7 de mayo de 2009

Carta del presidente Truman al Papa Pacelli (Pio XII)

Carta del presidente Truman al Papa Pacelli (Pío XII)


The Converd Catoli (USA) - Julio - 1952
Washington, D.C.

Estimado Señor Pacelli:

Como bautista y como jefe ejecutivo de la más grande y poderosa nación del mundo, en la cual todos me llaman simplemente Señor Truman, no puedo dirigirme a Ud. como Su Santidad, titulo que solo pertenece a DIOS.

Nosotros, en los Estados Unidos de América, consideramos a todos los hombres iguales delante de Dios y nos dirigimos a ellos por sus verdaderos nombres. Por eso mismo me dirijo a Ud. simplemente como señor Pacelli.

El pueblo que me eligió su Jefe Ejecutivo es una nación democrática, amiga de la paz, por lo tanto mi deber es conseguir la cooperación de aquellos que realmente hayan dado pruebas de desear la Paz y de trabajar para conseguirla, no de los que gritan paz y fomentan la guerra. No creo que Ud. ni su Iglesia estén entre los que verdaderamente desean la paz y trabajan por ella.

En primer lugar, nuestros antepasados fundadores de esta gran nación, conocedores por la historia de la naturaleza de vuestra Iglesia amante de la política y de la guerra, sentaron como principio de nuestro gobierno no permitir vuestra intromisión en nuestros asuntos de gobierno.


Aprendieron bien esa lección en la historia de Europa y, por eso, estamos convencidos de que nuestra democracia durará mientras no aceptemos vuestra intromisión, como lo hicieron los gobiernos de Europa a quienes enredasteis con vuestras doctrinas e intrigas políticas. Thomas Jefferson, uno de los mas sabios de nuestro país, dijo esto mismo cuando lo declaró: " La historia no nos muestra ningún ejemplo de pueblo alguno manejado por el clero que haya tenido un gobierno civil y libre".

Por eso es usted la última persona en el mundo que pueda enseñarme la forma de dirigir a mi pueblo por el camino de la paz.

Para refrescar su memoria le recordaré algunos hechos de su predecesor en el Vaticano el Papa Pío XI, el iniciador de toda agresión fascista en los tratados de Letrán, celebrados con Mussolini en 1929. Este fue el principio de la traición a la civilización cristiana. Fue este el comienzo de los horrores que sufrieron Europa y el mundo, cuyas consecuencias estamos sufriendo todavía.

Un notable escritor e historiador de mis país, Lewis Munford (que no es comunista , ni odia a los católicos), escribió lo siguiente en su libro "Faith For Living", que publicó en 1940: "La traición al mundo cristiano se efectuó claramente en 1929 con el concordato celebrado con Mussolini y el Papa". Dice algo más: "Desafortunadamente los propósitos del fascismo están en gran conflicto con los de una república libre, como es la de los Estados Unidos de América. En este tratado la Iglesia Católica... fue su aliada, una potente aliada, de las fuerzas de la destrucción".

En esa época muy pocos de los que vivimos en los Estados Unidos conocíamos la verdadera naturaleza del fascismo, como Ud. y el Papa Pío XI lo conocían, pues fueron los que fomentaron la guerra y aliaron su iglesia a él (el fascismo).

Usted mismo fue especialmente preparado, como joven sacerdote y como diplomático de la Iglesia, para el propósito específico de ayudar a Alemania a prepararse para la Guerra Mundial.


Usted y el Káiser urdieron en Suiza las intrigas contra los aliados durante la primera guerra mundial. Usted estuvo doce años en Alemania en donde tomó parte de la ascensión de Hitler al poder, habiendo celebrado acuerdos con él y con el execrado Von Papen, un segundo Papa, que ayudo a Hitler a tomar el poder y puso firma con la del Cardenal Eugenio Pacelli y la de Hitler en el Concordato con el Vaticano, firmado en 1933.


Nadie creerá jamás que usted ignorase el complot de Hitler y sus nazis estaban preparando contra nosotros. El propio biógrafo católico dice que Ud., durante esos años, era " el hombre informado del Reich".

Después de la firma del Concordato por Ud. y por Von Papen y de hacer aspersiones con agua bendita a Hitler dándole la "impresión" de que resucitaba, Von Papen, que logró escapar de Nüremberg, se jactaba en la siguiente forma: "el tercer Reich es el primer poder que no solamente reconoce sino que pone en práctica los altos principios del papado".



Vuestros cardenales y obispos bendijeron en Roma las armas de guerra de los soldados enviados contra indefensos etíopes. Vuestro cardenal Schuester, de Milán, proclamó el robo de Etiopía como una cruzada santa " para llevar en triunfo a Etiopía la Cruz de Cristo". Mientras tanto sigue Ud. llamando a su Iglesia "la Iglesia de Dios" y pretende que yo, como jefe de un estado civil, le admita a Ud. como superior a mí y al pueblo de los Estados Unidos de América. Ud. habla con palabras melosas sobre justicia y al mismo tiempo hace sonar los tambores para otra guerra, tal vez más terrible que las dos ultimas, contra Rusia que nos ayudó a derrotar a Hitler y Mussolini.


Usted está incitando a los Estados Unidos para que cuanto antes declare la guerra a Rusia, usando los mismos métodos empleados por Hitler para lograr la solidez de sus detestables y diabólicos regímenes.

Usted quiere que desperdiciemos nuestro dinero y que enviemos a nuestros jóvenes a una muerte horrible, que sobre los cadáveres de Hitler y de Mussolini terminemos la lucha que aquellos empezaron con ayuda suya y a quienes nosotros derrotamos. Sí, Estados Unidos de América desean la Paz, pues de todas las naciones solamente nosotros quedamos con alguna prosperidad y decencia.

Somos el baluarte de las libertades democráticas protestantes. Si nosotros, o la Inglaterra protestante, nos debilitásemos, vuestra CULTURA CATÓLICA tendría una oportunidad para gobernar otra vez el mundo haciéndolo retroceder a la Edad Media. Si perdiésemos o nos debilitásemos con la guerra que Ud. está provocando contra Rusia, fácilmente procuraría el Vaticano una alianza con ella. Su predecesor el Papa Pío XI, declaró públicamente que el haría pacto CON EL DIABLO MISMO, si conviniese a los intereses de la Iglesia. Por lo tanto, señor Pacelli, es mi deber como Jefe de este país predominantemente protestante, rechazar sus propuestas a guisa de alianza, de pacto de paz. "Los que comen en el plato en que el Diablo está comiendo, deben usar una cuchara muy larga".

Continuaré mi labor para lograr y mantener la paz como buen bautista, conservando los honrados principios protestantes que hicieron poderosa nuestra nación y trabajando por ellos.


Sinceramente suyo,

HARRY S. TRUMANPRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

The Converd Catoli (USA) - Julio - 1952

5 comentarios:

SERPENTARIUS dijo...

Verdaderamente una joya. Ojalá tuviéramos un gobierno con los pantalones suficientes para decirle NO a la Iglesia.

Anónimo dijo...

¿Confirmaste la autenticidad de ésta?

http://foro.catholic.net/viewtopic.php?f=175&t=19527

Albrecht Gundelach dijo...

Anónimo se refiere a respuestas de algunos foristas que aparecen en un foro de catholicnet.
Allí se menciona que pudo haber sido una falsificación que habría aparecido en una revista de los masones. Pero el forista no puede dar mayores antecedentes.
Es lógico pensar que una carta como esta no es del agrado de la iglesia católica, por esto es plausible pensar que la iglesia católica desmiente que sea real, calificándola como un fraude.
No encontré nada respecto si esta carta es real o una falsificación. Yo asumo la posibilidad de que Harry Truman si la escribió, el contenido de dicho escrito lo estaría confirmando.

Alexánder dijo...

ESA pregunta la planteó el papa Benedicto XVI como parte de su discurso del 28 de mayo de 2006 cuando visitó el antiguo campo de concentración de Auschwitz (Polonia), el lugar donde los nazis asesinaron a cientos de miles de judíos y de otras personas. Dijo, además: “¡Cuántas preguntas se nos imponen en este lugar! Siempre surge de nuevo la pregunta: ¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción, este triunfo del mal? [...] Debemos seguir elevando, con humildad pero con perseverancia, ese grito a Dios: ‘Levántate. No te olvides de tu criatura, el hombre’”.
El discurso del Papa provocó todo tipo de reacciones. Algunos detectaron reveladoras omisiones, como el hecho de que no mencionara el antisemitismo relacionado con las atrocidades cometidas en Auschwitz. Otros interpretaron sus palabras como un intento de quitar importancia a la petición de perdón de Juan Pablo II por los pecados cometidos por la Iglesia. Un periodista católico, Filippo Gentiloni, plantea esta otra cuestión: “Ante la difícil pregunta de dónde estaba Dios —una pregunta sin respuesta—, era lógico que no pocos comentaristas pidieran más bien que se les contestara una pregunta más sencilla: ¿dónde estaba Pío XII?”. Estas críticas hacían referencia al silencio que guardó el papa Pío XII durante el Holocausto.
El Holocausto y todo otro acto de genocidio cometido a lo largo de la historia humana confirman que “el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Eclesiastés 8:9). No, el Creador del ser humano no ha permanecido callado ante tantos horrores. Más bien, mediante las páginas de la Biblia ha revelado las razones por las que permite la maldad, y nos garantiza que no ha olvidado a la humanidad. De hecho, pronto llegará a su fin el espacio de tiempo que Dios ha concedido para que el hombre se gobierne solo (Jeremías 10:23).

Alexánder dijo...

El 20 de julio de 1933 el Vaticano desplegó su interés en el poder en ascenso del nazismo cuando el cardenal Pacelli (quien después llegó a ser el papa Pío XII) firmó en Roma un concordato entre el Vaticano y la Alemania nazi. Von Papen firmó el documento como representante de Hitler, y Pacelli confirió allí a Von Papen la elevada condecoración papal de la Gran Cruz de la Orden de Pío. En su libro Satan in Top Hat (Satanás en sombrero de copa), Tibor Koeves escribe sobre esto: “El concordato fue una gran victoria para Hitler. Le dio el primer apoyo moral que había recibido del mundo, y de la fuente más ensalzada”. El concordato requería que el Vaticano dejara de apoyar al Partido Central Católico alemán, y así aprobaba el “estado totalitario” de un solo partido de Hitler. Además, su artículo 14 declaró: “El nombramiento de arzobispos, obispos y otros por el estilo se emitirá solo después que el gobernador, instalado por el Reich, se haya asegurado debidamente de que no existen dudas respecto a puntos políticos generales”. Para fines de 1933 (proclamado “Año Santo” por el papa Pío XI), el apoyo del Vaticano se había convertido en un factor importante en el empuje de Hitler hacia la dominación mundial.