20 de enero de 2013

Ataques al ateísmo

Ataques al ateísmo
Rolf Dober

Como ateos se designan a personas, que niegan, que existen un dios personal o dioses personales. El teísmo es la creencia en un dios (personal) que no sólo ha creado al mundo. Sino que también lo mantiene.
En el idioma coloquial y en su historia el concepto ateísmo no es muy claramente definido y rico en variantes.

La historia del ateísmo

“… en la antigua Grecia se llamaban como “ateos”, que rechazaban a los dioses del culto estatal: Entre ellos por ejemplo, estaban los cristianos. Cuando el monoteísmo cristiano llego a ser religión estatal, se valoró de inmediato a todos los ataques contra el cristianismo como ateísmo. Por esto el “ateísmo” era la denominación de una concepción, que se encontraba en oposición al punto de vista religioso de la sociedad reinante. Dado que las creencias religiosas prevalecientes fueron inventadas como un apoyo del estatus social y que “Dios” podría valer como garante del trono o la propiedad ciudadana; a los ateos se les consideraba como personas peligrosas y sediciosas; revoluciones burguesas por su lado muchas veces proclamaban un ateísmo político. De ahí, que muchas veces se igualaba al ateísmo con la falta de compromisos e inmoralidad y relacionándolo con el pecado de Adán y Eva y la caída de Satanás. 

La propagación del ateísmo en los tiempos modernos se debe sin duda alguna, que hubo que abandonar la concepción, que el ser humanos es el centro del cosmos.


Las modernas ciencias reemplazó la imagen de un mundo ordenado previsible y  con sentido. Con esto se perdió la creencia, que el orden del mundo este fundado en Dios y que puede ser visualizado, mediante la razón. El ser humano perdió su ancestral lugar y su base segura, de cierto modo se cayó fuera del cosmos. Si existencia y su destino parecieran ahora como una consecuencia de casualidades. La metafísica (la enseñanza filosófica de los que esta ante y sobrepuesto a la naturaleza) ya no le podía proporcionar determinadas visiones; con esto la fe en un dios todopoderoso, perdió uno de los apoyos más importantes. Los defensores de la fe llamaron a los ateos “impíos”, quienes en oposición a los justos (píos), se revelaban contra la voluntad de Dios. De la malevolencia del ateísmo nacerían contravenciones al derecho y perturbaciones del orden social. En el vocablo popular el concepto “impío” se mantuvo como “inmoral”.

Enfoques masivos de concepciones ateas, se encuentran en el siglo 16 y 17 con la repercusión del renacimiento, que por su lado revivieron aspectos del antiguo ateísmo y la antigua crítica a las religiones. Kant (1724-1804) le propinó a la teología racional, mediante la refutación de sus pruebas de la existencia de Dios un golpe perdurable, del cual hasta hoy no ha logrado recuperarse. Las ciencias naturales se emanciparon del paternalismo teológico y filosófico. Copérnico (1473-1543) y Galileo (1564-1642) disolvieron la visión del mundo del Medioevo.  Para la explicación del mundo y sus fenómenos, dios se hizo cada vez más prescindible.


El ateísmo llegó a la cima donde Ludwig Feuerbach (1804-1872). El revirtió la creencia creacionista cristiana en lo contrario. : Dios no creó al hombre, sino el hombre creó a Dios “a su imagen”. Esto significa que la enseñanza de Dios (teología) es reemplazada por la enseñanza del hombre (antropología): En la religión sólo tiene que ver con el hombre mismo. El ser humano sólo está determinado sólo por dos realidades: Por la sociedad y la naturaleza. Aquel que cree en Dios se engaña así mismo. La ilustración adopta la forma de la crítica a la religión. El ser máximo del hombre ya ni es Dios, sino el ser humano mismo. Por esto una verdadera religión se realiza en la relación del yo y tu, por ejemplo en la relación sexual. La crítica a las religiones debe disolver al cristianismo.

 La sexualidad y la política llegan a ser los nuevos focos de la interpretación religiosa de la existencia; pues en la política y en la sexualidad, el hombre se puede materializar se a sí mismo y a su naturaleza. La influencia de Feuerbach fue inmensa. Él impresionó a Marx (1818-1883) y a Engels (1820-1895). David Friedrich Strauss (1808-1874) en conexión a Feuerbach, descubrió el carácter místico de muchas historias de la vida de Jesús: Se debería, en lo posible, diferenciar entre el “Jesús de la historia” y el “Cristo de la fe”. Heinrich Heine (1797-1856) defendió a su ateísmo combatiente y burlón, “Dios, Cristo y compañía ... Esta casa está en quiebra en Europa” (1832).


En su investigación sobre la teoría de la evolución, Charles Darwin (1809-1882) llegó a conclusiones que  refutaban la enseñanza bíblica sobre la creación del hombre por Dios. “Creación” y “desarrollo”  estaban en conflicto  irreversible entre sí.


Debido a os escritos de Ernst Haeckel (1834-1917), se expandió el ateísmo naturalista en todas los estratos sociales. La creencia en Dios y los conocimientos científicos eran considerados incompatibles.


El ateísmo del siglo 20 es ante todo político. Se encuentra en la tradición de la cr+itica religiosa de Francia del siglo 18 y en especial de Tiry von Holbach (Paul Dietrich Dirre 1723-1789) un clásico del ateísmo, en cuyas obras se inspiraron los críticos de las religiones del siglo 19 y 20. Según su opinión la creencia en Dios proviene del “fraude sacerdotal”; que mantenía al pueblo en la ignorancia, bajo la subyugación  y la explotación; detrás de sistemas eclesiales y religiosos apenas se pueden esconder el deseo para aumentar el poder.

El moderno ateísmo político describe a la religión como una herramienta en las manos de los gobernantes; el marxismo declara como parte importante de su ideología, la crítica a las religiones, como un movimiento de la liberación. Lo atractivo de esta ideología se basa en su promesa de fomentar la emancipación del ser humano de de establecer la libertad y la dignidad humana. En tiempos pretéritos la creencia fue lo normal y la negación de Dios lo anormal, entonces hoy esta relación ha cambiado: Según la concepción de sus defensores, el ateísmo es la necesaria y lógica forma de la inteligencia humana (Max Bense 1964); el mundo debe ser conceptuado sin Dios, es decir pensado y explicado de sí mismo. Con esto ideas sobre dioses de toda índole, las confesiones de fe y las religiones en general caducarían. En adición  a Auguste Comte (1798-1857), se afirmaba, el espíritu humano – al igual que cada civilización – tres estados: Un “teológico”, un “metafísico” y un “humano”. La teología y la metafísica fallecen, cuando el hombre haya alcanzado su “madurez plena”. El materialismo entendía haber demostrado “que ya no era sostenible la creencia en la existencia de Dios” y pensaba ver la llegada del tiempo en el cual las religiones iban a desaparecer. El hecho es que no se puede demostrar la no existencia ni la existencia de Dios. Tampoco se confirma la tesis del desfallecimiento de las religiones bajo las condiciones del comunismo.


Ateísmo por desesperación – Ateísmo por indiferencia 


El ateísmo moderno se basa no tanto en comprensiones que por experiencias. La experiencia del sufrimiento en la historia y en la vida constantemente a despertado tendencias ateas. La más drástica acusación contra Dios en la antigüedad la formuló Epicuro (341-271 a.C.):
“Dios no quiere o no puede eliminar el mal; o lo puede hacer, pero no quiere; o no lo quiere ni puede; o quiere pero no puede. Di puede eliminar el mal pero no lo quiere hacer, entonces es malévolo yu débil y por esto no es un dios. pero si quiere y puede, lo que sólo le corresponde a Dios, ¿de dónde provienen todo el mal y porqué no lo elimina?”

La experiencia del mal y del sufrimiento en el mundo, a veces llegaba a la revelación contra Dios. Ya que de Dios no se puede esperar que se justifique y que tampoco se puede esperar de él, la felicidad mundana, entonces según Alberto Camus (1913-1960), los humanos deberían hacer el esfuerzo máximo, para disminuir el sufrimiento. Por más de un siglo el terremoto de Lisboa (1755) alimentó un pesimismo religioso y filosófico. Para muchos “la bondad de Dios se transformó en algo sospechoso” (Goethe 17649-18321).


El exterminio de los judíos en el Tercer Reich, fue nombrado por Theodor W. Adorno (1903-1969) el “infierno construido de la maldad del hombre”, que imposibilitó sacarle algo positivo a la existencia, sin causarles injusticia a las víctimas. Hablar ahora de un sentido del mundo, que proviene de Dios, pareciera una burla frente a los afectados. “Auschwitz” habría demostrado el fracaso de la filosofía y del arte, de la cultura y de la religión. “Toda cultura después de Auschwitz… es basura”. La idea “que el mundo finito del infinito dolor, esté englobado por un plan mundial divino” es una locura. “Ninguna palabra pronunciada por el altísimo, tampoco una teológica, tiene justificaci0on después de Auschwitz” Las religiones se deberían disolver en la desesperación.

Más común que el ateísmo por desesperación, es el “ateísmo de la extinción interna” (Kurt Leese 1948): El “sentimiento por lo divino” la “búsqueda y el sentido religiosos” se encuentra embotado en amplias capas de la población. El ateísmo de la indiferencia es más radical que todas las demás negaciones de Dios. En aquello que más preocupa al ser humano, Dios ya casi no juega un rol. No la creencia en Dios ni la negación de Dios son de interés palpable. El ateísmo de las masas tampoco ya es el ateísmo de tiempos anteriores, como una decisión personal, sino más bien la conexión involuntaria a un sentimiento común:
“La irreligión moderna es irreflexiva y sin palabras.”



Traducido del alemán por A. Gundelach, con la gentil autorización de Rolf Dober


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