4 de enero de 2012

¿Existe la maldad?

¿Existe la maldad?

¿Existe realmente lo que llamamos maldad? Si no existiera la bondad no podríamos determinar lo que es malo o es bueno. Por ejemplo, cómo podemos definir que algo es grande, a primera instancia no lo podríamos hacer, sólo lo logramos mediante una comparación, pero esto tampoco nos dirá que algo se grande. Lo único que podríamos decir que, por ejemplo, A es más grande que B. Con el mal y el bien sucede exactamente lo mismo. Podemos decir que A es malo y que B es bueno pero no tenemos realmente un criterio para esto. Para mí, por ejemplo A puede ser algo malo, si soy diabético el azúcar es algo malo para mí.
La idea del taoísmo del Ying Yang es más acertada en lo que se relaciona con el bien o el mal. Nosotros acostumbrados a la cultura occidental, influenciada por el cristianismo, tenemos la tendencia de diferenciar las cosas. El bien o el mal, lo moral o lo inmoral, lo correcto o lo incorrecto.

Nada en si es lo uno o lo otro, por ejemplo el fuego no es malo ni bueno, puede ser las dos cosas al mismo tiempo, al igual que el agua o el viento, por ejemplo.
La separación del bien y del mal proviene principalmente de las tres grandes religiones monoteístas. Dios, lo bueno, el bien, Satanás lo malo, la maldad. Estos dos entes imaginarios tampoco son lo uno o lo otro, tanto el dios de la biblia y Satanás son ambas cosas. “Dios” no es netamente bueno ni “Satanás” es la maldad absoluta.

Es erróneo preguntarse si el mal como tal existe, todas las cosas tienen sus dos lados. No existe lo absolutamente malo o absolutamente bueno.

7 comentarios:

Alexánder dijo...

Las malas intenciones tienen que venir de alguna fuente. ¿Deberíamos culpar a Dios de alguna manera? La Biblia nos responde: “Al estar bajo prueba, que nadie diga: ‘Dios me somete a prueba’. Porque con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie”. Entonces, si Dios no es culpable, ¿quién lo es? Los versículos que siguen responden a esa pregunta: “Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado”. (Santiago 1:13-15.) De modo que una acción perjudicial se engendra cuando alguien cultiva un mal deseo y no lo rechaza. No obstante, hay otros factores que deben tenerse en cuenta.
Las Escrituras enseñan que los malos deseos se producen debido a que la humanidad padece un defecto fundamental: la imperfección heredada. El apóstol Pablo escribió en cuanto a esto: “Así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado”. (Romanos 5:12.) Por causa del pecado heredado, es fácil que el egoísmo anule la bondad de nuestro pensamiento y que la crueldad ahogue la compasión.

Albrecht Gundelach dijo...

Ustedes los teístas para exculpar al “buen” dios en el cual ustedes creen, del mal, buscan una vía de salida a este dilema, y esta salida es culpar a un ser mitológico que sería el diablo, que supuestamente engañó a otros seres mitológicos Adán y Eva. Y para esto se basan en un texto, que para los cristianos es sagrado, asumiendo que es aceptado por todo el mundo como válido. Pero esto es un erro, para muchos que piensan como yo, la Biblia no tiene ninguna relevancia en nuestras vidas.
En mi ensayo ya expliqué que el concepto del mal y del bien es muy banal, porque es relativo.
Expusiste: Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado”.
Tener un deseo en si no encierra ninguna maldad. Y tener malos deseos, si quedan sólo en eso, tampoco constituye un crimen. También se pueden tener buenos deseos, y si no se ponen en práctica no sirven de nada. Ustedes mismos dicen, por ejemplo: “Dios quiere que seas salvo”, pero esto también no es más que un deseo. Hay un dicho. “El camino al infierno está sembrado de dueños deseos”

Alexánder dijo...

Tras repasar las enseñanzas de pensadores eminentes que han vivido a lo largo de los siglos, la Encyclopædia Britannica dice que desde la época del filósofo griego Sócrates hasta el siglo XX ha habido “muchos debates sobre la definición exacta de lo que es el bien y la norma sobre lo que debe ser bueno o malo”.

Por ejemplo, los sofistas, destacado grupo de maestros griegos del siglo V a.E.C., enseñaban que las normas sobre lo bueno y lo malo se determinan en virtud de la opinión popular. Uno de ellos dijo: “Lo que a cada ciudad le parece justo y recto, lo es, en efecto, para ella, en tanto lo juzgue así”. Según esta norma, Josué —mencionado en el artículo anterior— debería quedarse con el dinero, ya que eso es lo que probablemente haría la mayoría de las personas de su comunidad, o “ciudad”.

Immanuel Kant, renombrado filósofo del siglo XVIII, expresó una opinión diferente. La revista Issues in Ethics comenta: “Immanuel Kant, entre otros, [...] se concentró en el derecho de cada persona a decidir lo que debe hacer”. Según esta postura filosófica, Josué podría hacer lo que le pareciera, con tal de que no vulnerara los derechos ajenos. No debería permitir que la opinión de la mayoría determinara sus normas.

Aplicar la enseñanza de Jesucristo, cuyas normas morales han merecido el elogio de cristianos y no cristianos. Jesús enseñó: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12).

Alexánder dijo...

Jehová es quien determina la norma sobre qué es bueno y qué es malo, toda persona debe conocer bien esta norma a fin de poder discernir el camino que ha de seguir. (Heb 5:14.)

Albrecht Gundelach dijo...

La biblia y el dios que allí se describe, no tiene ninguna autoridad moral, para definir lo que esta bien o está mal.
Además cómo lo describo en éste artículo, los términos el bien o el mal son una trivialidad, ya que no existen los absolutos.

Alexánder dijo...

No debemos confiar ni en la sabiduría del mundo ni en lo que nosotros creemos en cuanto a lo que es bueno y lo que es malo, ¿qué haremos? Fijémonos en este claro e inequívoco consejo del apóstol Pablo: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios” (Romanos 12:2). ¿Por qué tenemos que probar para nosotros mismos lo que es la voluntad de Dios? Jehová nos da en la Biblia una respuesta sencilla, pero convincente: “Como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que los caminos de ustedes, y mis pensamientos que los pensamientos de ustedes” (Isaías 55:9). Así que en lugar de confiar en el llamado sentido común o en nuestra opinión sobre lo que está bien, se nos da esta recomendación: “Sigan asegurándose de lo que es acepto al Señor” (Efesios 5:10).

Jesucristo recalcó esta necesidad cuando dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). La expresión “estén adquiriendo conocimiento” tiene un sentido mucho más profundo que “conocer”. Según el Diccionario expositivo, de Vine, “indica [...] una relación entre la persona que conoce y el objeto conocido; a este respecto, lo que es conocido es de valor e importancia para aquel que conoce, y de ahí el establecimiento de la relación”. Tener una relación con alguien implica más que saber quién es o cómo se llama. Hay que conocer qué le gusta y qué le disgusta, sus valores y sus normas; y hay que respetarlos (1 Juan 2:3; 4:8).

Albrecht Gundelach dijo...

En lo único que realmente nos podemos y debemos confiar es en nosotros mismos y no en unos textos escritos hacer más de 2000 años. En unos textos, que además se destacan por sus enseñanzas que están totalmente reñidas con lo que en el mundo y el humanismo secular consideramos cómo moralidad. Aceptar “la perfecta voluntad de Dios” por ejemplo, nos veríamos en la necesidad de matar a los homosexuales y a los tal llamadas callboys.

Referente a Isaías 55:9, me hago eco del poeta y dramaturgo inglés Robert Browning, quien dijo: “Existe un nuevo tribunal, más alto que él de Dios - el del hombre culto”.

Debemos confiar en nuestro sentido común ya que se basa en experiencias humanas y no en dictámenes de algunos escritores, que en algún casos fueron de un carácter bastante dudoso, de hace no sé cuantos miles de años atrás.

“Sigan asegurándose de lo que es acepto al Señor” (Efesios 5:10).
Lo que es acepto opera el dios de la biblia, en la mayoría de las cosas no es acepto para la humanidad, todo contrario, nos produce un rechazo total (Ver en este blog “La Biblia, un libro diabólico”).

En relación a “estén adquiriendo conocimiento”, los ateos que hemos leído la biblia, en especial el Antiguo Testamento. Rechazamos a estos textos por asquerosos y ser una verdadera antología de la inmoralidad.