11 de mayo de 2015

Ateismo y ciencia hoy



 Ateismo y ciencia hoy
A Dios se le puede conocer por distintos caminos. Hay gente que ha llegado al conocimiento de Dios por una experiencia personal, porque lo siente, porque lo vive, por una vivencia íntima. Lo ha te­nido tan cerca, tan dentro de sí, que no puede du­dar de su existencia. Como el que ha tenido un do­lor de muelas; no necesita que le expliquen qué es.
R: Siempre se puede sentir la existencia de algo real  cómo un dolor de muelas. Pero experiencias divinas son sólo emocionales, por ejemplo, si uno entra en una catedral, donde reina una luz colorida tenue debido a los coloridos vitrales, se escucha cantar un coro, el humo del incienso, todo esto crea un ambiente propicio para emociones, especialmente del tipo religioso.   
 
Es el caso de san Pablo o de André Frossard, como dice en su libro Dios existe, yo me lo encon­tré. Entró ateo en una iglesia y salió católico.
R
: Cuando sucedió esto Frossard tenía 20 años, y cómo él mismo relata, “Dios” no era un tema para él. Se podría decir que era ateo por falta de conocimiento. Y luego cuando entró en una iglesia católica, con toda la parafernalia que allí existe y lo arriba descrito, no me sorprende que un joven quede impresionado por todo esto, que nunca antes vio. Lo  que hiso y fue posteriormente es irrelevante. Hubiera sido impresionante si después de viejo se hubiera convertido al catolicismo con una entrada y salida de una iglesia.  

Pero no es éste el único modo ni el más fre­cuente de conocer a Dios.
R: Mediante emociones no se llega a conocer nada.

Vamos a reflexionar sobre lo que significa co­nocer a Dios por medio del entendimiento. No se trata de reducir la fe a la razón. La fe trasciende la razón, pero es razonable. Si no lo fuera, los cre­yentes seríamos unos estúpidos.
R: Quizás mediante el entendimiento sólo se, puede llegar a creer que se conoce a Dios.
Describir al dios de los cristianos, es totalmente imposible, puesto que la opinión de los cristianos sobre su dios difieren enormemente. La mejor de describir al dios de los cristianos, es quizás aquella que lo describo como indefinible. Algo que no se puede definir no puede ser criticado. Y de hecho el dios de los cristianos es indefinible, - o habría que creerle a alguna secta.

Por otra parte, ya nos lo dijo san Juan: “A Dios no lo ha visto nadie. Dios es espíritu.” Con los ojos de la cara, a Dios no se le ve. Eso no es nuevo. Eso lo sabemos de siempre. A Dios no lo ha visto nadie. A Jesucristo sí, porque Jesucristo es Dios hecho Hombre, con cuerpo de hombre; pero a Dios-Creador no lo ha visto nadie, pero esto no significa que Dios no exista.
R: Pero tampoco lo contrario.

Los ojos no ven todo lo que existe
Hay muchas cosas que existen y no se ven con los ojos de la cara. Los ojos no ven lo muy pequeño, y por eso necesitamos un microscopio; ni lo muy le­jano, y por eso nos servimos de unos prismáticos.
Y, desde luego, los ojos no sirven para conocer el amor. ¿Se puede negar que existe el amor? Si sois padres de familia, tenéis amor a vuestras esposas, a vuestros hijos. Los solteros tienen amor a su no­via. ¿Quién ha visto el amor? ¿De qué color es el amor? ¿Es azul? ¿Es rojo? ¿Es verde? ¿Qué forma tiene el amor? ¿Es triangular? ¿Es cuadrado? ¿Es rectangular? Vemos personas que se aman, pero el amor no se ve. ¡Y el amor existe! Pero el amor es algo espiritual. El amor no se pesa con una ba­lanza, el amor no se mide con un metro, porque la balanza y el metro sirven para pesar y medir co­sas materiales. Existe amor y existen grados de amor. Hay quien ama mucho y hay quien ama poco.
R: El amor es una sensación y las sensaciones mismas no se pueden ver, pero si existen y no son espirituales, sino son expresiones y sentimientos que provienen de la mente.
No existen grados de amor, si fuese así e amor sería medible - yo tengo 5 grados de amor por mi gato - pero arriba se niega que el amor es medible, luego no existen grados de amor.

Ni el telescopio sirve para ver a Dios ni el mi­croscopio para ver a Cristo en la Eucaristía. Tam­poco el ojo capta una sinfonía de Beethoven ni el oído admira un cuadro de Velázquez. Para cada conocimiento es necesario el órgano adecuado. Los sentidos son una fuente de conocimientos, pero no son la única ni la mejor. Cuando Des­cartes dice: «pienso, luego existo» hace un razona­miento totalmente válido, aunque sea al margen de los sentidos.
R: Aquí se trata de confundir a los legos, la vista no puede captar una sinfonía de Beethoven pero el oído si y un ojo puede captar una obra de Velázquez. Los órganos sensitivos son para captar información y no son una fuente de conocimiento. Las ciencias son fuentes de conocimientos, también son la historia. Si alguien dice “pienso” es porque está usando su cerebro y el conocimiento de saber que existe, provienen de los cinco sentidos. Un ser sin sentido no sabría si existe o no, como una piedra por ejemplo.

Los sentidos ayudan a la inteligencia, que ope­ra con los datos que éstos le proporcionan. Los mismos sentidos se complementan mutuamente para la percepción de la realidad, pero solos no bastan.
R: Falso, un sordo  pueda que vea mejor que una persona no sorda.

Hay cosas que nuestros ojos no ven pero exis­ten. Así es Dios. Dios es algo espiritual a quien no vemos, pero lo vamos a conocer por el entendi miento. Y lo que conocemos por el entendimiento vale más que lo que conocemos por los ojos.
R: Entendimiento según Wordreference: Facultad humana de comprender, comparar, juzgar las cosas, o inducir y deducir otras de las que ya se conocen.   Raciocinio, razón.
De acuerdo a esto no se puede conocer a “Dios” por el entendimiento, no tenemos con que compararlo y de donde deducirlo.  Y menos aún mediante la razón.


 no sólo ocurre con fantasmas sino también con cosas corrientes. Miramos la luna llena, y ¿qué vemos en el horizonte? Un gran disco rojo precioso. Los ojos, ¿qué nos dan? Un disco. Lo que nos dan los ojos es que la luna es como un plato. Sin embargo, la luna es esférica. Nosotros, mediante el estudio, sabemos que la luna es esfé­rica como una pelota. ¡Los ojos nos engañan!
R: Clásica falsa analogía. La Luna no es un fantasma, la Luna es un cuerpo celeste real.

Si en invierno nos asomamos de noche a con­templar el cielo estrellado, detrás del gigante Orión vemos la preciosidad de Sirio, una de las estrellas más inestables que conocemos. Pues puede que lo que estemos viendo ya no exista. Si­rio ha podido haber explotado y todavía no lo percibimos, puesto que la luz de la explosión tardará ocho años en llegar a nosotros. Está a ocho años luz. Podemos estar viéndola y que ya no exista.
R: Sirio en realidad es un sistema doble, y que yo sepa no es una estrella inestable. ¿Y que demuestra esto?

Muchas veces lo que vemos con los ojos es mentira, y tenemos que usar el entendimiento para tener una noción clara de la verdad, porque los ojos pueden engañarnos. Por eso digo que cuan­do conocemos una cosa con el entendimiento tie­ne más fuerza que cuando la conocemos sólo con los ojos.
R: Aquí se confunde el término mentira con ilusión óptica. Una ilusión óptica puede engañar nuestra vista, pero esto no es una mentira.

Nosotros vamos a conocer a Dios por el enten­dimiento, porque si conocemos algo mediante el entendimiento bien aplicado podemos estar seguros de que no nos equivocamos. Pongamos un ejemplo.
Si alguien me demostrara matemáticamente que el hijo es más viejo que su madre, aunque yo no supiera dónde está el fallo de la demostración, no por eso me dejaría convencer, pues mi enten­dimiento me advierte claramente que se trata de un engaño, porque yo sé que es imposible que el hijo sea mayor que su madre.
Si yo digo: «No he contado las estrellas del cie­lo, no sé cuántas hay; pero me atrevo a afirmar que el número de estrellas es... » ¡No las he contado!, pero estoy convencido de que nadie me pue­de convencer de lo contrario si afirmo que el nú­mero de las estrellas es par o impar.
Claro, si no es par, es impar. Porque en vues­tro entendimiento sabéis que el número que sea, cualquiera que sea, o será par o impar. El enten­dimiento lo comprende y no hay vuelta de hoja.
Si digo: «el todo es mayor que su parte» me das la razón. Con el entendimiento caes en la cuenta de que el todo es siempre mayor que su parte. El conjunto de la humanidad es siempre mayor que parte de la humanidad. Leer un libro entero siempre es más que leer una parte del li­bro.
Estos conocimientos que adquirimos con el entendimiento bien aplicado tienen mucha más fuerza, más firmeza, más seguridad, que las cosas que vemos con los ojos. Lo comprendemos con tanta claridad y con tanta seguridad que tenemos la certeza de que nunca nadie puede convencer­nos de lo contrario.
Por lo tanto, aunque a Dios no se le ve con los ojos de la cara, no importa. Lo conocemos con el entendimiento, que tiene más fuerza todavía.
R: El curita Jorge Loring mezcla cosas reales con fantasías. Él dice: “Porque en vues­tro entendimiento sabéis que el número que sea, cualquiera que sea, o será par o impar. El enten­dimiento lo comprende y no hay vuelta de hoja” porque es lógico, ya que solo existen estas dos alternativas.
 “El todo es mayor que su parte” esto también es lógico:
Cómo ya lo dije arriba lo lógico se auto explica, en otras palabras no necesita una explicación extra.
Decir que se puede conocer a “Dios” por entendimiento, es sólo una proposición y nada más


Jorge Loring, S. J. “Motivos para creer”.


3 comentarios:

Diego dijo...

"ni el mi­croscopio para ver a Cristo en la Eucaristía", dice nuestro cráneo.

Supongo que un análisis bioquímico podría diferenciar un hidrato de carbono proveniente de una galletita, de una proteína de carne humana, ¿no?

Diego dijo...

“El todo es mayor que su parte” esto también es lógico.

Sí, es lógico pero equivocado: el conjunto de los números terminados en 3 es una parte del conjunto de los números enteros, y sin embargo tienen la misma cantidad de elementos, infinitos.

Albrecht Gundelach dijo...

Hola Diego
Referente a los carbohidratos no puedo opinar, no soy bioquímico.
Y tu segunda cuestión no la entiendo