12 de julio de 2011

Las Cruzadas

Las Cruzadas

Las cruzadas, terror en Tierra santa – ninguna guerra es santa

“Ninguna guerra es santa”

… leyó el visitante en el afiche, que promovía una exposición sobre las cruzadas, que se podía visitar en el primer semestre del año 2004 en el museo diocesano de la catedral de la ciudad de Mainz.

Esta frase llama la atención, ya que la “guerra santa” fue para la iglesia del Medioevo la justificación ideal para la carnicería de innumerables personas en numerosas cruzadas, que libraba la nombrada cristiana iglesia católica contra los “incrédulos”. Quién siempre haya sido el autor de esta frase, se podría creer, que pudo haberse producido un cambio, incluso una revolución espiritual en las cabezas de los teólogos, lejos de la guerra, hacia el pacifismo – para no eclesiásticamente creyente el cristiano simple, un evidente bien de fe.

Una mirada al catecismo de ambas iglesias, la católica y la evangélica, desengaña: La revolución espiritual, transformar espadas en arados, desgraciadamente no tuvo lugar en las cabezas de los teólogos. La guerra aún está disfrazada como “guerra de defensa”, bien de fe o mejor arma de fe de la iglesia. Sólo falta la etiqueta “santo”, pero esto con una ocasión adecuada es fácil agregarlo nuevamente a la “guerra”.

Hay que preguntarse, como de la obra de paz de Jesús pudo formarse una iglesia de guerra y como se pudo originar un mega crimen como los cruzadas. La exposición dio una oportunidad para reflexionar sobre esto.

Una firme teoría de la violencia

A los primeros padres de la iglesia del siglo 2 y 3, Justiniano, Origenes, Cipriano, aún se les puede llamar como verdaderos pacifistas. Todos ellos estaban convencidos que la guerra, la violencia armamentista, el derramamiento de sangre es reprochable y no es compatible con la conciencia de un cristiano honesto. Sus misiones las veían en la prédica por la no violencia y en una vida con Cristo como modelo.

El desastre comenzó el día cuando el emperador Constantino le otorgó al cristianismo la tolerancia y con esto, el imperio romano se transformó en un imperio cristiano romano, ya de que otro modo más que con el poder de las armas se iba a proteger a este estado, protector de la enseñanza de Jesús, contra sus adversarios. La iglesia, elevada por Constantino a una institución estatal y provista, con servicios, propiedades, derechos y capital, se sentía complacida, veía, a su vez, la guerra como un medio, para mantener todos estos logros del poder y de las ya considerables riquezas acumuladas.

La pregunta, si esta postura hacia la violencia concuerda con la enseñanza de Jesús, prudentemente no se planteó, ya que los teólogos, que obtienen beneficios del poder de la iglesia, como el “santo” padre de la iglesia Agustín, en el cargo de un obispo, fue en ayuda a la iglesia que tenía problemas de convicción, torcieron la enseñanza de Jesús de acuerdo a sus necesidades. Agustín logró la gracia, en su obra “De Civitate Dei” colocar ante la palabra “guerra” la palabra mágica “santa” y ya la guerra llegó a ser un bellum deo auctore, que significa, una “guerra por Dios deseada” y con esto una “guerra justa”. Aquel que entonces toma la espada, no morirá por la espada, como le reprocha Jesús al belicoso Pedro (Mateo 26, 52-53), si no combatirá como “>servidor de Dios por la luz”, para Cristo. Los enemigos de la iglesia, combaten entonces naturalmente, según la “lógica” teológica, por el Diablo.

Los siguientes pasos hacia una cada vez más sofisticada y sutil teoría de la guerra y violencia, realizaron con el correr de los siglos, maliciosos teólogos por encargo de sus papas. Apareció la “guerras anti-herejes“ contra los “enemigos de la iglesia en el interior” y la “guerra misionera”, que iba a cumplir con el encargo de Jesús:_ “Enseñad a los pueblos”. Con una dureza especialmente brutal – “Bautismo o muerte” – Fue convertido en una terrible realidad, por Carlos magno en las guerras contra los sajones.

Un clímax preliminar del ajuste en una “coherente” teoría de guerra, encontró el acróbata mental teológico, el obispo Anselmo de Lucca en el año 1085, con su abstrusa tesis, que la guerra sería “un acto de amor al prójimo”.

Gregorio VII (alrededor de 1050 d.C.) desarrolló. Como primer papa, una fundamentada “teología para las cruzadas”. Su meta era, crear un gran imperio, que no sería liderado por emperadores, si no por los papas, los legítimos sucesores de los césares romanos cristiano.

Como instrumento ejecutivo, llegó a considerarse la clase guerrera occidental. Cuyo espíritu misionario militante debía ser movilizado. La iglesia fue capaz de aprovechar la antigua ética de la caballerosidad y la adicción germana de ensalzar los sangrientos combates: Dios, re definido como un dios de la guerra, es el máximo señor, al cual el caballero está obligado a ser fiel. Por amor a este omnipotente señor de la guerra, el caballero combate contra el mal. No le teme a la muerte, ya que la cobardía es una deshonra fatal – se aspiraba el martirio. Así nacieron los “soldados de Cristo”, o como lo formulaban los ideólogos de las cruzadas, la “militia Christi”. Para hacer apetecible el combate, los teólogos ladinos inventaron un premio. La iglesia pagaba el servicio con una moneda metafísica: El perdón de los pecados.

Peregrinaje armado a la ciudad paradisiaca Jerusalén

“Esta tierra le fue dada como regalo por Dios a los hijos de Israel. Leche y miel fluyen en ella. Jerusalén es el ombligo del mundo. Es un segundo paraíso”, así describe con entusiasmo y tentadoramente el papa Urbano II, el iniciador de las cruzadas, el lugar más sagrado de la cristiandad. Ningún lugar en la Tierra ejercía tanta mágica atracción, como la “santa Jerusalén”. No es ningún milagro, que llegó a ser la número uno en la lista de los lugares de peregrinaje, de los cristianos occidentales. ¿Quien no quisiera llegar de una manera tan fácil, por lo menos a las cercanías del paraíso o de sacar provecho de sus tan aclamadas “riquezas”? Para muchos cruzados un motivo preferido para la cruzada.

Hasta ahora los peregrinajes fueron pacíficos la que se expresó en los atributos de la alforja del peregrino y el bastón. No estaba prevista un arma para los peregrinos, ya que todo su peregrinaje debía servir para deshacerse de los pecados – uno de los muchos medios de la iglesia católica, hacer de la religión cristiana un gran negocio espiritual. Mediante esto se logró en forma excelente, darle a las cruzadas la correcta legitimación, declarando a los cruzados como peregrinos. Junto a los ya mencionados atributos, se le agregó la espada – y el “peregrinaje armado” el aliciente más efectivo, para motivar a los caballeros armados, marchar hacia Jerusalén. Los “argumentos” adecuados, para esto, lo encontró “san” Bernardo de Clairvaux, un fanático propagandista de las cruzadas: “Si eres un comerciante inteligente, toma la cruz, de modo que por todo lo que confesaras con el corazón arrepentido, recibas la absolución. La mercancía es barata, pero si es adquirida con convicción piadosa, entonces vale tanto como el reino de Dios”.

Con esto quedó perfecta la ideología de las cruzadas. El historiador Rudolf Pörtner, en su libro “Unternehmen Heiliges Grab” “El paladín salió como un peregrino bendecido y armado, para servir a su divino patrón, el rey de los cielos Cristo, combatir por él, y se fuese necesario morir también por él. Como compensación el señor le otorga la vida eterna mediante la iglesia, siempre y cuando haya cumplido con su encargo, y liberado a la dorada Jerusalén de los infieles, y por añadidura también obtenía poder, una carrera y reputación”, Con esto estaban permitidos todos los medios. Lo que hasta ahora era considerado pecado, asesinato, matanza, violación, fraude y depravación, ya no afectaba a su conciencia, y quedaba libre de todo castigo infernal, ya que todo ciertamente estaba cubierto por la santificación de las cruzadas.

La conclusión es estremecedora: De una enseñanza de la paz, del amor al prójimo y de la no violencia se obtuvo una enseñanza de la guerra, del odio al prójimo y del la violencia. ¡Qué perversión del verdadero cristianismo!

En su famoso discurso, en el sínodo de Clermont 1059, el papa Urbano II, expuso todos sus cartas de su ideología de las cruzadas, frente a los aristócratas, clérigos y al pueblo reunido, a las personas hechas, por la iglesia, adictas a la salvación, mediante su catálogo del pecado hereditario y demás faltas, el prometido gozo celestial, les debe haber sonado como coros de ángeles. Por otro lado también estimuló el odio por la desmedido vilipendio contra aquellos, contra los cuales iban dirigidas las cruzadas, los sarracenos (musulmanes), ya que éstos habían conquistado la Tierra Santa y “profanado” los lugares santos.

Urbano II no dudó, exponer historias de horror, que hoy la investigación ha desenmascarado como mentiras. Los cristianos habrían sido obligados por los “perros, ladrones, asaltantes, incendiarios, y asesinos”, negar a Dios. Los que se opusieron habrían sido martirizados y asesinado. Todo esto causó una mezcla psicológica de una artificialmente creada adicción a la salvación y una comprimida agresión, justo la correcta energía (negativa), para una cruzada. “Dios lo quiere” – con esto, el papa, eliminó las últimas dudas de una posible inmoralidad de la guerra.






















Cristo como líder, guía al ejército de los cruzados: La total falsificación del cristianismo

La maniobra engañosa del papa Urbano

En las clases de historia en el colegio se enseñó, que el emperador de Constantinopla, Alexios I, pidió ayuda a Roma, debido a que los selyúcidas turcos, estaban amenazando a la ciudad junto al Bósforo y con esto al imperio Bizantino, después que habían conquistado a la Tierra santa. ¿Pero también se caviló, porqué Urbano II, no envió a los cruzados hacia Bizancio, si no, directamente a Jerusalén, dejando de lado a la ciudad amenazada? Para esto había varias razones. Para empezar, la iglesia en internamente, tiempos de Urbano, estaba totalmente secularizada y desordenada. Los cargos eran comprables, los jerarcas eclesiales vivían en concubinato. Una cruzada, calculaba el papa, debía tener un efecto, para distraer de la corrupción existente y lograr una liberación. Además le trajo al papa un enorme prestigio, pues ahora era e, comandante simbólico de una enorme fuerza combatiente, que le era totalmente obediente. Adicionalmente, mediante la conquista de Palestina y los lugares santos de la cristiandad, que hasta ahora le pertenecían al imperio bizantino, y que con esto estaban en el ámbito de influencia de la iglesia ortodoxa griega y que le daba la oportunidad a la iglesia católica romana de reunificarse con la iglesia separada – naturalmente bajo la tutela de la iglesia católica.

El sueño de un gran imperio mundano bajo el gobierno del papa, estaba al alcance de la mano, porque se ha ganado una ventajosa base de poder.





























La prédica de la cruzada del papa Urbano II en Clermont: “Dios lo quiere”

¿Hubiese sido posible una solución pacífica entre todas las religiones participantes en la ciudad de Jerusalén? La investigación está de acuerdo, que mediante acuerdos políticos internacionales de los peregrinos de las tres religiones, que allí veneran a sus lugares sagrados, habrían permanecido inalterados – si se hubiera querido.


















El cuadro muestra la primera cruzada de 1096-1099

Tampoco pasó desapercibida, la política tolerante del sultán Saladino frente a la población cristiana y judía, incluso llegó a ser proverbial. Saladino s un rescate sólo exigía a los cristianos pero les otorgó libertad religiosa. Tampoco fueron detenidos los peregrinajes de los cristianos, sólo dificultados en, los caminos por tierra, pero seguía posible por vía marítima.

La guerra contra los musulmanes, sin embargo, era un deber cristiano sagrado. No estaba prevista la paz en la doctrina de la “guerra santa”. Quién no cumplía su voto como cruzado, era condenado por el papa con la excomunión y la pérdida de la remisión de los pecados. Cuando el mismo emperador Federico II con el sultán al-Kamil aseguraba por vía diplomática, el dominio de los cruzados sobre Jerusalén, fue castigado por el papa el anatema. La guerra les servía a los estrategas belicosos como motivo existencial de las cruzadas.

Una cadena de orgías de violencia

El discurso de Urbano desencadenó en el pueblo un a inmensa ira contra los distintos pensantes, que primero generó en forma espontánea persecuciones contra los judíos en el imperio alemán. Decenas de miles fueron víctimas de la histeria religiosa. Con la arenga “bautismo o muerte”, los caballeros degradaos a bandidos y asesinos, seguidos por el populacho, en Worms, Mainz, Trier y Bamberg, atacaron a aquellos, cuyos “ancestros, una vez, habían clavado al Salvador en la cruz”. Las sinagogas fueron quemadas, saqueadas las casas, y preciados bienes transformados en sonoras monedas, ya que esto daba el capital necesario para la cruzada.

También la siguiente, la tal llamada cruzada popular, fue un producto de una psicosis colectiva generalizada. Auto denominados lideres cruzados, como Walter “Sans Avoir” (Pobretón), o Peter von Amiens “el ermitaño”, un fanático predicador ambulante, recorría todo el país, llamando a los más pobres de los pobres, con el lema, que también convencían al más tonto: El que toma sobre sí el sufrimiento de Cristo u lo emula, será compensado por el cielo y bendecido con riquezas. Un ejército de lumpen, mendigos, asesinos, prostitutas, campesinos fugitivos, ciudadanos degenerados con mujeres y niños, mal equipados, unos 20 000 se abalanzó contra Bizancio, hasta que finalmente en Nicea en la costa de Asia menor fueron masacrados por los selyúcidas. Para el emperador de Bizancio, esto no podría ser más que justo, ya que esperado una poderosa fuerza militar. En vez de esto, esta horda muerta de hambre, saqueaba, quemaba y asesinaba, para mantenerse apenas vivo

Un destino parecido los sufrió la “cruzada infantil” de 1212. También aquí una masa de adolescentes y niños seguían a un trastornado predicador de 12 años, que creía que podía conquistar a Jerusalén sin armas, y que el mar se iba a separar, se él lo pisaba. Pero como el mediterráneo no se abrió, muchos niños ya en los puertos del Mediterráneo fuer cayeron en las manos de esclavistas.

Las cruzadas regulares de los caballeros armados, de distintas naciones, siete en total, que se desarrollaron entre 1096 – 1270, no fueron más que una cadena de violentas orgías, donde hay que considerar como la peor, la conquista de Jerusalén. De los 50 000 caballeros normandos, de Lorena, Flandes e italianos, sobrevivieron a las dificultades, sólo durante el acerca

A pesar de su total agotamiento, los cruzados, bajo el liderazgo de Godofredo de Bouillon, el posterior rey de Jerusalén, la conquista de la bien defendida ciudad. Las privaciones y el odio acumulado contra los “no creyentes”, se descargaron en una incomparable masacre. Fuente árabes hablen de 70 000 personas que fueron asesinadas. Aquí los cruzados en su vorágine de sangre, no hacían distinción entre musulmanes, judíos y sus esposas e hijos. Como se sabe hoy también fueron masacrados cristianos residentes. Según relatos, a los cruzados, la sangre les llegaba hasta los tobillos y los caballos hasta las articulaciones de las rodillas.

Una exitosa “limpieza de la ciudad de incrédulos” lo llama a este crimen, Foucher de Chartres, uno de los numerosos cronistas. Como correspondía a los devotos cristianos, a continuación de estas masacres, se realizó una misa en agradecimiento en la iglesia del santo sepulcro – en “radiantes blancas vestimentas de lino”, relata el cronista.

Armas de alta tecnología, terror psicológico, y magia

Las terroríficas armas, que se emplearon en esta guerra, eran iguales en ambos bandos, de los cristianos y los musulmanes. A decir verdad, los musulmanes también combatían una “guerra santa” contra los “infieles” y cumplían con la voluntad de Dios, según las instrucciones de Mahoma en el Corán. Mientras los cristianos empleaban máquinas de asedio, los musulmanes amenazaban a sus enemigos con armas balísticas de alta tecnología. Bombas incendiarias (fuego griego), proyectiles llenos de serpientes y escorpiones, también emplearon agentes nerviosos, por ejemplo un proyectil lleno con opioides. Un arma de terror psicológico por los cristianos, causaba miedo y terror entre los musulmanes, pero luego imitaron estos medios combativos: Cabezas cortadas de los prisioneros fueron lanzados sobre los muros de la ciudad asediada.




























Excesos de la crueldad, cruzados y los musulmanes se bombardeaban con cabezas cortadas





















Invento del terror: Armas de alta tecnología. Aquí un croquis de una granada con sustancias químicas

Pata aumentar el entusiasmo de los caballeros cruzados, los pastores espirituales no raras veces empleaban medios de magia de la iglesia católica, “los milagros celestiales” y “las visibles señales de Dios”. Visiones del “Cristo combatiente y victorioso” con sus “huestes celestiales”, fueron captados de repente. Reliquias traídas actuaban del psicotrópicos y astutas puestas en escenas de milagros, como el “sorprendente descubrimiento” de la “lanza sagrada” antes de la batalla de la ciudad de Antioquia incitaban a los combatientes y los encaminaron a máximos rendimientos en la matanza. Bochornoso era que existían varios ejemplares de estas lanzas y que posteriormente este engaños fue descubierto por creyentes crítico.

Los estados cruzados – no eran estados modelos cristianos

En los cuatro estados cruzados, creados después de la conquista de Jerusalén, existía todo menos justicia cristiana. La injusta estructura feudal del occidente fue importado en el oriente: Pocos condes, barones y obispos gobernaban sobre la masa de los nativos musulmanes y los cristianos ya existentes anteriormente. Los tributos eran elevados, lo que más amargaba a los súbditos cristianos. Numerosos caballeros seculares y espirituales mantenían esclavos y según el ejemplo oriental, segundas esposas y concubinas. En general el estilo de vida de los señores fue laxo. Muchos adaptaron modos orientales, se vestían a la usanza oriental, mantenían buenos contactos con musulmanes de la misma clase, de manera que, como lo relatan los cronistas, ya no fue posible distinguir entre paganos y cristianos y muchos caballeros cruzados entraron en duda, para qué fue toda esta guerra.

A pesar de todo esto: La iglesia y la política exigían esta guerra. La razón de esta última, debido a que el rey de Jerusalén, elegido por los caballeros feudales, a quienes las daba la tierra para su usufructo, tenía que mantener sujetos constantemente, por la amenazantes rebeliones de los señores feudales, hambrientos de poder. De que otra manera podía atar a sí a la aristocracia, que con acciones de guerra en forma de incursiones de saqueos en la Tierra santa – y esto muchas veces, en medio de la paz. Además esto permitía llenar la constante vacía caja del erario nacional.- Sin paz en la palestina conquistada:

Un rol especial jugaban los caballeros de las diversas órdenes. ¿Quién no conoce a los caballeros de la orden de Malta y de los Johanitas, que llegan rápidamente con sus vehículos de emergencia a los lugares de accidentes dando los primeros auxilios? Estas “órdenes médicas” sólo auxiliaban a sus hermanos cristianos. Para los “incrédulos” tenían previsto la espada y los mandaban a la muerte. Estos monjes en sus cotas de mallas, comprometidos con la castidad y la pobreza, eran considerados como combatientes duros e implacables.


























Nada de paz en la palestina conquistada: Desde estos castillos se realizaban constantes campañas militares contra los musulmanes e incursiones de saqueo contra las caravanas con mercancías.

Logros culturales a un alto precio

Cuando llegaron a conocer a la tierra Santa, sze sorprendieron los cruzados: En vez de encontrarse con “perros, ladrones, asaltantes, incendiarios, asesinos” que no se merecían una resucitación, que eran considerados como paja para el fuego del infierno” (Urbano II) y la supuesta manera primitiva de vivir, los caballeros fueron confrontados con una alta civilización, que no se podía medir de ninguna manera con la del occidente: Lujosos baños públicos, hospitales perfectamente equipados, escuelas, universidades, una medicina efectiva, equipos de precisión como el astrolabio, el sistema numérico lógico árabe, muebles fimos, telas, condimentos, esencias de perfumes, todo desconocido hasta ahora en el occidente. También en los suntuosos castillos en Francia, Alemania, o en Italia la vida parecía ser primitiva, sucia y pobre en comodidades.

La importación del bien cultural oriental, hacia el occidente se le reconocía como bien designada “logra de las cruzadas”. ¿Pero a qué precio se llegó a su uso y disfrute? La sombre de la muerte, destrucción y odio lo oscureció todo.

El resultado: Un fracaso con graves consecuencias hasta hoy

Aproximadamente participaron un millón de personas en las cruzadas, de acuerdo a cuidadosas estimaciones 800 000 eran cristianos y 3 a 4 millones pertenecientes a otros pueblos y religiones. El país conquistado Palestina se perdió, los estados cruzados se desintegraron, el dominio musulmán se afirmó, la chance de una pacifica penetración de las culturas, un intercambio fructífero de las religiones, una propagación de la ética cristina del amor al prójimo, se perdió. El escritor libanés Amin Maalouf escribió al respecto: “Los horrores de las cruzadas aún hoy son percibidos como una violación, como una humillación”. La relación de las tres religiones mundiales, cristianismo, judaísmo, islam fueron gravemente contaminados.





































El enemigo de la fe, el islam, poseía un alto nivel cultural: Astrónomos se ocupaban del astrolabio, un instrumento que permite medir la ubicación de las estrella para la navegación, fue inventado en Arabia
























Un cristiano y un musulmán jugando al ajedrez: Así pudo haber sido también el encuentro de ambas religiones y culturas

Ningún jerarca eclesiástico ha podido decidirse hasta ahora, para pedir perdón por este mega-crimen de la iglesia. Tampoco Juan Pablo II, durante su visita a la mezquita de los Omeyas en Damasco en 2001. Sólo hizo un llamado al “diálogo de las religiones”, para “evitar conflictos”. Los conflictos se evitan si se reconocen los crímenes cometidos y se pide perdón. Una inscripción conmemorativa en un posible “monumento a la memoria de las víctimas de la iglesia”, se merecen en todo caso las víctimas de las cruzadas.

¿La iglesia aprendió algo del fracaso de las cruzadas? Ella continuó con sus cruzadas contra supuestos incrédulos: Contra los cátaros, valdenses, eslavos, prusianos, lituanos y husitas y muchos otros pueblos más, movimientos y comunidades religiosas que no se sometieron a la iglesia ¿Y hoy? El presidente de los EEUU George W. Bush, después del ataque del 11 de Septiembre del 2001, habló de una cruzada, que había que realizar para salvar a la civilización. ¿Supo de lo que estaba hablando?

También los radicales fundamentalistas entre los musulmanes hablan hoy de una “guerra santa”. En actos suicidas desquiciado, voluntarios buscan la muerte y esperan un lugar en el cielo como premio. También usan constantemente los vocablos “Caballeros cruzados”. El científico islamista Bassam Tibi en la universidad de Göttingen, explica: “El odio al occidente como civilización de los cruzados, formó y da forma, a la visión islámica del mundo hasta hoy. Así es comprensible, que los combatientes religiosos quieren liberar al islam de los cruzados”. El Corán los confirma esto: “Aquellos que son creyentes, combaten por la voluntad de Dios, aquellos que son infieles, lo son por los ídolos”. Así se da vuelta la historia, ya que los cruzados lo veían una vez de este modo. La guerra religiosa se está librando de nuevo y se extenderá, hasta que en la cabeza de los creyentes eclesiales cristianos se haya generado la revolución espiritual y vuelve definitivamente del cambio hacia el arado de la espada

Traducido del alemán por aagb Marzo 2010
Con la gentil autirizacion de Ulf Mattiesen "Die Verbrechen der Kirche

2 comentarios:

Alexánder dijo...

En el campo de la religión, las creencias equivocadas han causado mucho daño a lo largo de la historia. Considere los horrores que provocaron los dirigentes eclesiásticos durante la Edad Media, cuando en las llamadas Santas Cruzadas “incitaron a la violencia despiadada a los exaltados cristianos”. Y qué decir de los “cristianos” combatientes en cierta guerra civil de la actualidad, los cuales “pegaban estampas de la Virgen en la culata de sus rifles, tal como los guerreros medievales llevaban nombres de santos en la empuñadura de la espada”. Aunque todos estos fanáticos pensaban que les asistía la razón, resulta obvio que, tanto en estas como en otras luchas y contiendas religiosas, algo estaba francamente mal.
¿Por qué hay tanta confusión y conflictos? La respuesta que da la Biblia es que Satanás “está extraviando a toda la tierra habitada” (Revelación [Apocalipsis] 12:9; 2 Corintios 4:4; 11:3). El apóstol Pablo advirtió que, lamentablemente, el Diablo engañaría a muchas personas de inclinación religiosa con “todo un despliegue de fuerza y falsos portentos y prodigios”, colocándolas en un “camino de perdición”. Pablo añadió que “al no haber querido hacer suyo el amor a la verdad que había de salvarlos”, tales individuos caerían víctimas de “un poder seductor, de forma que [harían] suya la mentira” (2 Tesalonicenses 2:9-12, La Biblia interconfesional)

Albrecht Gundelach dijo...

Alexander, escribes de “creencias equivocadas”. No existe ningún argumento realmente válido, para que alguna religión pueda decir, lo que yo creo es la verdad, por la simple razón, que una verdad no se basa en creencias.