17 de agosto de 2008

¿Por qué he de creer en Dios?

¿Por qué he de creer en Dios?

Se puede creer en muchas cosas posibles (a veces también en cosas imposibles). Pero la pregunta que habría que hacerse es: ¿Por qué habría que hacerlo?

En las religiones se puede diferenciar entre dos corrientes. Una consiste en, afirmar, que es razonable creer en Dios y que para esto existen bases razonables. Esto significa, que por lo menos la existencia de Dios (pero no su esencia) es accesible mediante bases racionales del entendimiento humano. La otra corriente afirma, que no pueden existir o no hay bases racionales, ya que Dios no es accesible al entendimiento humano.

Junta a las bases racionales, existen también razones emocionales (sentimientos), por los cuales se puede cree en la existencia de Dios. Estos, a veces, juegan un papel muy grande. Los ateos, en general, son muy escépticos frente a las razones emocionales. Existe un puente entre bases emocionales y bases racionales, por ejemplo, cuando se afirma, que también bases emocionales se basan en fundamentos racionales, e inverso, que las bases emocionales son las bases de los fundamentos racionales. En la filosofía de la antigüedad hasta los tiempos modernos, generalmente sólo se reconocían bases racionales, respectivamente, a los fundamentos racionales se les daba prioridad frente a las bases emocionales. Si yo, por ejemplo, hablo de buenas razones, entonces siempre me refiero a fundamentos racionales. Para esta tradición el desprecio de las bases emocionales, existen por su lado buenos fundamentos.

Esto se debe, que emociones o sentimientos, son en lo esencial valoraciones de pensamientos o percepciones. Hay que preguntarse entonces, por qué valoro algo alto o bajo, o bien o mal, y vuelvo a aterrizar siempre en fundamentos racionales. Si esto no se hace, o sea, si no se cuestiona sus sentimientos, entonces uno se queda con la concepción, que algo es bueno y verdadero, porque se siente como bueno y verdadero, y esto no es una base suficiente, porque nada puede ser fundamentado consigo mismo. Además es relativamente difícil transmitir sentimientos – para que alguien pueda reproducir un sentimiento, hay que explicárselo con palabras, en tanto que la experiencia no es inmediatamente comprensible. Y entonces uno se encuentra nuevamente con una “traducción” de emociones en conceptos racionales. Por estas razones seguiré a la tradición filosófica de por siglos, y mirar ante todo los fundamentos racionales, en especial, cuando se trata de experiencias, que no son comprensibles en forma evidente. En la filosofía se trata del intercambio de argumentos, y estos a su vez, generalmente están libres de valoraciones o la evaluación es nombrada expresamente como un fundamento.

Si el teísta nos podría nombrar juiciosas y razonables bases o argumentos, para creer en Dios, entonces esto estaría en orden. Pero ahora se llama “Fe” y no “conocimiento”. Con el conocimiento en parte ya es muy difícil, descubrir cual es la cuestión, pero ¿como lo descubro en la creencia? Si sólo fuese tan difícil como con el conocimiento, entonces existiría una posibilidad, descubrir si Dios existe. De todos modos, con el conocimiento (saber) las personas en general están acorde (por lo menos en lo fundamental), pero con la creencia están muy desacordes.

Además saber puede ser falso. En forma estricta si es falso, ya no sería conocimiento – pero de todos modos, si se descubre, se sabe, lo que no es el caso. Esto lo explicamos también, si por ejemplo yo digo. “Yo se que las llaves están sobre la mesa” y si esto no es el caso, entonces no digo. “Yo supe, que las llaves estaban allí”, si no, digo “Pero yo creí, que las llaves estaban allí”. Creer algo en lo cotidiano, siempre expresa una cierta inseguridad – o cautela. Con la fe (dicen los creyentes) esto es diferente, ahí existe la certeza. ¿Pero si esto fuese así, quien me explica, por qué las personas en todas las partes del mundo, creen en cosas totalmente distintas? ¿Por qué la certeza de uno es tan certeramente falsa de otro?

Con el saber es, que existen evidencias (de las formas más distintas), argumentos o buenas razones, de algo que se tiene por verdadero. En la palabra certeza, implícitamente está contenido en concepto saber. Pero si, para la fe, existen evidencias, argumentos o buenas razones ¿entonces por qué no se habla de “saber”? Evidentemente porque faltan las evidencias, etc. o que los argumentos no son lo suficientemente buenos, o malas razones. ¿Pero porqué, a falta de evidencias, malos argumentos o malas razones he de creer a cambio en algo? En la vida cotidiana lo hago así, si no tengo otra elección [1], entonces creer, no es más que una suposición débil. Pero como con la creencia en Dios se habla de certeza – certeza de fe – debe tratarse de otra cosa que una creencia cotidiana, que es mucho más incierta que el saber. En la vida diaria debemos creer algo, si no tenemos evidencias, buenos argumentos o razones. Certeza no logramos con esto, a lo contrario, debemos creer, porque es incierto.

Si el creyente ahora habla de certeza de fe, entonces debe referirse a otra cosa que la creencia cotidiana insegura. Tampoco puede considerar al relativamente seguro conocimiento, si no, no estaría hablando de creencia. Si entonces existirían evidencias; buenos argumentos o razones para la fe de los creyentes religiosos, entonces hablarían sobre su conocimiento y no se considerarían como creyentes, si no, como conocedores. Pero como no lo hacen, su creencia debe consistir en considerar algo como cierto sin evidencias. Nosotros, en la vida cotidiana, para nuestro conocimiento tampoco siempre tenemos a mano pruebas, pero si generalmente buenos argumentos o buenas razones. Mientras mejor sean estas, tanto más hablamos de conocimiento, mientras más malas son, tanto más hablamos de creer [2]. Si faltan totalmente, entonces hablamos de incertidumbre.

Más adelante veremos, que – también en el lenguaje familiar – la palabra “certeza” también es usada de otra manera, a ser, como certeza emocional. También aquí juegan un rol los sentimientos. Esta certeza, entonces no nace del conocimiento, si no de emociones, y nuevamente hay que preguntarse, de donde provienen estos sentimientos, respectivamente, cual es la razón para esto.

Notas:

1. Creyentes a menudo opinan, que no tienen otra elección, ya que la fe muchas veces está reforzada con una amenaza: “¡Si tu no crees, perderás la vida!”. Hay que preguntarse, que otros argumentos necesitan una amenaza, para considerarlos convincentes. Se trata de una amenaza, y no de una advertencia, ya que el Dios, que aparentemente amenazó con la pérdida de la vida eterna, también sería aquel, que deja sin vida un alma inmortal. Una advertencia consiste en advertir a alguien de las consecuencias de un acto, pero si yo mismo soy el causante de esta consecuencia y podría actuar de otra manera, entonces se trata de una amenaza.
2. Nadie puede decir en forma exacta, donde termina la creencia cotidiana y donde comienza el saber – pero esto, para nuestros conceptos nada fuera de lo común, así, por ejemplo, tampoco nadie puede decir en forma exacta, donde termina el valle y donde comienza la montaña.

Con la gentil autorización de:

Volker Dittmar: Ateismo-INFO, Einführung in den Ateismus (Introducción al ateismo)
Ver también: http://www.dittmar-online.net/
http://www.atheismus-online.de/
http://www.volker-dittmar.info/
http://www.atheismus-info.de/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
EN LA CONDUCCION DIARIA

Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

Ejemplo:

Ceder el paso a un peatón.

Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

Poner un intermitente

Cada vez que cedes el paso a un peatón

o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años

Albrecht Gundelach dijo...

Estoy un poco confuso, ¿Qué tiene que ver este comentario con el artículo?