7 de diciembre de 2014

Ateísmo. La razón duda, juzga y se somete a Dios



Ateísmo. La razón duda, juzga y se somete a Dios
Publicado: 16 agosto, 2012 en Pensamiento
Por Joan Figuerola

R: Ya el título es erróneo, siempre es razonable cuestionarse todas las cosas y por lo tanto juzga si algo es atinado o no, pero no se somete a un dios.

 “Vas a realizar una acción virtuosa y, sin embargo, no crees en la virtud: eso es lo que te irrita y te atormenta” (Dostoievski, Los hermanos Karamazov). El orgullo de Iván ilustra, quizá, la esencia misma del ateísmo.
R: El orgullo de los ateos es que hemos logrado superar la necesidad de creer en un dios, y liberarnos de las imposiciones que las religiones hacen en nombro del dios correspondiente. Los ateos nos hemos liberado de de las doctrinas impositivas a las cuales, los respectivos jerarcas,  quieren someter a la humanidad.

El ateo puro, aquel que lleva la insubordinación metafísica del ser hasta las últimas consecuencias, no niega a Dios en cuanto Dios, sino la omnipotencia divina en el devenir del hombre, cuyo acto redentor, la salvación, exaspera. El ateo se subleva y, conocedor de que la humanidad se torna incomprensible para el hombre sin el fundamento al que se refiere y explica, anhela un orden nuevo que sea la demanda y, al mismo tiempo, la apostilla de su enaltecimiento.
R: Los ateos no nos subordinamos a lo sobre natural. A lo que nos atendemos son las leyes que nosotros mismos nos damos en forma libre y democrática. Rechazamos todo tipo de obediencia de tipo religioso, o de cualquier otra ideología. Los ateos afirmamos que la existencia de un dios es prácticamente nula. Ningún dios ha intervenido o interviene en el devenir de la humanidad, hasta ahora no existe ninguna evidencia de esto. Los ateos tampoco buscamos ser redimidos o salvados, porque esto es sólo un concepto teológico con el cual las religiones justifican su supuesta necesidad de su existencia.
Los ateos nos sublevamos contra las dictaduras de las iglesias, contra su reivindicación de ser las rectoras sobre el comportamiento humano. Ser los dueños exclusivos de la verdad y de la moral.
Anhelamos una libre supremacía del humanismo secular sobre las ataduras inquisitivas y dogmáticas que imponen las religiones a sus respectivos seguidores.
    
Este sujeto, lo apunta bien Albert Camus en El hombre rebelde, es más blasfemo que ateo; más que una negación de Dios establece una denuncia al Creador de un orden que causa irritación y del cual quiere desligar su ontológica naturaleza al entenderla como una simple relación de superioridad y sumisión. Este hombre quiere vencer a Dios, lo vemos hoy en los textos de los cuatro jinetes del ateísmo: Dawkins, Dennet, Harris y el difunto Hitchens, y para ello pretende desligarlo del devenir humano creyéndose, con una fe ciega más que con una razón abierta y conocedora de sus posibilidades y limitaciones, que todo está en sus manos.
R: Los ateos y los humanistas  nos rebelamos, contra dictámenes impuestos por personas que, según su auto definición, lo hacen en nombre de un supuesto dios en el cual ellos dicen creer. Al convertirnos en ateos nos desligamos de ser sometidos a las doctrinas. Dogmas e imposiciones de las organizaciones religiosas y sus diferentes iglesias. Ningún ateo, y tampoco los “4 jinetes del ateísmo”, nos “desligamos con una fe ciega” de la ideas dios, sino por la razón lógica que nos dan las ciencias naturales, tampoco afirmaos,” que  todo está en nuestras manos”.

El ateo, olvida que el hombre mismo, como naturaleza y persona, está sujeto a su conducta moral y al juicio de Dios y, consecuentemente, que su elección le conduce a la salvación o a la zozobra.
R: Nosotros los humanos estamos sujetos a las leyes y las normas morales que nosotros mismos en forma consensuada y democrática nos damos en las diferentes sociedades en la cuales vivimos, y rechazamos, enfáticamente toda imposición moral proveniente de una religión, ya que estas se basan en premios o castigos, lo que convierte esta moral en lo contrario, en una total inmoralidad.

En Sentido teológico de la muerte Karl rahner argumenta, al hilo de la rebelión metafísica contra el sufrimiento de vivir y de morir que comenta Albert Camus enEl hombre rebelde, que la concepción de la vida y de la muerte puede vivirse durante el transcurso de la existencia como pecado mortal cuando “el hombre no acepta ya la abertura de la muerte hacia Dios en quien radica su carácter oculto”. El ateo cae en pecado porque rechaza la invitación a la vocación que Dios tiene preparada para él en la vida y después de la muerte.
R: Para la iglesia católica no someterse a ella, a sus doctrinas y dogmas.
375 – Existe sólo  u n a  Iglesia general de los creyentes. Fuera de ella nadie será salvo. En ella Jesucristo es sacerdote y víctima al mismo tiempo.
381 – [La santa Iglesia romana, fundada por la palabra de nuestro Señor y Salvador,] cree firmemente, confiesa y anuncia, que “nadie, fuera de la Iglesia católica, ni pagano, ni judío, ni incrédulos o separados de la unidad - será partícipe de la vida eterna, más bien caerá en el fuego eterno, que le es preparado al diablo y a sus ángeles, si no se adhiere a ella (La Iglesia) antes de la muerte. Tanto significa la unidad del cuerpo de la Iglesia, que los sacramentos eclesiásticos sólo sirven para la salvación a aquellos, que permanecen en ella, y que sólo ellos logran la merced de la eterna vida mediante el ayuno, limosnas, otras obras piadosas y el servicio militar de la vida cristiana. “Se  pueden dar las limosnas que se quieran, incluso derramar su sangre en el nombre de Cristo, no podrá ser salvo, si no permanece en el seno y en la unidad de la Iglesia católica” (Fulgencio).
(Documentos originales, recapitulados y editados por Josef Neuner, Heinrich Roos, Karl Rahner y Karlheinz Weger en: La fe de la Iglesia en los documentos de la anunciación de las enseñanzas).
Los ateos no somos pecadores, no somos religiosos. 

El ateo cava su propia fosa en el intento de eludir el destino.
R: Los ateos nos forjamos nuestros propios destinos, de acuerdo a nuestras capacidades y al entorno en el cual crecimos.

Metafísicamente es tan poco sustancial la afirmación “Dios ha muerto” o “Dios no existe” como sostener que el hombre puede alcanzar su fin sin Él.
R: para afirmar que Dios ha muerto o que no existe primero  debemos saber si  existe, pero no existe ninguna evidencia de que algún dios existe o haya realmente existido alguna vez.

Ciertamente, es posible que alguien viva con la consideración de que Dios no se manifiesta a la conciencia (Dostoievski, Crimen y castigo), pero tal elección no hace más que convertir al hombre en una fugaz ciudadela cuyas espléndidas murallas, erigidas por la vana insurrección, se desprenden llegado el momento, como bien saben Sartre y Camus, pues el hombre no se puede entregar al azar ni puede contradecir perennemente la existencia de la realidad superior que es el Ser personal de Dios.
R: Los ateos vivimos sin la necesidad de creer en alguna divinidad. Sólo los recién nacidos están entregados a la suerte de la calidad de sus padres, ellos no los eligieron.
No existe una realidad superior o sobrenatural, y si existiera no tenemos ninguna posibilidad de conocerla, puesto que lo metafísico no interactúa con la naturaleza. Por lo tanto si existiera es totalmente irrelevante para nosotros los humanos.


Dios no es una ilusión, su supuesta defenestración no es causa de la razón pura (Richard Dawkins) ni de ningún valor moral (Iván Karamazov), sino de la cerrazón: La racionalidad de la razón no puede darse por supuesta sino que “hay que saber dudar donde es necesario, asegurarse donde es necesario, sometiéndose donde es necesario. Quien no lo hace no escucha la fuerza de la razón. Los hay que pecan contra estos principios: o bien aseverándolo todo como demostrativo, por no entender de demostraciones; o bien dudando de todo por no saber dónde hay que someterse; o bien sometiéndose a todo, por no saber dónde hay que juzgar” (Blaise Pascal, Pensées, 268).
R: Siempre hay que cuestionarse o poner en duda afirmaciones que no tienen un argumento sólido, siempre hay que asegurarse que algo que se afirma sea comprobado, lo que no se puede comprobar siempre va a ser dudoso.  Uno automáticamente se somete a lo  que es lógico, por ejemplo las matemáticas – es una tontera rebelarse contra 2 + 2 = 4 y afirmar que es 5.  Pascal dice: “por no entender de demostraciones” , sin embargo hay muchas personas que simplemente no quieren entender demostraciones, porque, como dijo Carl Sagan, tienen una tremenda necesidad de creer. Para estos la creencia o la fe, que es lo  mismo, tiene más importancia que cualquier evidencia.

Lamentablemente y muy a pesar de que Dios sólo se hace accesible a la razón del hombre y que la fe es un acto de la totalidad del yo que exige siempre ser pensada de nuevo y, de nuevo, manifestada – no es un creer a ciegas – (Joseph Ratzinger, Introducción al cristianismo) existe la negación fruto de la libertad que Dios confiere a la persona: siempre y en todos los tiempos hay un Iván que grita: “Mi indignación – hacia Dios – subsistirá aunque me equivoque, aunque Dios existiese”.
R: Es justamente lo contrario Dios no se hace accesible por la razón sino por la irracionalidad. Los que razonamos desechamos la idea de dios por ser irracional, Una creencia no se basa en una realidad, si fuese así no dirían “yo creo” -. Si la fe no fuese ciega los creyentes dirían “yo sé” . Los cristianos constantemente repiten su Credo, que comienza así:
Creo en Dios, Padre Todopoderoso Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo,
Nuestro Señor,
etc.
No hablan de su confesión de cognición. No dicen: “Yo sé que Dios, Padre Todopoderoso  existe.”

 Pero esta negación no es ninguna victoria, al contrario.
R: Si es una victoria, una victoria sobre la superstición, una victoria sobre el engaño, una victoria sobre la ignorancia, una victoria del raciocinio lógico.

Si bien el hombre puede escoger su forma de vida, no es menos cierto que se siente requerido a escoger lo mejor, y esto mejor ya no es algo que reste a su arbitrio: “si quieres realmente ser, tienes necesariamente que adoptar una muy determinada forma de vida. Ahora, tú puedes, si quieres, no adoptarla y decidir ser otra cosa que lo que tienes que ser. Mas entonces, sábelo, te quedas sin ser nada, porque no puedes ser verdaderamente sino el que tienes que ser, tu auténtico ser” (Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo). 
R: Pero para esto no es necesaria la existencia de un dios.

Fuente:  http://opusprima.wordpress.com

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