El diseño
inteligente y la prueba teleológica de Dios
Extracto
de “Kreationismus in Deutschland” (Creacionismo en Alemania) de Ulrich Kutschera
En el
diseño Inteligente (DI) se celebra el renacimiento de una antigua prueba de la
existencia de Dios: El teleológico. El argumento teleológico (del griego telos:
Meta, propósito), intenta, a partir del orden o el aparente propósito de la
naturaleza, concluir la existencia de un planificador (diseñador) divino o de
un creador. Por esto en inglés, a menudo se le llama “argument from designe”
(argumento del diseño). Pero debido a que se quiere concluir de un hecho de
mero orden, la expresión “argument to designe” (argumento para el diseño) sería
más adecuado (Flew 1999)
.
Conclusiones
a partir de la observación del orden en la naturaleza sobre un ente
organizador, ya existía en la filosofía griega. En su expresión
cristiana, el argumento del diseño fue muy popular principalmente en el siglo
18 y en la primera mitad del siglo 19. El avance de las investigaciones de las
ciencias naturales, trajo en todas partes nuevos conocimientos, desde la
mecánica celestial hasta la biología. En este auge de la mecánica el mundo era
visto como una gran máquina, de manera que la conclusión de un correspondiente
constructor de máquinas era obvia.
El
argumento del diseño, por lo tanto fue una parte importante de la tal llamada
teología natural, que decía, que la existencia y la naturaleza de un dios
podría se reconocible mediante los métodos usuales del empirismo, en vez de
poner al comienzo un acto de fe axiomático no comprobable, cómo lo hace la
teología de la relevación. Como clásico de esta tradición se considera el libro
Natural Theology: or, Evidences of the Existence and Attributes of the
Deity, Collected from the Appearances of Nature, aparecido en el año 1802 (y por lo
tanto, desde el punto de vista de la historia de las ideas, bastante tarde) del
teólogo británico Wiliam Samuel Paley (1743-1805).
El constantemente citado ejemplo de Paley, se refiere a un reloj, que
encuentra por casualidad tirado en el suelo, durante un paseo. No se podría
suponer que ya haya estado ahí desde siempre, señala Paley. Más bien, debido a
su complejidad, habría que concluir que alguien lo diseñó y lo construido.
Debido a que la intencionalidad se puede encontrar en todas las partes de la
naturaleza, hay que concluir la existencia de un diseñador, respectivamente un
constructor de la naturaleza, y a ser alguien esencialmente más poderoso que un
fabricante de relojes humano y este sólo podría ser el dios de la Biblia.
Evidentemente Paley no puso atención a un importante
libro, que apareció 25 años antes: Los “Dialogues Concerning Natural Religion”
del filósofo escocés David Hume (1711-1776), publicado en forma póstuma en el
año 1777. Este análisis escéptico de la teología natural y del argumento del
diseño se considera hasta hoy como su refutación filosófica decisiva, aún
cuando constantemente hubo intentos, formular argumentos, que rodean la crítica
de Humes. ¿Cuál es el aspecto de la crítica de Humes y la de otros autores
posteriores?
La crítica de la prueba
teleológica de Dios
Con el
“argument to designe”, se trata de un argumento análogo empírico. Cuya
estructura es la siguiente: De la observación, que un objeto A tienen una
propiedad P y que otro objeto B “de alguna manera” se asemeja al objeto A, se
concluye, que B igualmente presenta la propiedad P, en este caso no verificable
directamente. La debilidad de estos argumentos analógicos, consiste en el
problema, sí y en qué medida estas supuesta semejanzas son acertadas. ¿En qué medida
un reloj es análogo a toda la naturaleza?
La analogía de Paley, entre un reloj y la naturaleza, se
basa en el orden respectivamente, en la complejidad de las estructuras. Pero
estas no son necesarias, para reconocer a un reloj como “algo hecho”, porque
debido a la experiencia, sabemos que los relojes son artefactos (Flew 1999). También
reconoceríamos cómo artefactos simples a fragmentos o restos de muros,
cómo lo hacen constantemente los arqueólogos. Pareciera que la complejidad no es relevante en los
argumentos de Paley. Además sabemos de la experiencia con seres vivientes de nuestro
rededor, que nacen, se desarrollan, crecen y en algún momento mueren. Nada
desde nuestra experiencia, es decir, nada empírico indica que sean artefactos.
La naturaleza es más análoga a un organismo que a un reloj. Con esto el
argumento de la analogía perdió su sustento. Empero, reconozcamos, pro forma, que la analogía es
correcta, entonces consecuentemente se llega a
conclusiones, que son bastantes desagradables,
para los defensores de las evidencias teleológicas. Para esto Hume ha
presentado varios ejemplos. En primer lugar, todos los constructores de máquinas
conocidos por nosotros, son seres finitos e imperfectos, es decir, seres
humanos. Además todos los planificadores conocidos como seres humanos, son moralmente
ambiguos, en otras palabras, ellos reúnen características buenas y malas. Por
esto, concluir en un diseñador misericordioso por lo tanto no se justifica. De
la misma manera se podría concluir en la existencia de un creador malévolo. Así
por ejemplo se podría considerar como una evidencia de una refinada pero maliciosa
planificación, la adaptación y los ciclos de vida de muchos parásitos, piénsese
por ejemplo en la fasciola hepática. Probablemente no es una coincidencia,
que complejidades “indeseadas” como estas, prácticamente no aparecen en los argumentos
del diseño. De hecho, aquí se podría disparar toda la artillería del arsenal argumentativo
del ámbito del problema del mal, contra el DI.
También la conclusión en un
solo constructor, empíricamente es
injustificado, ya que nuestra experiencia nos enseña, que muchos artefactos de mayor
tamaño, cómo edificios, no son construidos por una s9olapersona, sino por un
grupo. (Aquí se podría diferenciar entre una planificador o un arquitecto de los verdaderos
constructores, pero esto no cambia el principio). Un antiguo politeísmo,
empíricamente se confirmaría mejor que el monoteísmo. Hume hace decir a su
personaje de diálogo Philo: “[…] aquel que sigue a tu hipótesis, quizás está en
condiciones afirmar o presumir. Que el universo alguna vez surgió de algo parecido
a un plan. Pero más allá de esto no puede averiguar absolutamente nada; cada
detalle de su teología sólo puede, dejarla al ilimitado albedrío de su fantasía
y suposiciones. Después de todo, lo que sabe, este mundo es defectuoso e
imperfecto, si se aplica un estándar más alto: Quizás fue sólo ensayo sin
experiencia de una divinidad en la edad infantil, que posteriormente,
avergonzado de su débil imaginación tiró la toalla, o es sólo la obra de una
divinuidad dependiente y subordinada, que es objeto de burla del jefe de esa
divinidad; o es la obra del infantilismo de un anciano de un divinidad decrépita,
que después de su muerte del primer impulso recibido y la energía así arrastrado continúa moviéndose al azar”. (Hume 1981 pág. 59). Aun si incluso con el
reconocimiento de un creador, ya no se puede decir si aun existe, sin hablar si
tiene un interés en nosotros, entonces difícilmente podría ofrecer una base
para una creencia religiosa. Él sería sólo un factor explicativo de las
ciencias naturales, sin ninguna significancia religiosa.
Si se considera la analogía consecuentemente hasta el final,
según la cal el orden siempre necesito a un planificador, entonces este diseñador
mismo debe mostrar un orden, aunque sea sólo en su espíritu, para cuya explicación
a su vez es necesario un planificador superior. Con esto esta análoga
conclusión lleva a una regresión infinita. Pero quien quisiera interrumpir esta
conclusión análoga donde el primer planificador analógicamente al “movedor inamovible”
cómo primera causa en el tal llamado
argumento cosmológico, no puede referirse solo a la conclusión análoga empírica
y menos aún a los métodos científicos, porque estos siempre son a posteriori.
Más bien debe decidirse por la posición a priori, “que un orden espiritual (al
menos con Dios) se explica por sí mismo, mientras que todo el orden material,
no sólo no se explica a si mismo, sino que tampoco se justifica positivamente y
necesita de otra explicación (Mackie 1985, pág. 230).
El argumento del diseño es sólo aparentemente plausible,
cuando no es un argumento netamente empírico, sino incluye suposiciones a
priori. Pero con esto presupone aquello, que se trata de demostrar. Un
diseñador o justificación de la existencia de
un dios empíricamente científico no puede existir.
La
estrategia del diseño inteligente
A más tardar en esta parte, los defensores del DI
objetarán, que su enfoque no tiene nada que ver con la prueba de Dios
teleológica, ya que sólo importa es la evidencia de un diseñador inteligente en
general, y no necesariamente la demostración de un planificador divino o
incluso de la existencia del dios de los cristianos. Así podemos leer donde
Rammerstorfer (2006, pág. 95): “En el marco de este tipo de enfoques, no se trata
de identificar la inteligencia o realizar declaraciones específicas sobre ella,
sino echar mano a señales de una acción inteligente”. Y Dembski (2004 pág. 77) nos asegura: “"The
design argument is at its heart a philosophical and theological argument. It
attempts to establish the existence and attributes of an intelligent cause
behind the world based on certain features of the world. By contrast, the
design inference is a generic argument for identifying the effects of
intelligence regardless of the intelligence's particular characteristics and
regardless of where, when, how or why the intelligence acts. (The intelligence
can be animal, human, extraterrestrial, singular, plural, immanent or
transcendent.)". [El
argumento del diseño en su corazón es un argumento filosófico y teológico.
Trata de establecer la existencia y los atributos de una causa inteligente
detrás del universo, basado en determinados hechos del mundo. Por contraste, la inferencia de diseño es un argumento genérico, para la identificación de efectos inteligentes
independientes de las características particulares
del donde, cuando, cómo o el por qué de los actos
de inteligencia. (La inteligencia puede ser animal, humana,
extra terrestre, singular, plural, inmanente o trascendental)”.]
Ahora existen dos posibilidades, para tratar con
esta declaración tan explícita. Se la puede aceptar e intentar seguir
discutiendo con los defensores del DI, basándose en esto.
También se la puede considerar como una estrategia
de inmunización y rechazarla. Para esta opción hay a lo menos dos bases. Primero:
La meta del movimiento internacional del DI es claramente la re-cristianización
de la ciencia y de la cultura. En este camino un planificador general sería el pie
en la puerta de la ciencia, para abrirla en dirección hacia la religión. Los defensores
no por nada hablan de una estrategia de cuña. De esta manera se puede obviar la
crítica al componente sobrenatural de DI, y aquello, que se hace, exponerlo al
mismo tiempo, como ciencia, ya que supuestamente no está contaminado sobrenaturalmente.
Finalmente se puede acusar a aquellos, que imputan a los defensores de DI tener
motivaciones religiosas, de cometer falacias ad hominem o la del hombre de paja.
Esta táctica conlleva todas las ventajas de la inmunización.
El segundo fundamento, hablar de un diseñador
inespecífico a ser considerado como un subterfugio, se hace notorio si se sirve
de una de las usuales formas analíticas filosóficas. Cuyo primer paso consiste
en la demostración, que una posición, en el momento se presenta como explícita,
es trivial, irrelevante o no interesante. En un segundo paso se piensa, cómo podría
ser reparada esta posición, es decir, que debería expresar realmente, para que
no sea trivial o poco interesante. En un tercer paso, se investiga esta versión
más potente, sobre su plausibilidad.
El planificador
del diseño inteligente mundano
En el caso del DI, primero se debería comprobar la tesis
sobre el diseñador no especificado, citado al comienzo. Aquí se puede mostrar,
que contrario a Dembski y otros, no se puede separar el argumento de DI de la conclusión de
DI. Ya que los defensores del DI pasan por alto, que con la suposición de un inespecífico
o también un posible diseñador no divino, el problema, quién ahora ha planificado
o creado a este diseñador, es más gravante que en el caso con un diseñador
divino. Sin un conocimiento a priori no científico (o confesiones de fe
introducidos a priori), correctamente sólo podemos argumentar en base de
analogías. Estas analogías deberían partir de dos fundamentos de experiencias.
En primer término todos los diseñadores e inteligencias conocidas por nosotros,
son seres biológicos finitos, que a su vez tienen un origen natural no inteligente.
(Incluso si seres inteligentes realizan un acto de procreación, de acuerdo a nuestra
experiencia, este proceso en si no es inteligente. De esto se concluye que el
posible embrión proveniente de esto no es el resultado de un diseño inteligente,
de las por nosotros conocidas inteligencias, porque no es un artefacto. Sólo un
embrión sintetizado en un laboratorio sería planificado inteligentemente). En segundo lugar, todos los diseñadores conocidos, muestran
un orden, de manera que serpia legítima la pregunta, quien es responsable del orden
de esta inteligencia planificadora. De esta manera la referencia a un diseñador
inteligente explicaría muy poco, pero la exploración real sólo desplazaría todo
un paso hacia atrás.
Un ejemplo parecido lo conocemos de la biología: La
hipótesis de la panspermia, en relación al origen de la vida en la Tierra, según
la cual la vida es de origen extraterrestre. Esta respuesta explicaría como se
habría originado la vida en la Tierra, pero la más interesante es la pregunta,
cómo se forma la vida, queda sin respuesta. Algo parecido sería acertado si se adjudica
la inteligencia planificadora a un ser extraterrestre.
En consecuencia a una idea como esta, que recuerda a las fantasías pseudo-históricas
de Erich von Dänicken, algún extra terrestre
pudo haber instalado aquí en la Tierra una especie de laboratorio o zoológico
experimental. Pero esto tampoco explicaría mucho, sino traer en consecuencia la
pregunta sobre el origen de estos extraterrestres. Estos pudieron haber surgidos en otro lugar en forma natural, de
manera que, aquí se podría interrumpir la regresión – pero sólo ssi se acepta
la explicación de lo natural.
¿Pero podríamos esperar que los defensores del DI se darían
por satisfecho con esto? Presumiblemente no. Más bien hay que suponer, que
ellos harán todo lo posible para demostrar, que también la complejidad de estos
extraterrestres, necesitan un diseñador. Puesto que la explicación natural del origen
de seres vivientes simples, bajo condiciones adecuadas, es sólo un primer paso:
La complejidad de organismos extraterrestres más desarrollados, podría ser a su
vez, ser explicado sólo mediante un
mecanismo cómo la selección, al cual que con los mismos argumentos, cómo por principio
lo presenta el DI contra la selección,
lo podría poner en duda. La regresión continuaría aquí, tanto por razones teóricas,
cómo también por razones de motivaciones
ideológicas de los representantes del DI.
Con esto la tesis del diseñador inespecífico y
posiblemente mundano, no es interesante: En última instancia prácticamente no estaría
explicando nada, sino correr las explicaciones reales uno o varios pasos hacia
atrás. La referencia a un diseñador inteligente mundano sería solamente un paso
explicativo intermedio, pero nada que podría revelar el origen de un planificador
inteligente. Pero justamente esto debería garantizar una teoría del DI. Pero
esto, en relación a un diseñador terrenal, no lo puede hacer.
El planificador extraterrestre del diseño inteligente
No es de extrañar, cuando aún los defensores
del DI, que recién no más explicaron la tesis del diseñador mundano, por lo
menos rec0onmocen esto de manera implícita, al introducir en el juego a un
diseñador de otro mundo por ejemplo (Rammerstorfer 2006, anexo B). Con la rerencia
a un planificador no mundano se abandona el argumento análogo empírico, ya que
nada desde nuestra experiencia señala
una planificación extra mundana. Ante todo un diseñador extra mundano,
malamente aún no sería lo suficientemente específico, para poder explicar el origen
de un diseñador inteligente, puesto, que también son imaginables seres de otros
mundos cómo por ejemplo ángeles o demonios que por cierto ofic8an como inteligencias
planificadoras, pero que finalmente también pudieron haber sido planificados.
Sólo en el caso de una divinidad, se podria pensar seriamente sobre la
posibilidad en una causa sui, es decir, en esta caso de un diseñador no planificado,
de un “dissignator sui”. Este dios no tendría por qué tener una imagen con una larga barba, al estilo del antiguo testamento. Más bien se trata del usual concepto filosófico- teológico de dios, según el cual se trata de un ser, con características de un “movedor inamovible” respectivamente “primera causa” respectivamente “auto causado” (causa sui) absoluto, necesario, trascendente y perfecto (omnipotente, omnisciente, misericordioso), donde lo último, presumiblemente sólo una superior entidad personal, proporciona cierto sentido. Sólo un diseñador no planificado, en este divino sentido podría detener la regresión explicativo.
Si el DI quiere evitar la regresión y declarar
algo inteligente, entonces no es posible separarlo de la demostración de Dios teleológica.
El DI puede, si pretende reivindicarse como ciencia, no sólo puede sacar conclusiones
de diseño, sino también debe explicar algo. Si esta explicación no ha de ser regresiva,
debe nada menos que recurrir a un dios como planificación causa sui. Pero explicaciones
según el lema “Dios lo quiso así” son omni-explicativos (que lo explican todo)
y por lo tanto, no vienen al caso como una explicación científica (Bunge y
Mahner 2004). Con esto se hace evidente el carácter religioso de DI.
Y aquí ahora – en el tercer paso de nuestro análisis –
todos los bien conocidos argumentos filosófic0os
de la crítica religiosa en general como la crítica a la prueba de dios
teleológica en especial, llegan a buen término. Debido a que esto último fue
presentado resumidamente, no es necesario referirse nuevamente a ello (ver
Mackie 198; Martin 1990).
La contra crítica del diseño inteligente
A la luz de este análisis, diversos aspectos de la contra
crítica del campo del DI fracasan. Así por ejemplo el anti-evolucionista
Rammerstorfer (2006, anexo B), trata de esquivar el argumento de la regresión
afirmando, que la cuestión del orden, respectivamente la complejidad del diseñador,
se puede dejar de lado. Sin embargo es incomprensible, cómo algo, que en si no
muestra ningún orden, podría representa
una inteligencia planificadora. Incluso una identidad netamente espiritual transcendente,
para e considerada como inteligente, debería sacar conclusiones, resolver problemas
y poder combinar ideas. Por lo menos esto debería presuponer un orden
espiritual y lógico. El defensor del DI si no quiere ser blasfemo, tampoco
puede argumentar, que el espíritu de Dios es sólo reduciblemente complejo, y no
muestra una complejidad irreductible, que es necesaria para un diseñador inteligente.
Con
esto queda claro cuán arbitraria es la estructura argumentativa de los
seguidores del DI: Les gusta usar analogías empíricas, cuando se trata de la
conclusión de complejidades planificadas; si una analogía se transforma en un
obstáculo, se la rodea o se la niega, como por ejemplo con la pregunta sobre la
naturaleza del diseñador. Al respecto Rammesrstorfer (pág. 126), afirma, en el
caso de un diseñador de otro mundo no se puede decir a priori que este necesita
un diseñador. .Debido a que no sabemos absolutamente
nada sobre un diseñador sobrenatural, es totalmente legítimo emplear principios ontológicos y metodológicos, en
los cuales se basa el DI, cómo “Cada orden necesita un ordenador inteligente” o
“Cada estructura compleja necesita a un planificador inteligente” o por lo
menos “Cada estrictita compleja hace presumir la existenc8ia de un diseñador inteligente”
y antes quenada aplicar esto al mismo planificador. Para validar estos axiomas,
el defensor del DI debe referirse en otro tramo de conocimiento a priori (u
otros dogmas de fe) y con esto abandona cada vez más el terreno de las ciencias.
Rammerstorfer sólo tiene razón en tal medida, en el momento de la real existencia
de una diseñador no planificado podría detener la regresión. Pero la existencia
de un diseñador no planificado no se puede demostrar empírica y científicamente. Y en base a los diferentes problemas lógicos
y filosóficos de concepto dios conocidos desde las críticas a las religiones,
tampoco tenemos una buena razón, postular por lo menos hipotéticamente a una
entidad como esta.
Biólogos evolucionistas repetidas veces han
traído al tapete errores de
diseño morfológicas y anatómicas contra el DI. Rammerstorfer (2006) y
otros han tratado desvirtuar estas objeciones, en relación a los “errores de
diseño” haciendo referencia a la inespecífica, respectivamente, desconocida
naturaleza del diseñador, quién también, supuestamente debe atenerse a las
leyes de la naturaleza y otras restricciones constructivas. Sin embargo cuando el diseñador
de los defensores del DI, sólo podría ser un dios, entonces queda claro, que
estos intentos sólo sirven para inmunizarse contra la crítica. Es totalmente
incomprensible, porqué un dios transcendental, omnisciente, misericordioso y omnipotente
no se le h ocurrido crear algo mejor como la “corona de la creación” una variante
de mamíferos, sudantes, que orinan, defecan y mal olientes si no usan medidas
higiénicas adecuadas. El comprensión de Agustín “Inter faeces et urinam
nascimur” (Nacemos entre la orina y las heces) no da una señal de diseño convincente en relación
a un identidad tan noble cómo Dios. Además este omnisciente diseñador no previó,
que esta creatura se ha desarrollado a una especia masiva y que se está preparando,
para destruir su creación.
Conclusión: El DI es religión y no ciencia
Con esto no hay por dónde el DI podría ser convincente. Si esto solamente
emana de un planificador inteligente mundano, no expresa nada interesante. Primeramente estaría sujeto de
la regresión, y sólo correría una real explicación sólo unos pasos hacia atrás.
Si el DIU, para interrumpir la regresión y aceptaría en algún lugar una explicación,
que hace uso de procesos materiales o mecanismos no guiados, para la formación de un diseñador mundano, entonces de antemano el
emprendimiento del DI estaría demás, ya que la referencia a un diseñador inteligente
sería sólo un paso explicativo intermedio, cuya función sólo consistiría, no interrumpir
precipitadamente nuestra búsqueda por una auténtica explicación. Si el DI, al
contrario, postula abiertamente a un diseñador divino – con lo cual en general declararía
algo interesante y con lo cual e podría detener la regresión, esto si fuese aceptable
la idea de un dissignator sui -, entonces se haría demasiado evidente, que aquí
se trata exclusivamente de religión y de ningún manera de algo científico.
Bibliografía
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Stuttgart.
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Rammerstorfer, M. (2006) Nur eine Illusion? Biologie und
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Streminger, G. (1992) Gottes Güte und die Übel der Welt. Mohr-Siebeck,
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Waschke, T. (2003) Intelligent Design. Eine Alternative
zur naturalistischen Wissenschaft? Skeptiker 16(4), 128-136.
Fuente http://www.martin-neukamm.de
Traducido del del alemán por A.,Gundelach. Junio 2013
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