convencerse de “la verdad de las cosas” de las cuales ha sido instruido. Nota: Donde hay que constatar, que esto no se relaciona con un relato histórico, sino con las transmisión de una leyenda). El evangelista no aparece como un autor inspirado por Dios, sino como un cuidadoso recolector  de historias que están circulando, cuya fuerza de convencimiento quiere aumentar…
También la pérdida de todos los originales delo evangelios evidencia cuan poco eran apreciados estos libros primeramente. Aunque escritos en papiro – recién a partir del siglo 3 se comenzó a emplear pegamento – pudieron haberse conservados sin problemas.

Karlheinz Deschner, "Abermals krähte der Hahn" Una historia critica de la iglesia (1996), 800 pág., ISBN 3-442-72025-7. Extracto pág. 159-166.
                   
        Karlheinz Descxhner. “Der gefälschte Glaube”  (El Credo Falsificado)  
    Un examen crítico de las enseñanzas de la iglesia y sus contextos históricos

                           ¿Cómo fueron transmitidos los evangelios?




Las numerosas copias (del Nuevo Testamento existen unos 4 000) concuerdan en todo lo escencial. (Monseñor Alfons M. Rathgeber).

… Toda una selva de interpretaciones, adiciones y omisiones (El teólogo Hans Lietzmann)

 “Aber das volck drinnen, füret er eraus / und legt sie unter eisern segen und zacken / und eisern keile / und verbrand sie in Zigelöfen«.

“Sacó además a la gente que estaba en ella, y los puso  bajo sierras, con trillos de hierro y hachas de hierro, y además los quemó en los hornos de ladrillos;”  (2ª Samuel 12, 31). Este método del “divino David” recuerda a la segunda guerra mundial y demasiado a  los métodos de Hitler. Por esto, el consejo de las iglesias evangélicas en Alemania con el acuerdo  de la unión de las sociedades bíblicas evangélicas alemanas la autorizada cita de 1956 y 1964, la Biblia impresa en 1971 “Según la traducción alemana de Lutero” dice “Sacó además a la gente que estaba en ella, y los puso a trabajar con sierras, con trillos de hierro y hachas de hierro, y además los hizo trabajar en los hornos de ladrillos;”   

O Lutero habría traducido la parte correspondiente del primer libró de Crónicas 20, 3: “Sacó también al pueblo que estaba en ella / y los escinde don cierras / y con azada y culas de hierro” así suena la parte correspondiente de la Biblia autorizada por el consejo de las iglesias evangelices  en Alemania. “Según la traducción alemana de Martín Lutero”: “Sacó también al pueblo que estaba allí y los puso a trabajos penosos con cierras y azadas y hachas de hierro. O también habla de “cincuenta mil setenta hombres” que Dios mata, porque ha mirado al arca de la alianza, la Biblia de la iglesia evangélica alemana los transforma en “setenta hombres”.  Una falsificación sistemática. En la versión revisada de 1975 de la Biblia de Lutero apenas dos tercios del texto se refieren directamente a Lutero. Prácticamente cada tercera palabra fue modificada, algunas levemente y otras de firma grosera. Las contradicciones de los evangelios muchas veces son enormes contradicción sobre contr4adicciones. (El teólogo Friedrich Heiler)

Se necesitaría un tomo propio, abarcar todas e interpretarlas, se insinuará sólo algunas cosas. Ya que la mayoría de los hombres-dioses provienen de un dios o de una casa real, que remontan su origen a un dios, y que a características tradicionales de la imagen mesiánica judía pertenecía a  la descendencia de David, los posteriores evangelistas, a diferencia de Marcos, que no sabe nada de esto, también hacen descender a Jesús de David, y a ser de dos árboles genealógicos  de José, pero se les olvida que el padre de Jesús fue el Espíritu Santo, por lo tanto Jesús no podía tener ninguna relación con la casa de David. Que María fuese una descendiente de David y que Lucas  está dando su árbol genealógico, como afirma la iglesia católica,  no sólo contradice claramente al texto, sino también el principio, no nombrar el parentesco de la madre; ya que según la jurisprudencia judía, para la descendencia sólo es determínate  la línea masculina.
Ambos árboles genealógicos que evidentemente pasan por José, abundan las contr4adicciones. Ya el padre de José donde Mateo se llama “Jacobo”, donde Lucas “Eli”; como en gener4al amabas genealogías en un milenio, sólo tienen en común dos nombres y Lucas desde Abraham hasta Jesús cuenta 56 generaciones, Mateo sólo 42. Así, incluso se burla el emperador Juliano: “…ni siquiera esta invención la pudieron hacer bien. Ya que en Mateo y Lucas  se encuentran en contradicción en relación a la genealogía”.

 También es evidente que tanto José como María sufrían de una enorme pérdida de memoria. A pesar de que ambos fueron informados sobre la naturaleza divina del niño – por un ángel, de parte de los pastores informados por ángeles, los sabios  del oriente – y a pesar de que María entusiastamente le canta a al “Dios” y “Salvador” en su vientre, ambos posteriormente no entienden, sin considerar todas las revelaciones celestiales, Simeón guido espiritualmente quien alaba al niño Jesús en el templo, ni allí entienden al joven Jesús: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” Al comienzo de la actividad de Jesús, la olvidadiza María con los hermanos de Jesús, para llevárselo a la fuerza, debido a que está: “fuera de sí” – una palabra y un evento, que los evangelistas más jóvenes pasan por alto, para evitar la contradicción con sus historias de su milagroso nacimiento, de los cuales el evangelista más antiguo aun no tiene idea.

 También es evidente que tanto José como María sufrían de una enorme pérdida de memoria. A pesar de que ambos fueron informados sobre la naturaleza divina del niño – por un ángel, de parte de los pastores informados por ángeles, los sabios  del oriente – y a pesar de que María entusiastamente le canta a al “Dios” y “Salvador” en su vientre, ambos posteriormente no entienden, sin considerar todas las revelaciones celestiales, Simeón guido espiritualmente quien alaba al niño Jesús en el templo, ni allí entienden al joven Jesús: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” Al comienzo de la actividad de Jesús, la olvidadiza María con los hermanos de Jesús, para llevárselo a la fuerza, debido a que está: “fuera de sí” – una palabra y un evento, que los evangelistas más jóvenes pasan por alto, para evitar la contradicción con sus historias de su milagroso nacimiento, de los cuales el evangelista más antiguo aun no tiene idea.
Una parecida increíble pérdida de memoria sufre Juan el Bautista. Durante el bautismo de Jesús se abre el cielo y el Espíritu Santo baja volando y una voz anuncia a Jesús como el hijo querido. Pero Juan ocho años después, cuando está en la cárcel, se le había olvidado completamente este impresionante suceso, de manera envía a dos de sus seguidores que pregunten a Jesús “¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?”
Pero en ninguna otra parte y no casuales son las contradicciones tan numerosas, cómo justamente en el más grande de los milagros del cristianismo, que donde la resurrección.

Comencemos con la cadena de incongruencias. Donde marcos, las mujeres compran los ungüentos para el cadáver de Jesús el día después del Sabbat, donde Lucas el día antes. Donde Marcos son tres las mujeres que van hacia la tumba, donde Mateo sólo dos (Posiblemente una desviación proveniente de la historia de la resurrección de Osiris, donde según una versión llegan tres personas a la tumba, como posteriormente, donde Marcos, pero según la otra versión sólo dos mujeres, como posteriormente donde Mateo; y también en la leyenda de la resurrección de Osiris las mujeres, al igual que en la biblia traen bálsamo). Las variaciones de los reportes de la resurrección en los evangelios, entre el día tres y cuatro – ¡después de tres días! – su causa evidentemente se puede encontrar en la resurrección  de Osiris al tercer día, y la de Attis al cuarto día de su muerte. Marcos escribe de las mujeres y su descubrimiento de la tumba vacía: “Y no dijeron nada a nadie”. Donde Mateo las salen corriendo para llevar les la noticia los discípulos, y que donde Lucas también comunican esto a todos los demás.
Un milagro para si es el cuento de la resurrección con los ángeles. Donde Marcos estos están dentro de la tumba, donde Mateo delante de la tumba sobre la piedra removida. Donde Lucas el ángel en un principio no está delante ni dentro de la tumba,  pero en cambio aparecen dos ángeles. De repente están al lado  de las mujeres. También en el cuarto evangelio los ángeles son dos, sin embargo están sentados esperando en la tumba. El resucitado se le aparece primero a María Magdalena en los evangelios de Marcos y Juan; donde Mateo se le aparece primeramente a las dos Marías a la vez;  donde Lucas se muestra primeramente a los dos apóstoles que se dirigen a Emaús.   El lugar de las apariciones, según Marcos y Mateo fue en Galilea, según Lucas en Jerusalén. No es de extrañar  que los teólogos críticos, a los “sucesos de pascua” le dan un “fuerte carácter legendario” cuando determinan: “Contradicción tras contradicción”  o “Entre todos los relatos conservados ninguno concuerda con otro”.  No hay que sorprenderse  cuando Denis Diderot se burla: ¿Será posible que todos los judíos, que se encontraban en Jerusalén, se hayan  convertido al ver el milagro de Jesús? De ningún modo. Nada más lejos que esto, que creer en él, ellos lo crucificaron… Por lo tanto este “milagro”, hay que darle crédito a la incredulidad de los judíos – y no al milagro de la resurrección”. Del lado católico se afirma, descaradamente obligatorio: “Los milagros de Jesús son hechos históricos cuyo carácter sobrenatural  no está en duda. El más grande de los milagros su propia resurrección”. De ella depende, según la creencia cristiana, la resurrección de todas las demás personas. (¿A dónde con ellos? »La cuestión del espacio« tranquiliza el suegro del portavoz de Kolping »no es un problema. Dejémoslo a Dios. Nosotros tendremos espacio suficiente«).

Especialmente craso y numerosa son las diferencias entre el cuarto evangelistas. El evangelista preferido de la iglesia, el supuesto testigo ocular Juan y sus antecesores Marcos, Mateo, Lucas.los sinópticos; llamados así (por primera vez por el teólogo de Jena J. J. Griesbach en el año 1774) debido a sus parciales concordancias , sus visualidades comunes, sinopsis.
Donde los sinópticos, Jesús recluta sus primeros apóstoles después  de la detención del bautista, donde Juan antes. Donde los sinópticos los engancha en Galilea, donde Juan en Judea. Donde los sinópticos los encuentra en el lago Genezareth  durante la pesca, donde Juan como discípulo de Juan  el Bautista. Según Marcos, Jesús aparece en público  después de la detención del Bautista por Herodes; en el evangelio de Juan, Jesús actuó temporalmente junto con Juan el Bautista. La purificación del templo, donde Mateo y Lucas sucedió el primer día  de la entrada de Jesús en Jerusalén, donde Lucas sucede el segundo día, todo caso donde todos los sinópicos al final de su actividad oficial; donde Juan al comienzo. Donde Marcos la unción  de Jesús en Betania es al final de su acción en Jerusalén, donde Juan esto ya sucede antes de entrar Jesús en Jerusalén. Donde Marcos, Jesús esconde su dignidad mesiánica hasta sus últimos días de vida; donde Juan en el primer capítulo aparece Jesús como Mesías  y también exige ser reconocido como tal. Ni siquiera concuerda Juan en la fecha de la crucufixi0n de Jesús con los sinópticos.

Pero suficiente con esto. Aun cuando se podrían mencionar muchos otras graves contradicciones, lo aquí mencionado es más que suficiente para demostrar la considerable poca fiabilidad de estas escrituras, cuya inspiración divina afirma la iglesia (católica) con todo énfasis. Para esto usa la auto certificación  tanto del Antiguo Testamento (entre otros, Jeremías, Daniel, Habacuc) como reivindicación, como también el del Nuevo Testamento (Pedro, Pablo, Juan), al igual que las enseñanzas de los padres de la iglesia, según lo cual las sagradas escrituras fueron dictadas o escritas por Dios. En el concilio de Florencia en el siglo 15, llama a DFios como autor de ambos testamentos. Igualmente, un siglo más tarde el Trdentinum (1545-1563) reconoce aceptar a ambos testamento con la misma veneración, ya que Dios serpia el autor (cum utriusque unus Deus sit auctor). E incluso el primer concilio Vaticano impone (can. 4 de revel) el anatema sobre los negadores de la inspiración de la Biblia. Que un libro, en base a toda su historia, todo su carácter, su origen tradición y la cantidad de sus incongruencias es tan poco creíble como ningún  otro, haya provocado la fe más grande, en sí ya es casi un milagro, quizás el único milagro.
“La inspiración” asegura el católico sabiamente “siempre serás un misterio para nosotros”.
Intencionalmente las posiciones de la fuentes y la (in-) credibilidad  de los escritos cristianos más antiguos fueron expuestos con más detalles. Ya que hay que saber con cuanta justificación Lessing llama a las bases cristianismo como “precario” y Goethe – quién le dio la culpa al “cuento de Cristo”, que “nadie realmente llega al entendimiento” – “toda la enseñanza de Cristo… es una ilusorio”. . Hay que saber que no sólo el papa León X (1513-1521) habría hablado sobre esto, “de cuán utilidad fue la  fábula de Cristo”, también Tertuliano (aprox. 150-225) mucho más cercano a los orígenes del cristianismo, el padre del cristianismo occidental, el real fundador del catolicismo, escribió abiertamente tres veces “La fábula de Cristo”. ¡Hay que saber cuan insegura es la transmisión de Jesús, para saber también que las declaraciones absolutamente seguras de la iglesia desde ya no pueden ser ciertas! Esto justamente lo evidencian los mismos escritos cristianos más antiguos, los evangelios, los demás libros neo testamentarios, las primeras publicaciones de los padres de la iglesia, con los cuales se continúa la creación de los dogmas y en especial el dogma del Cristo el hijo de Dios.

   Karlheinz Descxhner. “Der gefälschte Glaube”  (El Credo Falsificado)   Un examen crítico de las enseñanzas de la iglesia y sus contextos históricos (1988) 2890 páginas ISBN 3926901004. Extracto pág.. 26-32. 

 Nótese: “La por mí personalmente corregida edición (la Biblia) debe ser reconocida como la única verdadera y auténtica bajo castigo de la excomunión y ser usada por todos y debe ser usada como base para todas las siguientes  interpretaciones, cada cambio, aunque sea sólo una palabra sea anatema
(El papa Sixtus V. (1521-1590) en relación a su versión bíblica aparecida en 1590) Desde entonces serealizaron aproximadamente 200 000 cambios

Traducido del alemán por A. Gundelach con la gentil autorización de Dieter Schmid, Glauben und Wissen.de. Junio 2012




17 comentarios:

Albrecht Gundelach dijo...

Eliminé los comentarios por no relacionarse con el tema

Alexánder dijo...

En la actualidad no se sabe de la existencia de ninguno de los escritos originales de la Biblia. Sin embargo, Jehová se preocupó de que se hicieran copias de esos escritos originales con el fin de reemplazarlos. Después del exilio babilonio, se produjo una demanda cada vez mayor de copias de las Escrituras debido al crecimiento de muchas comunidades judías fuera de Palestina. Unos especialistas, copistas profesionales, satisficieron esa demanda y trabajaron con gran esmero en aras de la exactitud de sus copias manuscritas. Esdras fue uno de estos hombres, un “copista hábil en la ley de Moisés, que Jehová el Dios de Israel había dado”. (Esd 7:6.)

Por cientos de años se siguieron haciendo copias manuscritas de las Escrituras Hebreas y, más tarde, de las Escrituras Griegas Cristianas. También se hicieron traducciones de estos Santos Escritos a otros idiomas. Puede decirse que el primer libro de importancia que se tradujo a otro idioma fue las Escrituras Hebreas. En la actualidad se cuentan por miles los manuscritos y versiones de la Biblia.
La primera Biblia impresa, la Biblia de Gutenberg, salió de la prensa en el año 1456. Hoy la distribución de la Biblia (completa o en parte) ha superado los dos mil millones de ejemplares en más de mil ochocientos idiomas. No obstante, esto no se ha conseguido sin una fuerte oposición procedente de muchos sectores. En realidad, la Biblia ha tenido más enemigos que ningún otro libro. Varios papas y concilios hasta prohibieron su lectura bajo pena de excomunión. Miles de personas perdieron la vida por su amor a la Biblia y miles de ejemplares de este precioso libro fueron pasto de las llamas. Una de las víctimas de la lucha de la Biblia por sobrevivir fue el traductor William Tyndale, quien en una ocasión, mientras discutía con un clérigo, le aseguró: “Si Dios me hace merced de larga vida, haré que el muchacho que guía el arado sepa más de la Escritura que vos”. (Actes and Monuments, de John Foxe, Londres, 1563, pág. 514.)

En vista de esta violenta oposición, el honor y el agradecimiento por la supervivencia de la Biblia deben ir a Jehová, el Conservador de su Palabra. Este hecho confiere mayor significado a la cita que hace el apóstol Pedro del profeta Isaías: “Toda carne es como hierba, y toda su gloria es como una flor de la hierba; la hierba se marchita, y la flor se cae, pero el dicho de Jehová dura para siempre”. (1Pe 1:24, 25; Isa 40:6-8.) Por lo tanto, en este siglo XX, hacemos bien “en prestarle atención como a una lámpara que resplandece en un lugar oscuro”. (2Pe 1:19; Sl 119:105.) El hombre cuyo “deleite está en la ley de Jehová, y día y noche lee en su ley en voz baja”, y que luego pone en práctica las cosas que lee, es el que prospera y es feliz. (Sl 1:1, 2; Jos 1:8.) Las leyes, los recordatorios, las órdenes, los mandamientos y las decisiones judiciales de Jehová contenidos en la Biblia son para él ‘más dulces que la miel’, y la sabiduría que se deriva de ellos, más deseable “que el oro, sí, que mucho oro refinado”, pues significa su misma vida. (Sl 19:7-10; Pr 3:13, 16-18)

Alexánder dijo...

El canon de las Escrituras Hebreas se dividió tradicionalmente en tres secciones: la Ley, los Profetas y los Escritos o Hagiógrafos, un total de 24 libros, como se muestra en la tabla. Tiempo después, algunas autoridades judías unieron los libros de Rut y Jueces, así como los de Lamentaciones y Jeremías, con lo que quedó un total de 22 libros, como el número de letras del alfabeto hebreo. En su prólogo a los libros de Samuel y Reyes, Jerónimo parece decantarse por la cuenta de 22 libros, aunque dijo: “Algunos incluyen Rut y Lamentaciones entre los Hagiógrafos [...] y así contabilizan veinticuatro libros”.

Respondiendo a unos adversarios en su obra Contra Apión (libro I, sec. 8), el historiador judío Josefo confirmó, alrededor del año 100 E.C., que el canon de las Escrituras Hebreas había sido fijado hacía mucho tiempo. Escribió: “Por esto entre nosotros no hay multitud de libros que discrepen y disientan entre sí; sino solamente veintidós libros, que abarcan la historia de todo tiempo y que, con razón, se consideran divinos. De entre ellos cinco son de Moisés, y contienen las leyes y la narración de lo acontecido desde el origen del género humano hasta la muerte de Moisés. [...] Desde Moisés hasta la muerte de Artajerjes, que reinó entre los persas después de Jerjes, los profetas que sucedieron a Moisés reunieron en trece libros lo que aconteció en su época. Los cuatro restantes ofrecen himnos en alabanza de Dios y preceptos utilísimos a los hombres”.

De modo que la canonicidad de un libro no depende de que lo acepte o rechace un consejo, comité o comunidad de hombres. La voz de tales hombres no inspirados solo tiene un valor testimonial con respecto a lo que Dios mismo ya ha hecho mediante sus representantes acreditados.

El número exacto de libros de las Escrituras Hebreas no es lo importante (si algunos se unen o se dejan separados), ni tampoco lo es el orden en el que están colocados, ya que estos libros fueron rollos independientes durante mucho tiempo después que se completó el canon. Los catálogos antiguos varían en cuanto al orden de los libros; uno, por ejemplo, coloca a Isaías después del libro de Ezequiel. Lo que importa es qué libros se incluyen. Puede decirse que solo los que hoy forman parte del canon tienen un firme respaldo a su canonicidad. Desde tiempos antiguos se han abortado los intentos de incluir otros escritos en el canon. Dos concilios judíos celebrados en Yavne o Jamnia, un poco al S. de Jope, alrededor de los años 90 y 118 E.C., respectivamente, excluyeron de manera expresa de las Escrituras Hebreas todos los escritos apócrifos.

Alexánder dijo...

Josefo da testimonio de esta opinión general judía sobre los escritos apócrifos cuando dice: “Desde el imperio de Artajerjes hasta nuestra época, todos los sucesos se han puesto por escrito; pero no merecen tanta autoridad y fe como los libros mencionados anteriormente, pues ya no hubo una sucesión exacta de profetas. Esto evidencia por qué tenemos en tanta veneración a nuestros libros. A pesar de los siglos transcurridos, nadie se ha atrevido a agregarles nada, o quitarles o cambiarles. Todos los judíos, ya desde su nacimiento, consideran que ellos contienen la voluntad de Dios; que hay que respetarlos y, si fuera necesario, morir con placer en su defensa”. (Contra Apión, libro I, sec. 8.)

Esta posición histórica de los judíos con respecto al canon de las Escrituras Hebreas es muy importante en vista de lo que el apóstol Pablo escribió a los romanos. A los judíos, dice el apóstol, les “fueron encomendadas las sagradas declaraciones formales de Dios”, lo que implicaba la escritura y protección del canon bíblico. (Ro 3:1, 2.)

Algunos concilios primitivos (Laodicea, 367 E.C.; Calcedonia, 451 E.C.) reconocieron, aunque no fijaron, el canon bíblico que el espíritu de Dios había autorizado, y los llamados padres de la Iglesia también demostraron una singular unanimidad en su aceptación del canon judío fijado y su rechazo de los libros apócrifos. Algunos de ellos fueron: Justino Mártir, apologista cristiano (muerto c. 165 E.C.); Melitón, “obispo” de Sardis (siglo II E.C.); Orígenes, erudito bíblico (185[?]-254[?] E.C.); Hilario, “obispo” de Poitiers (muerto en 367[?] E.C.); Epifanio, “obispo” de Constantia (desde 367 E.C.); Gregorio (257[?]-332 E.C.); Rufino de Aquilea, “el docto traductor de Orígenes” (345[?]-410 E.C.), y Jerónimo (340[?]-420 E.C.), erudito bíblico de la Iglesia latina y traductor de la Vulgata. En su prólogo a los libros de Samuel y Reyes, Jerónimo enumera los 22 libros de las Escrituras Hebreas y después dice: “Cualquiera que esté fuera de estos tiene que ser puesto en los libros apócrifos”.

El testimonio más concluyente sobre la canonicidad de las Escrituras Hebreas es la irrecusable palabra de Jesucristo y de los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas. Aunque en ningún momento especifican el número exacto de libros, la inequívoca conclusión que se puede sacar de lo que dijeron es que el canon de las Escrituras Hebreas no contenía los libros apócrifos.

Si no hubiera habido una colección definida de Santos Escritos conocida y aceptada tanto por ellos como por aquellos a quienes hablaban, no habrían usado expresiones como “las Escrituras” (Mt 22:29; Hch 18:24); “las santas Escrituras” (Ro 1:2); “los santos escritos” (2Ti 3:15); la “Ley”, que solía significar toda la Escritura (Jn 10:34; 12:34; 15:25), y “la Ley y los Profetas”, usada como expresión genérica para aludir a todas las Escrituras Hebreas y no solo a las secciones primera y segunda de aquellas Escrituras (Mt 5:17; 7:12; 22:40; Lu 16:16). Por ejemplo, cuando Pablo se refirió a “la Ley”, citó de Isaías. (1Co 14:21; Isa 28:11.)

Alexánder dijo...

La escritura y recopilación de los 27 libros que componen el canon de las Escrituras Griegas Cristianas siguió un curso similar al de las Escrituras Hebreas. Cristo “dio dádivas en hombres”, sí, “dio algunos como apóstoles, algunos como profetas, algunos como evangelizadores, algunos como pastores y maestros”. (Ef 4:8, 11-13.) Con la ayuda del espíritu de Dios, enunciaron la doctrina recta para la congregación cristiana y, “a modo de recordatorio”, repitieron muchas cosas que ya estaban registradas en las Escrituras. (2Pe 1:12, 13; 3:1; Ro 15:15.)

Hay pruebas documentales extrabíblicas de que ya entre los años 90 y 100 E.C. se habían recopilado, como mínimo, diez de las cartas de Pablo. Se puede asegurar que los discípulos de Jesús empezaron a compilar los escritos cristianos inspirados desde fechas tempranas.

Leemos que ‘la literatura cristiana de finales del siglo I y del siglo II atestigua que se atribuía a los escritos de los apóstoles una autoridad divina. Clemente Romano afirma que Pablo, divinamente inspirado, escribió a los corintios. Los escritos de Ignacio Mártir y Policarpo están llenos de citas y alusiones tomadas de los evangelios y de las epístolas paulinas, lo cual indica la gran veneración y reverencia que tenían de estos escritos. Desde un principio los escritos apostólicos fueron coleccionados para leerlos públicamente’. (Introducción a la Biblia, de Manuel de Tuya y José Salguero, 1967, vol 1, págs. 362, 363). Todos estos fueron escritores primitivos —Clemente de Roma (30[?]-100[?] E.C.), Policarpo (69[?]-155[?] E.C.) e Ignacio de Antioquía (final del siglo I y principios del II)— que incluyeron en sus obras citas y extractos de los diferentes libros de las Escrituras Griegas Cristianas, lo que muestra que estaban familiarizados con tales escritos canónicos.

En su Diálogo con Trifón (XLIX, 5), Justino Mártir (muerto c. 165 E.C.) usó la expresión “está escrito” cuando citó de Mateo, tal como lo hacen los evangelios cuando se refieren a las Escrituras Hebreas. Lo mismo es cierto de una obra anónima anterior: la Carta de Bernabé (IV). En la Apología I (LXVI, 3; LXVII, 3) Justino Mártir llama “Evangelios” a los “Recuerdos de los Apóstoles”.

Teófilo de Antioquía (siglo II a. E.C.) declaró: “Sobre la justicia de que habla la ley, se ve que están de acuerdo los profetas y los Evangelios, pues todos, portadores del espíritu, hablaron por el solo Espíritu de Dios”. Luego usa expresiones como “nos enseña [...] la voz evangélica” (citando de Mt 5:28, 32, 44, 46; 6:3) y “nos manda la divina palabra” (citando de 1Ti 2:2 y Ro 13:7, 8). (Los tres libros a Autólico, III, 12-14.)



Para fines del segundo siglo no había ninguna duda de que se había completado el canon de las Escrituras Griegas Cristianas, y personajes como Ireneo, Clemente de Alejandría y Tertuliano reconocieron que los libros de las Escrituras Griegas Cristianas tenían la misma autoridad que las Escrituras Hebreas. Cuando citó de las Escrituras, Ireneo recurrió no menos de doscientas veces a las cartas de Pablo. Clemente dice que responderá a sus adversarios con “las Escrituras, las cuales creemos que son válidas por su autoridad omnipotente”, esto es, “por la ley y los profetas, y además por el bendito Evangelio”. (The Ante-Nicene Fathers, vol. 2, pág. 409, “Los Stromata, o misceláneos”.)

Albrecht Gundelach dijo...

El problema con la biblia es que los hebreos no escribían las vocales, esto ya lo podemos apreciar con el tetragrama YHVH, Moisés, se escribía MS, existen muchos “eruditos” que interpretan la lectura, de estas dos palabras, de diferente manera, por ejemplo Ms = Moisés en español; Mose en alemán, Moshe en hebreo.
Otro problema que tenemos con la Biblia, es que ha sido corregida y revisada innumerables veces, hoy ya no sabemos cómo se leía realmente el texto original, en especial el texto de los evangelios, de los cuales no existe ni el fragmento más pequeño del origina.
Hoy no tenemos ningún criterio en el cual basarnos cuál de las tantas versiones de la biblia es la real, por la simple razón no existe una biblia original.
Decir que Dios no habría permitido la existencia de una biblia inerrante, es una escusa barata. Para afirmar esto necesitamos una prueba irrefutable de que ese dios existe, pero esa prueba no existe.
Por lo tanto todo ,o comentado por Alexánder no tiene ningún valor probatorio, su argumentación se convierte en una falacia

l

Alexánder dijo...

En la actualidad hay unos 6.000 manuscritos de todas las Escrituras Hebreas o de parte de ellas en diferentes bibliotecas. La gran mayoría de ellos contienen el texto masorético y son del siglo X E.C. o posteriores. Los masoretas (de la segunda mitad del I milenio E.C.) trataron de transmitir el texto hebreo fielmente y no hicieron cambios en él. No obstante, para conservar la pronunciación tradicional del texto consonántico sin vocales, concibieron un sistema de puntos vocálicos y de acentos. Además, en la masora o notas marginales dirigieron la atención a las anomalías del texto y anotaron las correcciones que consideraron necesarias. Este texto masorético es el que aparece en las Biblias hebreas impresas de hoy día.

Cuando los manuscritos de las Escrituras Hebreas que se usaban en las sinagogas judías se deterioraban, eran reemplazados por copias verificadas, y los viejos manuscritos se depositaban en la geniza (un almacén o depósito de la sinagoga). Finalmente, una vez que la geniza estaba llena, se sacaban los manuscritos y se enterraban con ceremonia. De este modo se llegaron a perder muchos manuscritos antiguos. Sin embargo, el contenido de la geniza de la sinagoga de la antigua ciudad de El Cairo se conservó, probablemente porque la tapiaron y quedó olvidada durante siglos. Después de la reconstrucción de la sinagoga en el año 1890 E.C., se reexaminaron los manuscritos de su geniza y se trasladaron de allí a diferentes bibliotecas manuscritos de las Escrituras Hebreas bastante completos y diversos fragmentos (se dice que algunos son del siglo VI E.C.).

Uno de los fragmentos más antiguos que contiene pasajes bíblicos es el Papiro de Nash, hallado en Egipto y llevado a Cambridge (Inglaterra). Este papiro, que data del siglo I o II a. E.C. y debió formar parte de una colección didáctica, consta tan solo de cuatro fragmentos de 24 líneas de un texto premasorético de los Diez Mandamientos, así como de algunos versículos de los capítulos 5 y 6 de Deuteronomio.

Albrecht Gundelach dijo...

Un artículo aparecido en “La Verdad del Evangelio”, en un blog cristianso, con referencia a los textos masoréticos al final – literalmente, incluyendo 3 errores ortográficos - dice: “Cabe entonces preguntarse ¿quién nos dió el Antiguo Testamento? Sin duda que detras de todas las manos de hombres que han trabajado en este libro vemos la mano del Dios de aquellos hombres. ademas significaban una confirmación de la gran exactitud de su Palabra.” (Sic). Destaco "vemos la mano del Dios" (Sic), el o los autores presuponen la existencia de ese dios, y esto convierte todo en una falacia. Para poder aceptar esta premisa, primero se debe probar la real existencia de ese dios
¡Señor Alexánder, le aconsejo usar argumentos válidos!

Alexánder dijo...

Existen para estudio comparativo más de 13.000 manuscritos en papiro y en vitela que contienen todas las Escrituras Griegas Cristianas (Nuevo Testamento) o parte de ellas, fechados del siglo II al XVI. Unos 5.000 de estos están en griego, y los restantes, en otros varios idiomas. Más de 2.000 de estas copias antiguas contienen los evangelios, y más de 700, las cartas de Pablo. Aunque en la actualidad no existe ninguno de los escritos originales, las copias más antiguas datan del siglo II, fecha muy cercana a la escritura original. Esta gran cantidad de manuscritos ha permitido a los doctos griegos producir en el transcurso de los años un texto griego de las escrituras muy refinado, que confirma en muchos aspectos la fidelidad e integridad de las traducciones modernas de las Escrituras Griegas Cristianas

Alexánder dijo...

Debido a esta abundancia de manuscritos, un erudito comentó: “La mayor parte de las palabras del Nuevo Testamento no están sujetas a ningún proceso discriminatorio de crítica, pues no sufren ninguna variación y solo tienen que transcribirse [...]. Si no se toman en consideración trivialidades comparativas, como cambios de orden, la inserción u omisión del artículo en nombres propios y cosas similares, en nuestra opinión, las palabras que aún están sujetas a duda no superan una milésima parte de todo el Nuevo Testamento”. (The New Testament in the Original Greek, vol. 1, pág. 561.) A este comentario puede añadirse la observación de Jack Finegan: “Es sorprendente el poco tiempo que separa a las copias más antiguas del Nuevo Testamento de los manuscritos originales [...]. El conocimiento que tenemos de los escritos de la mayor parte de los autores clásicos se basa en manuscritos que datan, los más antiguos, de los siglos IX al XI [...]. De modo que la seguridad con la que se establece el texto del Nuevo Testamento excede a la de cualquier otro libro antiguo. Las palabras con las que los escritores del Nuevo Testamento se dirigieron a su mundo y época han salvado las distancias y los siglos y nos han llegado de forma sustancialmente inalterada y sin merma de fuerza”. (Light From the Ancient Past, 1959, págs. 449, 450.)

Albrecht Gundelach dijo...

Una carta que le envipo Jerónimok alpapa Dámaso I en relacipon ala ediciin de la olrimera Biblia la "Vulgata":

"Tú me obligas a crear una obra nueva partiendo de una antigua, y a su vez a actuar como árbitro sobre ejemplares de la Bíblia, después de que hayan sido difundidos desde hace mucho tiempo por todo el mundo y dónde difieran entre sí, decidir cuáles están en concordancia con el texto griego auténtico. Es una tarea que igual que exige entrega con amor, alberga en sí peligros y es temeraria a su vez: juzgar sobre los otros y a la vez estar sujeto al juicio de todos. Intervenir en el lenguaje de un anciano cambiándolo y remontar un mundo ya anticuado a los días de su primera infancia. ¿Y si se encontrase unque sólo fuera uno que, sea instruido o no, me llame a viva voz falsificador y sacrílego porque tuve la osadía de agregar, cambiar o corregir en los antiguos libros [latinos] que alguna vez haya leído, y que cuando apenas tome en su mano este tomo [la revisión de los evangelios], descubra que lo que aquí lee no sea de su gusto?
Hay dos reflexiones que me consuelan y me permiten acoger sobre mí esa lacra: por un lado que tú, el obispo de mayor rango me ordenes hacerlo: por otro, que es difícil encontrar la verdad en formas diferenciadas de lectura, como confirmarían también mis difamadores. Si precisamente uno puede confiar en los textos en latín, dígame entonces por favor: ¿en cuales? Hay casi tantas formas de texto como copias. Pero si la forma del texto verdadera tiene que surgir de la comparación de varios, ¿por qué no volver al original griego y después mejorar todos los fallos, sean de traductores de poco fiar, o se trate de mejoras a peor o temerarias, críticos de texto incompetentes o simplemente se trate de añadiduras o cambios de copiadores distraídos? ... Yo ahora hablo del Nuevo Testamento: ... Mateo, Marcos, Lucas, Juan; si los comparo con los escritos a mano griegos – ¡claro que son antiguos! – fueron reelaborados por nosotros. Sin embargo, para evitar grandes diferencias con el enunciado en latín, así como estamos acostumbrados en las interpretaciones, hemos contenido nuestras plumas y sólo hemos mejorado donde parecía haber cambios en el sentido, mientras que todo lo demás lo dejamos como estaba".

Alexánder dijo...

Aunque no esté claro cuántos libros de la Biblia deseaba Dámaso que vertiera Jerónimo, no cabe duda de la entrega y resolución del traductor: ansiaba elaborar algo “útil a la Iglesia, digno de la posteridad”. De ahí que decidiera realizar una revisión de toda la Biblia latina.

Con las Escrituras Hebreas pensaba basarse en la Septuaginta, versión griega de las Escrituras Hebreas realizada en el siglo III antes de nuestra era, a la que muchos consideraban inspirada directamente por Dios, lo que justificaba su amplia difusión entre los cristianos de habla griega.

No obstante, al ir procediendo con su labor, halló en los manuscritos griegos divergencias semejantes a las de los latinos, lo que le incomodó sobremanera. Terminó por concluir que, a fin de conseguir una traducción fiable, tendría que dejar de lado los manuscritos griegos, incluida la veneradísima Septuaginta, y acudir directamente a las fuentes hebreas.
Esta decisión suscitó acaloradas protestas. Le acusaron de falsificar el texto, profanar a Dios y dejar las tradiciones eclesiásticas para seguir a los judíos. El propio Agustín, el teólogo más destacado del momento, le imploró que regresara al texto de la Septuaginta: “Si tu traducción empieza a imponerse en la lectura de muchas iglesias, va a ser cosa muy dura que las iglesias latinas discrepen de las griegas”.

Agustín temía que surgiera un cisma si las iglesias occidentales acogían el texto latino de Jerónimo, basado en las fuentes hebreas, y las orientales mantenían la Septuaginta. Además, manifestó sus dudas de que debiera desecharse la Septuaginta en favor de una versión defendible tan solo por Jerónimo.

¿Cómo reaccionó Jerónimo ante sus críticos? Fiel a su idiosincrasia, no hizo caso y siguió traduciendo directamente del hebreo; así, para el año 405 había acabado la Biblia latina. Con los años terminó denominándose Vulgata (femenino del latín vulgatus, “común, divulgado”), o sea, versión aceptada comúnmente.


La versión jeronimiana de las Escrituras Hebreas fue mucho más que una revisión del texto existente. Cambió por generaciones el curso del estudio y la traducción de la Biblia. La “Vulgata —señaló el historiador Will Durant— [...] se distingue como la realización literaria más influyente del siglo IV”.

Cierto es que Jerónimo tenía una lengua mordaz y un carácter contencioso, pero no lo es menos que él solo reorientó la investigación bíblica al texto hebreo inspirado. Con fina vista, estudió y cotejó manuscritos bíblicos hebreos y griegos que ya han desaparecido. Precedió con su obra a los masoretas judíos. Por consiguiente, la Vulgata es una valiosa referencia a la hora de comparar lecturas alternativas de los textos bíblicos.

Sin excusar el extremismo de sus acciones y doctrinas, quienes aman la Palabra de Dios pueden valorar los grandes esfuerzos de este polémico pionero de la traducción bíblica. En efecto, logró algo “digno de la posteridad”.

Albrecht Gundelach dijo...

Alexánder te recomiendo que leas esto. Allí también aparace el texto de la carta de Jerónimo a Dámaso I
http://www.theologe.de/jeronimo_biblia.htm

Alexánder dijo...

Entre los más de 13.000 manuscritos de las Escrituras Griegas Cristianas hay muchas variaciones textuales. Tan solo los 5.000 manuscritos en griego muestran muchas de esas diferencias. Bien podemos comprender que cada copia hecha de los manuscritos antiguos contuviera sus propios errores distintivos cometidos por los que escribían. Cuando cualquiera de estos manuscritos se enviaba a algún lugar para ser usado allí, estos errores se repetían en las copias que se hacían en aquel lugar, y caracterizaban otros manuscritos allí. De esta manera se desarrollaron familias de manuscritos similares. Entonces, ¿no deberían considerarse con alarma los millares de errores de los copistas? ¿No indican falta de fidelidad en la transmisión del texto? ¡De ninguna manera!

F. J. A. Hort, que participó en producir el texto de Westcott y Hort, escribe: “La gran mayoría de las palabras del Nuevo Testamento quedan por encima de todo proceso discriminador de la crítica, porque no hay variación en ellas, y basta con transcribirlas [...] Si se ponen a un lado las variaciones que, comparativamente, son trivialidades [...], las palabras que en nuestra opinión todavía están sujetas a duda difícilmente pueden equivaler a más de una milésima parte de todo el Nuevo Testamento”.

Evaluación de la transmisión textual. Entonces, al considerar todos los factores, ¿cómo se puede evaluar la integridad y autenticidad del texto bíblico después de estos muchos siglos de transmisión? No solo hay millares de manuscritos que se pueden comparar, sino que los manuscritos bíblicos de gran antigüedad que se han hallado en las últimas décadas hacen que el texto griego se remonte hasta alrededor del año 125 E.C., solo a un par de décadas de la muerte del apóstol Juan, que tuvo lugar cerca de 100 E.C. Estas pruebas procedentes de los manuscritos suministran firme seguridad de que ahora tenemos un texto griego confiable en forma refinada. Note la evaluación que da de este asunto un ex director y bibliotecario del Museo Británico, sir Frederic Kenyon:

“El intervalo, pues, entre las fechas de composición original y la más temprana prueba existente se hace tan pequeño que de hecho es insignificante, y ahora se ha eliminado el último fundamento para dudar que las Escrituras nos hayan llegado sustancialmente como se escribieron. Tanto la autenticidad como la integridad general de los libros del Nuevo Testamento pueden considerarse finalmente establecidas. No obstante, integridad general es una cosa, y certeza en cuanto a detalles es otra”.

En cuanto a la última observación sobre “certeza en cuanto a detalles”, la cita del Dr. Hort que se da en el párrafo 27 cubre esto. Es el trabajo de los refinadores textuales rectificar detalles, y esto lo han hecho a grado notable. Esto ha llevado a que por lo general se acepte el texto griego refinado de Westcott y Hort como un texto de elevada excelencia. Por esta razón la porción de las Escrituras Griegas de la Traducción del Nuevo Mundo, que se basa en este excelente texto griego, puede dar a sus lectores el fiel “dicho de Jehová” como tan maravillosamente ha sido conservado para nosotros en el depósito de manuscritos griegos. (1 Ped. 1:24, 25.)

Alexánder dijo...

No se sorprenda si muchos expertos atacan la autenticidad y confiabilidad de la Biblia. Hoy día, la mayoría de estos comentaristas bíblicos —aunque se consideran cristianos y, por tanto, deberían respetarla— “sólo hablan de la Escritura como un registro, exposición y celebración humanos” (Nuevo Diccionario de Teología).


Muchos incluso cuestionan si las personas que escribieron la Biblia eran quienes afirmaban ser. Sostienen, por ejemplo, que el libro de Isaías no fue escrito por este profeta, sino por otras personas mucho después de que él muriera. Según Lowther Clarke, autor del Concise Bible Commentary, el libro de Isaías “es fruto del trabajo de distintas generaciones”. Sin embargo, cada vez que Jesucristo y sus discípulos citaban porciones del libro de Isaías, se las atribuían a este profeta (Mateo 3:3; 15:7; Lucas 4:17; Juan 12:38-41; Romanos 9:27, 29).

Pero algunos críticos de la Biblia, como J. R. Dummelow, van todavía más lejos: aseguran que las profecías del libro de Daniel “son, en realidad, relatos históricos que el autor quiso hacer pasar por predicciones”. De nuevo, quienes hacen esta afirmación olvidan las palabras del propio Jesús. En una profecía sobre “la cosa repugnante que causa desolación”, mencionó que ya se había hablado de ella “por medio de Daniel el profeta” (Mateo 24:15). ¿Citaría Jesús del libro de Daniel si este fuese una falsificación? Nadie que afirme ser cristiano creería algo semejante.

Alexánder dijo...

Poco antes de decirle a Timoteo que Dios había inspirado la Biblia, Pablo le indicó por qué era esencial contar con los escritos inspirados. Le dijo: “En los últimos días [...] hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor, extraviando y siendo extraviados” (2 Timoteo 3:1, 13). En tiempos del apóstol ya había sabios e intelectuales que usaban “argumentos persuasivos” para confundir a la gente y debilitar su fe en Jesucristo (1 Corintios 1:18, 19; Colosenses 2:4, 8). Por eso, a fin de que Timoteo no cayera en las trampas de estos hombres, el apóstol le recomendó que continuara estudiando lo que había aprendido desde niño en los santos escritos (2 Timoteo 3:14, 15).

Albrecht Gundelach dijo...

Un texto si quiere ser considerado histórico, o sea si pretende describir un hecho histórico real, debe ser verificado por otro relato independiente del primero, sino sólo se le puede considerar como un cuento, sin importar si de este primer y único relato existan 13 000 o más copias relativamente símiles, a menos que exista un relato de una fuente totalmente distinta a estas 13 mil copias. Y con los textos bíblicos, en especial del nuevo testamento, esto no sucede. No existe ningún criterio que se puede usar para afirmar que los relatos, por ejemplo de los 4 evangelios, son narraciones de un hecho real. Y lo que hace más difícil aún su verificación, es que no existen los originales, sólo tenemos copias, de copias de copias, y tampoco conocemos realmente quiénes fueron estos 4 autores.
Me llamó también la atención lo dicho por F. J. A. Hort: “las palabras que en nuestra opinión todavía están sujetas a duda difícilmente pueden equivaler a más de una milésima parte de todo el Nuevo Testamento”.
¿Cómo llegó a esta conclusión que no equivale a más de una milésima parte del nuevo testamento? ¿En que se basa para tal afirmación? ¿Qué método estadístico empleó?
Wikipedia escribe: “…pero en el conjunto fue recibido como la aproximación más cercana al texto original del Nuevo Testamento.” ¿Cómo puede ser esto, sino existe el original?