por Tabea Sturmheit
25 de enero de 2015
El ser humano no es perfecto y lleno de errores
El
ser humano no es perfecto y lleno de errores
por Tabea Sturmheit
por Tabea Sturmheit
El
ser humano no es precisamente un modelo altamente desarrollado. La evolución
nos dejó muchas deficiencias - muchos más que en otros seres vivientes en la
Tierra. El apéndice es un ejemplo clásico no sólo para restos sobrantes, sino también
molestos de tiempos pretéritos.
Para Miguel
Ángel, la creación ha realizado una obra impecable: “La creación de Adán”,
capilla Sixtina. Hoy muchos científicos lo ven de otra manera.
Ninguna
persona necesita un apéndice: este complemento de nuestro intestino grueso se
obstruye muy a menudo, causando desagradables dolores abdominales. Ya el cueco
de una cereza puede llevar a alguien a una clínica: en el año 2005 en Alemania
107 741 pacientes debido a una apendicitis, tuvieron que someterse a una intervención quirúrgica.
Pero no sólo el apéndice nos causa más sin
sabores que alegrías.
Ejemplo
el ojo: A pesar de que el ojo es lejos el órgano sensitivo mejor desarrollado,
la mayoría de los animales vertebrados nos superan. Ni hablar de los
invertebrados. El nervio óptico del humano proporciona el 85 por ciento de las informaciones
acumuladas en el cerebro.
Si por ejemplo, se compara el ojo humano con él
del calamar, entonces se puede apreciar, que nuestro órgano sensitivo más importante
funciona al revés – desde el punto de vista de la física una locura total, una
engorrosa extravagancia de la naturaleza.
Las aberraciones de la evolución humana
en el gusano de
cerdas
En
el ojo humano los conos y los bastones que registran la luz curiosamente se
encuentran detrás de las vías de suministro de sangre y de los nervios. ¿Pero por
qué? El equipo de trabajo de Detlev Arendt, del laboratorio de biología molecular
(EMBL, por sus siglas en alemán) en Heidelberg tratan de entender las aberraciones
enigmáticas de la evolución del órgano visual del humano, mediante estudios de
un simple gusano de cerdas.
Este
gusano - Platynereis
dumerilii – lleva en la cabeza una serie de receptores nos recuerdan a los conos y bastones de nuestro ojo. “Estos
receptores de luz, no sólo se parecen estructuralmente a los receptores de luz
del ojo humano, ellos también usan los mismos bloques de construcción moleculares
y contienen el mismo pigmento visual” nos aclara la científica Kristin
Tessmar-Raible. Los receptores de luz del gusano de cerdas se forman durante su
desarrollo embrionario de la superficie, de un tejido plano simple, de la tal
llamada polaca neural y están expuestos directamente a la luz.
La
evolución de los vertebrados y el desarrollo de un sistema nerviosos complejo iban
acompañados con la reestructuración de la placa neural hacia u tubo neural, con
lo cual los receptores de luz se volvieron a reencontrar en el interior del
tubo.
La
real corteza visual de nuestros ojos actuales se forma durante el desarrollo embrional
por una evaginación del tubo neuronal. Con esto los receptores de la luz logran
salir de la cabeza, hacia el exterior hacia la periferia. Sin embargo ahora se
encuentran – a diferencia del primitivo gusano – detrás de la capa de
aprovisionamiento, que debe ser atravesada por el rayo de luz que ingresa. Esto
no debe sorprender que esta nebulización antepuesta por la sangre y las fibras nerviosas no necesariamente hacen un aporte para una buena calidad de la imagen.-
Calamares y pulpos no
tienen ningún “punto ciego”
El
ojo que funciona al revés aún tiene más desventajas: La red de la sangre y los nervios delante de las células sensoriales debe estar conectado
con el sistema de alimentación que se encuentra detrás de las células sensoriales.
Esta necesaria conexión, desgraciadamente pasa a través de la retina, el lugar
de las células foto receptoras, y deja una mancha en la cual no podemos ver
nada, el tal llamado “punto ciego”. Por suerte nuestro cerebro es lo
suficientemente inteligente, para compensar esta ceguera parcial. Pero no se puede
afirmar, que la evolución nos habría dado un buen ejemplo de un sistema visual de
éxito.
Que esto también
puede funcionar de otra manera, lo muestran los calamares y los pulpos. El
órgano visual de los cefalópodos proviene de otra vía de la evolución – estos animales
ven correctamente. Pero si se busca al rey de los expertos en visión, entonces
se llega donde las aves rapiñas. El águila ve cómo nosotros, todo al revés, la
evolución mantuvo en un mínimo la capa perturbadora.
La evolución
no lleva a ningún lado
El ser
humanos visto biológicamente, es todo menos la corona de la creación. ¿lo
seremos alguna vez? ¿Influyen un sistema de salud mejorado y avances en la
medicina regenerativa de la genética – hacia dónde va la evolución?
“La evolución
muy lentamente no va a ninguna parte”, dice el bio-filósofo Michael Ruse. Al
contrario: Los avances en la medicina, cómo sólo se puede registrar en los
estados industrializados, no tienen una mayor repercusión sobre el pool genético de la especia humana. Y
sí, entonces sólo causan, que se imponga
el material genético malo. Una medicina avanzada, prolonga la vida del individuo
pero no tiene ninguna influencia sobre la genética – y con esto sobre toda la
humanidad.-
Paradoja:
Mientras mejor es la terapia para la diabetes, tanto más se esparce la
enfermedad. En Alemania a diario se descubren unas 1000 personas nuevas con diabetes.
El número de los nuevos casos, mientras tanto también aumenta incluso en países
como India, Paquistán, China, México o Brasil, y de tal manera, que se compara con
infecciones epidémicas cómo la gripe o la peste y se habla de una amenazadora
epidemia de diabetes.
Los simios son más
resistentes contra enfermedades
Desde
el punto de vista genético, el chimpancé está paso más adelante que el humano,
cómo descubrieron los investigadores con estupor. Hace seis millones de años se
separaron los caminos del chimpancé y humano. Biólogos evolutivos de la
universidad de Michigan comparan un total de 14 000 genes que porta tanto el
ser humano cómo el chimpancé. Sorprendentemente descubrieron: Dónde el simio
233 genes han mejorado. Dónde el humano sólo 154.
Según
esto, dónde los chimpancés, en el correr de los seis millones de años, su
genética, siguiendo las leyes de Gregor Mendel se deshizo de más
características desfavorables que en el ser humano. A este fenómeno, los biólogos
evolucionistas lo llaman “selección positiva”. Según el fundador de esta teoría,
Charles Darwin lo describe, cómo una mutación, que mejor se adapta al medio
ambiente se imponen de a poco en una población.
Que
el chimpancé genéticamente es superior al humano, podría explicar, por que los
simios les afectan menos enfermedades que a los humanos. Solo el dos por ciento
de los simios antropoides mueren por cáncer – donde el humano es cada quinto.
Además a los chimpancés no les da SIDA, a pesar de que se pueden infectar con
el virus HIV, no sufren de reuma, tampoco se enferman de malaria o de Alzheimer.-
El pulmón humano es
un callejón sin salida
Tampoco
el pulmón humano brilla por su perfección – una cosa, con los cual cada
asmático estaría de acuerdo. Aun cuando Reinhold Messner escaló el monte
Everest de 8848 metros en el año 1978 sin apoyo de un equipo para respirar; las
aves vuelan y respiran a alturas mucho más elevadas. El pulmón humano forma un
callejón sin salida. El aire ingres, perdura un breve momento parta el intercambio
del gas y luego es expulsado. Pero el aire “gastado” no es expulsado en forma
completa y por esto forzosamente se produce una mezcla de aire rico en oxígeno y aire pobre en oxígeno -. Nuestros alvéolos
deben conformarse con un aire mezclado.
El
pulmón de las aves en cambio, es alimentado constantemente con aire fresco las protuberancias
del pulmón, los tal llamados sacos de aire funcionan cómo un sistema de fuelles
y mantienen un flujo de aire continuo. El pájaro aprovecha el aire rico en
oxígeno en forma más eficiente que el ser humano, y en el mismo lapso de tiempo,
puede aspirar tres veces más aire que un mamífero del mismo tamaño.
Para
el intercambio, el pulmón de los mamíferos necesitan los alvéolos, estos son extraordinariamente
sensibles y debido a sustancias químicas tóxicas y el tabaco, pierden rápidamente
su elasticidad. El pájaro evita este sensible sistema de alvéolos, renunciando totalmente
a él. Dónde él, el intercambio de gas entre aire la sangre se produce en tubos,
por los cuales fluye el aire.
Los radicales del Oxígeno
dañan las centrales de fuerza de las células
No
sólo nuestros órganos están lejos de ser perfectos, también las mimas células
lo son. A nivel microscópico, la evolución, desde el punto de vista actual, ha
dejado huellas perturbables. Hace aproximadamente hace dos mil millones de
años, las bacterias, los pretéritos antecesores de nuestras células, se juntaron
para formando comunidades simbióticas.
Las
bacterias presumiblemente mutaron para formar los orgánulos celulares conocidos por nosotros
como mitocondrias. Hoy trabajan como centrales de
fuerzas en nuestras células – se quema azúcar. Puesto que las mitocondrias
originalmente funcionaban cómo organismos independientes., también hoy disponen
de un ADN propio. En total 13 genes, los planos de construcción de 13 proteínas
determinantes para el funcionamiento de una mitocondria, se encuentran en
nuestras centrales de fuerza celulares.
Es extremadamente
negligente de guardar las instrucciones de la central de fuerza justa al lado
de su quemador. Pero hasta ahora ola evolución
no consideró necesario, de reubicar los 13 genes restantes junto con el genoma
en el mucho más seguro centro de la célula.-
La consecuencia:
Cada pequeña “fuga” en la central de
fuerza de la célula, el escape no planificado de electrones, produce la
formación de radicales del oxígeno, que dañan al ADN mitocondrial. Si los genes
dañados no so corregidos totalmente, entonces mutaciones eventualmente llevan a
erróneos planes de construcción y el mitocondria comienza a enfermarse, si
aumenta el número de nuestras centrales de fuerza dañadas, tampoco nosotros no seremos
más sanos, Existe la amenaza de cáncer y otros males.
En los países
occidentales la evolución llegó a detenerse,
a diferencia de Sudamérica y África o en el amito asiático. La malaria en el continente
africano ha dejado sus huellas en el genoma de grupos de poblaciones. Algunas tribus
incluso son inmunes – para este humano es tan sorprendente, como si hubiera
aparecido una nueva especie.
El
profesor Josef H. Reichholf lo expresa así: “El ser humano visto genéticamente
es un coloso inmóvil”. La apéndice, las muelas de juicio, el pulmón, los ojos –
todo seguirá siendo así.
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2 comentarios:
Genial entrada, mucho muy interesante!
Gracias por tu comentario
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