10 de abril de 2013

El Antiguo y el Nuevo Testamento



El Antiguo y el Nuevo Testamento

Tengo claro, que muchos cristianos hacen una estricta diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Los obvios brutales excesos evidentemente se pueden encontrar en el antigua testamento, pero también el nuevo es extremadamente cuestionable y enfermizo. Basta con leer las Relevaciones y piense en todo lo que allí dice  y las am,enazas que contienen y lo que realmente significan. El Tercer Reich de Hitler fue un castillo de un cuento de hadas en comparación a las sádicas ideas, que la Biblia divulga también en el nuevo testamento. Por esto prácticamente nadie se sorprende, que incluso hoy los cristianos afirman con toda seriedad, que el SIDA es un castigo de Dios. El nuevo testamento en ningún momento condena al Dios del antiguo testamento y sus horrendos hechos, ni se desdice de él. El nuevo testamento sólo se puede entender, si se conoce el antiguo. Nadie llegaría a la absurda idea, que los “pecados” de la humanidad deben ser expiados mediante la sangre del sacrificio de un sacrificio humano divino, a menos, que él conozca el antiguo testamento con su caída del hombre y los constantes repetidos asesinatos  rituales de sacrificios. En el antiguo testamento era bien claro. Que el pecado sólo podía ser redimido mediante sangre. 

Fuente: www.atheismus.ch

17 comentarios:

Barullo dijo...

Sin contar, claro, que los judíos usan exclusivamente el Antiguo Testamento, así que se ve que todavía vale.

Albrecht Gundelach dijo...

La Tora, claro que tiene validez para los judíos creyentes.
Pero esto no significa que lo sea para el resto del mundo.

Alexánder dijo...

El pecado empaña en el hombre el reflejo de la semejanza y gloria de Dios, profana al hombre, lo convierte en persona inmunda, impura, lo empobrece en sentido espiritual y moral. (Compárese con Isa 6:5-7; Sl 51:1, 2; Eze 37:23)

Alexánder dijo...

El pecado hizo que el hombre ya no estuviera en armonía con su Creador. No solo dañó sus relaciones con Dios, sino también sus relaciones con el resto de la creación de Dios, e incluso se dañó a sí mismo, a su mente, corazón y cuerpo. Las consecuencias fueron funestas para la raza humana.

Alexánder dijo...

La importancia del Antiguo Testamento o Escrituras Hebreas; no puede exagerarse, pues sin su código de la ley, su historia y sus profecías, muchas partes de las Escrituras Griegas o Nuevo Testamento, no podrían entenderse. (Lu 24:27, 44.) “Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción.” “Estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos, y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado.” (Ro 15:4; 1Co 10:11.) Por ello, los escritores bíblicos cristianos citaron y se refirieron en repetidas ocasiones a los escritos bíblicos anteriores, aplicando y ampliando muchos de los temas y promesas de las Escrituras Hebreas.

Alexánder dijo...

La aplicación de la sangre de Cristo para la salvación del hombre se prefiguró en las Escrituras Hebreas de diversas maneras. Durante la celebración de la primera Pascua en Egipto, la sangre que se salpicó sobre la parte superior de la entrada y sobre los postes de la puerta de los hogares israelitas protegió al primogénito que había en su interior de morir a manos del ángel de Dios. (Éx 12:7, 22, 23; 1Co 5:7.) El pacto de la Ley, que contenía disposiciones expiatorias típicas, fue validado por medio de la sangre de animales. (Éx 24:5-8.) Los numerosos sacrificios cruentos, en particular los que se ofrecían en el Día de Expiación, servían para expiar los pecados de una manera típica, y representaban la verdadera eliminación del pecado por medio del sacrificio de Cristo. (Le 16:11, 15-18.)

El que la sangre tuviera que derramarse al pie o base del altar y ponerse sobre los cuernos del mismo ilustra el poder legal que tenía a la vista de Dios, pues Él la aceptaba para fines expiatorios. La expiación tenía su base o fundamento en la sangre, y la fuerza (representada por los cuernos) del sacrificio radicaba también en la sangre. (Le 9:9; Heb 9:22; 1Co 1:18.)

En las Escrituras Griegas Cristianas se subrayó aún con más fuerza la santidad de la sangre. Ya no tenía que ofrecerse más sangre animal, pues aquellas ofrendas animales solo eran una sombra de la realidad: Jesucristo. (Col 2:17; Heb 10:1-4, 8-10.) El sumo sacerdote de Israel introducía una parte representativa de la sangre en el Santísimo del santuario terrestre. (Le 16:14.) Jesucristo, como el verdadero sumo sacerdote, no entró en el cielo mismo con su sangre, que había sido derramada en el suelo (Jn 19:34), sino con el valor de su vida humana perfecta representada por su sangre. Nunca perdió este derecho a la vida por causa del pecado, sino que lo retuvo para utilizarlo como expiación de pecados. (Heb 7:26; 8:3; 9:11, 12.) Por estas razones, su sangre clama por mejores cosas que la del justo Abel. Solo la sangre del sacrificio perfecto del Hijo de Dios puede clamar por misericordia, mientras que la de Abel, así como la de los seguidores de Cristo que han muerto como mártires, clama por venganza. (Heb 12:24; Rev 6:9-11.)

Alexánder dijo...

Según la Ley, que contenía “una sombra de las buenas cosas por venir”, debían hacerse sacrificios de animales para cubrir los pecados. Sin embargo, esta cubierta era simbólica o de muestra, ya que tales animales eran inferiores al hombre; por eso, como dice el apóstol, “no es posible que la sangre de toros y de machos cabríos quite [realmente] los pecados”. (Heb 10:1-4.) Aquellos sacrificios de animales tenían que ser sin tacha, especímenes perfectos. (Le 22:21.) Por consiguiente, el verdadero sacrificio de rescate, un ser humano que realmente pudiese quitar los pecados, también tenía que ser perfecto, sin tacha. Debía corresponder con el perfecto Adán y tener perfección humana para poder pagar el precio de rescate que liberase a la prole de Adán de la deuda, la incapacidad y la esclavitud a la que los vendió su primer padre, Adán. (Compárese con Ro 7:14; Sl 51:5.) Solo de este modo podría satisfacerse la justicia perfecta de Dios, que requiere igual por igual: “alma por alma”. (Éx 21:23-25; Dt 19:21.)

La estricta justicia de Dios hacía imposible que la humanidad suministrara su propio redentor. (Sl 49:6-9.) No obstante, este hecho enalteció el amor y la misericordia de Dios, pues satisfizo sus propios requisitos a un coste enorme para Él, al dar la vida de su propio Hijo para proveer el precio de redención. (Ro 5:6-8.) A tal fin, fue preciso que su Hijo se hiciese hombre para corresponder con el perfecto Adán. Dios lo hizo posible al transferir la vida de su Hijo del cielo a la matriz de la virgen judía María. (Lu 1:26-37; Jn 1:14.) Puesto que Jesús no debía su vida a ningún padre humano que descendiera del pecador Adán, y, además, el espíritu santo de Dios ‘cubrió con su sombra’ a María, seguramente desde la concepción hasta el nacimiento de Jesús, este nació libre de toda herencia de pecado o imperfección, como si fuese “un cordero sin tacha e inmaculado” cuya sangre podría ser un sacrificio aceptable. (Lu 1:35; Jn 1:29; 1Pe 1:18, 19.) Se mantuvo libre de pecado durante toda su vida, por lo que no se le descalificó. (Heb 4:15; 7:26; 1Pe 2:22.) Como ‘partícipe de sangre y carne’, era un pariente próximo de la humanidad y tenía el precio con el que recomprarla o emanciparla: su propia vida perfecta mantenida pura a través de pruebas de integridad. (Heb 2:14, 15.)

Albrecht Gundelach dijo...

Pecado es un invento religioso parta intimidar y humillar. Yo no peco, no digo que soy perfecto, he cometido muchos errores en mi vida y los seguiré cometiendo, es parte de mí y de mi naturaleza como ser humano. Pero no cometo pecados.
Sin embargo est0oy arrepentido de todos los pecados que no cometí.

Albrecht Gundelach dijo...

La Biblia describe a un dios sediento de sangre. Tanto de animales como de humanos. Un dios que sólo era posible de calmar su cólera con litros y litros de sangre.

En toda la literatura humana no creo que se encuentre un personaje tan desagradable y despreciable como ese dios descrito en la Biblia

Roberto De la Cruz dijo...

Lo impresionante de todo es la manera estricta en que se enseña el antiguo testamento en las escuelas. No existe forma de medir el daño psicológico que esta lectura provoca en un niño de 8 ó 9 años, una edad en que el niño está sin espacio mental todavía para discernir sobre la veracidad o no de estas horribles historias. Además de creerlas, se aterran. Lo justo y adecuaddo sería enseñarle al mismo tiempo la posibilidad de que estas historias sean falsas y así empezar a dotarlo de un vigoroso arsenal crítico que pondría en franco desarrollo su capacidad analítica. Pero no, se prefiere aterrorizarlos y enervarles su diminuto y noble cerebro con estas lecturas para infiltrar en él todos esos temores que luego tomarán dimensiones insospechadas a partir de la siguiente etapa de su desarrollo.

El antiguo testamento representa una verguenza para la historia de la religión. La realidad es que el debate religioso no sabe que es lo que va a hacer con ella. Hoy, con los profundos avances de la ciencia, al servicio de la arqueología, estos cuentos y fábulas no son más que paquitos de mal gusto que conribuyen al entierro de las creencias religiosas, habida cuenta de los descubrimientos de las profundas y marcadas relaciones que estas historias guardan con las mitologías egipcias, griegas y orientales.

Seamos más razonables. El antiguo testamento no cabe dentro de la estructura de conocimiento que muestra el mundo actual.

Alexánder dijo...

Jehová Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto en 1513 a.E.C. y concluyó con ellos el pacto de la Ley por medio de Moisés. En el segundo de los Diez Mandamientos, Jehová dijo: “Yo soy Yahvé, tu Dios, un Dios celoso, [un Dios que exige devoción exclusiva] que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, y que uso de misericordia hasta mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos”. (Éxodo 20:5, 6, Straubinger.)

Como Soberano y dueño marital, Jehová tenía el derecho de exigir devoción exclusiva de su pueblo Israel que estaba en pacto con él. (Isaías 54:5; Jeremías 3:14.)

Cuando este pueblo se hizo infiel y vez tras vez se volvió a dioses falsos, ¿no era razonable el que Jehová, debido a su amor por ellos, los disciplinara, expresándole su desaprobación y condenación por su mal proceder?

En muchas ocasiones, Jehová mostró profunda preocupación por su pueblo y les hizo un llamamiento para que regresaran a él. (Isaías 55:7.) Aunque los castigó por sus pecados, permitiendo que su independencia como nación les fuera finalmente quitada y que fuesen llevados cautivos a un país lejano, a su debido tiempo los trajo de nuevo a su tierra natal. ¿Qué muestra todo esto acerca de Jehová? ¿Es él un Dios celoso, maligno, y vengativo? ¡No! Al contrario, esto muestra que él es “un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad”. (Éxodo 34:6; Nehemías 9:17; Joel 2:13; Nahúm 1:2, 3.)

Albrecht Gundelach dijo...

Claro que es un dios celoso.
Los celos son una respuesta emocional compleja y perturbadora, que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera como propio. (Wikipedia).
También es vengativo. “…hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian”.
La venganza consiste primordialmente en el desquite contra una persona o grupo en respuesta a una mala acción percibida. (Wikipedia)
La Biblia claramente describe a un dios maligno. Basta con leer como, según la Biblia, trató a los egipcios. Según este texto, este energúmeno allí descrito, endureció a propósito el corazón del Faraón. Para que no dejara salir a los israelíes, y así tener un motivo para castigar a todo un pueblo – los egipcios - que no tenía nada con este asunto. Si a esto alguien lo llama misericordioso, a ese alguien le digo, que tienen un concepto totalmente erróneo de lo que es la misericordia, y que tienen una mente enfermiza.
Además, toda esta historia del éxodo no es más que una invención, nunca hubo tal éxodo (Ver: Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman)

Albrecht Gundelach dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con la opinión de Roberto de la Cruz

Alexánder dijo...

Moisés y Aarón presentaron su mensaje ante Faraón en el nombre de Jehová. Sin embargo, el soberano egipcio respondió con arrogancia: “¿Quién es Jehová, para que yo obedezca su voz y envíe a Israel? No conozco a Jehová en absoluto y, lo que es más, no voy a enviar a Israel” (Éxodo 5:1, 2). Aunque Faraón resultó ser un hombre mentiroso y duro de corazón, Jehová hizo que Moisés le llevara sus mensajes una y otra vez (Éxodo 7:14-16, 20-23; 8:1, 2, 20).

Cuando el Faraón se negó a dejar que los israelitas partiesen de Egipto: Jehová envió diez plagas devastadoras sobre la tierra de Egipto. Cada vez que Faraón endurecía su corazón después de una plaga, Jehová demostraba aún más su gran poder por medio de otros actos milagrosos. (Éx 7:3-5, 14–11:10.)

(Éx 7:3. 3 En cuanto a mí, YO DEJARÉ QUE SE HAGA OBSTINADO
Éx 7:14 Entonces Jehová dijo a Moisés: “El corazón de Faraón es insensible. Ha rehusado enviar al pueblo.

Por lo tanto, algunos de los egipcios llegaron a reconocer que Jehová era un Dios al que había que obedecer. Por ejemplo, cuando se anunció la séptima plaga, algunos de los siervos de Faraón hicieron que sus propios siervos y su ganado se refugiaran antes de que empezase la granizada destructiva. (Éx 9:20, 21.) Finalmente, después que Faraón dejó en libertad a los israelitas, su corazón volvió a hacerse obstinado y reunió sus fuerzas para ir tras ellos y vengarse (Éx 14:8, 9; 15:9), pero Jehová lo destruyó con todo su ejército en el mar Rojo. (Éx 14:27, 28; Sl 136:15.) Durante muchos años después de estos acontecimientos, a medida que la gente hablaba de lo que Jehová había hecho a los egipcios debido a su terquedad, el nombre de Dios se daba a conocer entre las naciones. (Éx 18:10, 11; Jos 2:10, 11; 9:9; 1Sa 6:6.)

Albrecht Gundelach dijo...

Históricamente el Éxodo nunca existió, todo no es más que un invento para recalcar la identidad de los israelíes, mediante un relato épico total y absolutamente inventado.
Con esto doy término a la seguidilla de comentarios que no tienen sentido alguno.

Alexánder dijo...

La Biblia entera tiene un único tema: Dios se valdrá del Reino en manos de Jesucristo para vindicar Su soberanía y santificar Su nombre (Daniel 2:44; Revelación [Apocalipsis] 11:15).

Alexánder dijo...

Con razón impulsó Dios al apóstol Pablo a escribir: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza” (Romanos 15:4). No cabe duda: las Escrituras Hebreas siguen siendo parte esencial de la Palabra inspirada de Dios, la Biblia, y son de mucho valor para todos nosotros.