Ateísmo.
La razón duda, juzga y se somete a Dios
Por Joan Figuerola
R: Ya el título es erróneo, siempre es razonable cuestionarse todas las
cosas y por lo tanto juzga si algo es atinado o no, pero no se somete a un dios.
“Vas a realizar una acción
virtuosa y, sin embargo, no crees en la virtud: eso es lo que te irrita y te
atormenta” (Dostoievski, Los hermanos Karamazov). El orgullo de Iván
ilustra, quizá, la esencia misma del ateísmo.
R: El orgullo de los ateos es que hemos logrado superar la necesidad de
creer en un dios, y liberarnos de las imposiciones que las religiones hacen en
nombro del dios correspondiente. Los ateos nos hemos liberado de de las
doctrinas impositivas a las cuales, los respectivos jerarcas, quieren someter a la humanidad.
El ateo puro, aquel que lleva la insubordinación metafísica del ser
hasta las últimas consecuencias, no niega a Dios en cuanto Dios, sino la
omnipotencia divina en el devenir del hombre, cuyo acto redentor, la salvación,
exaspera. El ateo se subleva y, conocedor de que la humanidad se torna incomprensible
para el hombre sin el fundamento al que se refiere y explica, anhela un orden
nuevo que sea la demanda y, al mismo tiempo, la apostilla de su enaltecimiento.
R: Los ateos no nos subordinamos a lo sobre natural. A lo que nos
atendemos son las leyes que nosotros mismos nos damos en forma libre y
democrática. Rechazamos todo tipo de obediencia de tipo religioso, o de
cualquier otra ideología. Los ateos afirmamos que la existencia de un dios es
prácticamente nula. Ningún dios ha intervenido o interviene en el devenir de la
humanidad, hasta ahora no existe ninguna evidencia de esto. Los ateos tampoco
buscamos ser redimidos o salvados, porque esto es sólo un concepto teológico
con el cual las religiones justifican su supuesta necesidad de su existencia.
Los ateos nos sublevamos contra las dictaduras de las iglesias, contra su
reivindicación de ser las rectoras sobre el comportamiento humano. Ser los
dueños exclusivos de la verdad y de la moral.
Anhelamos una libre supremacía del humanismo secular sobre las ataduras
inquisitivas y dogmáticas que imponen las religiones a sus respectivos
seguidores.
Este sujeto, lo apunta bien Albert Camus en El hombre rebelde,
es más blasfemo que ateo; más que una negación de Dios establece una denuncia
al Creador de un orden que causa irritación y del cual quiere desligar su
ontológica naturaleza al entenderla como una simple relación de superioridad y
sumisión. Este hombre quiere vencer a Dios, lo vemos hoy en los textos de los
cuatro jinetes del ateísmo: Dawkins, Dennet, Harris y el difunto Hitchens, y
para ello pretende desligarlo del devenir humano creyéndose, con una fe ciega
más que con una razón abierta y conocedora de sus posibilidades y limitaciones,
que todo está en sus manos.
R: Los ateos y los humanistas nos
rebelamos, contra dictámenes impuestos por personas que, según su auto
definición, lo hacen en nombre de un supuesto dios en el cual ellos dicen
creer. Al convertirnos en ateos nos desligamos de ser sometidos a las
doctrinas. Dogmas e imposiciones de las organizaciones religiosas y sus
diferentes iglesias. Ningún ateo, y tampoco los “4 jinetes del ateísmo”, nos
“desligamos con una fe ciega” de la ideas dios, sino por la razón lógica que
nos dan las ciencias naturales, tampoco afirmaos,” que todo está en nuestras manos”.
El ateo, olvida que el hombre mismo, como naturaleza y persona, está
sujeto a su conducta moral y al juicio de Dios y, consecuentemente, que su
elección le conduce a la salvación o a la zozobra.
R: Nosotros los humanos estamos sujetos a las leyes y las normas morales
que nosotros mismos en forma consensuada y democrática nos damos en las
diferentes sociedades en la cuales vivimos, y rechazamos, enfáticamente toda
imposición moral proveniente de una religión, ya que estas se basan en premios
o castigos, lo que convierte esta moral en lo contrario, en una total
inmoralidad.
En Sentido teológico de la muerte Karl rahner
argumenta, al hilo de la rebelión metafísica contra el sufrimiento de vivir y
de morir que comenta Albert Camus enEl hombre rebelde, que la concepción
de la vida y de la muerte puede vivirse durante el transcurso de la existencia
como pecado mortal cuando “el hombre no acepta ya la abertura de la muerte
hacia Dios en quien radica su carácter oculto”. El ateo cae en
pecado porque rechaza la invitación a la vocación que Dios tiene preparada para
él en la vida y después de la muerte.
R: Para la iglesia católica no someterse a ella, a sus doctrinas y
dogmas.
375 – Existe sólo u n a Iglesia general de los
creyentes. Fuera de ella nadie será salvo. En ella Jesucristo es sacerdote y
víctima al mismo tiempo.
381 – [La santa Iglesia romana, fundada por la palabra
de nuestro Señor y Salvador,] cree firmemente, confiesa y anuncia, que “nadie,
fuera de la Iglesia católica, ni pagano, ni judío, ni incrédulos o separados de
la unidad - será partícipe de la vida eterna, más bien caerá en el fuego
eterno, que le es preparado al diablo y a sus ángeles, si no se adhiere a ella
(La Iglesia) antes de la muerte. Tanto significa la unidad del cuerpo de la
Iglesia, que los sacramentos eclesiásticos sólo sirven para la salvación a
aquellos, que permanecen en ella, y que sólo ellos logran la merced de la
eterna vida mediante el ayuno, limosnas, otras obras piadosas y el servicio
militar de la vida cristiana. “Se pueden dar las limosnas que se quieran,
incluso derramar su sangre en el nombre de Cristo, no podrá ser salvo, si no
permanece en el seno y en la unidad de la Iglesia católica” (Fulgencio).
(Documentos originales, recapitulados y editados por Josef Neuner, Heinrich
Roos, Karl Rahner y Karlheinz Weger en: La fe de la Iglesia en los documentos
de la anunciación de las enseñanzas).
Los ateos no somos pecadores, no somos religiosos.
El ateo cava su propia fosa en el intento de eludir el destino.
R: Los ateos nos forjamos nuestros propios destinos, de acuerdo a
nuestras capacidades y al entorno en el cual crecimos.
Metafísicamente es tan poco sustancial la
afirmación “Dios ha muerto” o “Dios no existe” como sostener que el hombre
puede alcanzar su fin sin Él.
R: para afirmar que Dios ha muerto o que no existe primero debemos saber si existe, pero no existe ninguna evidencia de
que algún dios existe o haya realmente existido alguna vez.
Ciertamente, es posible que alguien viva con la consideración de que Dios
no se manifiesta a la conciencia (Dostoievski, Crimen y castigo),
pero tal elección no hace más que convertir al hombre en una fugaz ciudadela
cuyas espléndidas murallas, erigidas por la vana insurrección, se desprenden
llegado el momento, como bien saben Sartre y Camus, pues el hombre no se puede
entregar al azar ni puede contradecir perennemente la existencia de la realidad
superior que es el Ser personal de Dios.
R: Los ateos vivimos sin la necesidad de creer en alguna divinidad. Sólo
los recién nacidos están entregados a la suerte de la calidad de sus padres,
ellos no los eligieron.
No existe una realidad superior o sobrenatural, y si existiera no tenemos
ninguna posibilidad de conocerla, puesto que lo metafísico no interactúa con la
naturaleza. Por lo tanto si existiera es totalmente irrelevante para nosotros
los humanos.
Dios no es una ilusión, su supuesta defenestración no es causa de la
razón pura (Richard Dawkins) ni de ningún valor moral (Iván Karamazov), sino de
la cerrazón: La racionalidad de la razón no puede darse por supuesta sino que “hay
que saber dudar donde es necesario, asegurarse donde es necesario, sometiéndose
donde es necesario. Quien no lo hace no escucha la fuerza de la razón. Los hay
que pecan contra estos principios: o bien aseverándolo todo como demostrativo,
por no entender de demostraciones; o bien dudando de todo por no saber dónde
hay que someterse; o bien sometiéndose a todo, por no saber dónde hay que
juzgar” (Blaise Pascal, Pensées, 268).
R: Siempre hay que cuestionarse o poner en duda afirmaciones que no
tienen un argumento sólido, siempre hay que asegurarse que algo que se afirma
sea comprobado, lo que no se puede comprobar siempre va a ser dudoso. Uno automáticamente se somete a lo que es lógico, por ejemplo las matemáticas –
es una tontera rebelarse contra 2 + 2 = 4 y afirmar que es 5. Pascal dice: “por no entender de
demostraciones” , sin embargo hay muchas personas que simplemente no quieren
entender demostraciones, porque, como dijo Carl Sagan, tienen una tremenda
necesidad de creer. Para estos la creencia o la fe, que es lo mismo, tiene más importancia que cualquier evidencia.
Lamentablemente y muy a pesar de que Dios sólo se hace accesible a la
razón del hombre y que la fe es un acto de la totalidad del yo que exige
siempre ser pensada de nuevo y, de nuevo, manifestada – no es un creer a ciegas – (Joseph
Ratzinger, Introducción al cristianismo) existe la negación fruto
de la libertad que Dios confiere a la persona: siempre y en todos los tiempos
hay un Iván que grita: “Mi indignación – hacia Dios – subsistirá
aunque me equivoque, aunque Dios existiese”.
R: Es justamente lo contrario Dios no se hace accesible por la razón
sino por la irracionalidad. Los que razonamos desechamos la idea de dios por ser
irracional, Una creencia no se basa en una realidad, si fuese así no dirían “yo
creo” -. Si la fe no fuese ciega los creyentes dirían “yo sé” . Los cristianos constantemente
repiten su Credo, que comienza así:
Creo en Dios, Padre Todopoderoso Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo,
su único Hijo,
Nuestro Señor, etc.
No hablan de su confesión de cognición. No dicen: “Yo sé que Dios, Padre
Todopoderoso existe.”
Pero esta negación no es ninguna
victoria, al contrario.
R: Si es una victoria, una victoria sobre la superstición, una victoria
sobre el engaño, una victoria sobre la ignorancia, una victoria del raciocinio
lógico.
Si bien el hombre puede escoger su forma de vida, no es menos cierto que
se siente requerido a escoger lo mejor, y esto mejor ya no es algo que reste a
su arbitrio: “si quieres realmente ser, tienes necesariamente que adoptar
una muy determinada forma de vida. Ahora, tú puedes, si quieres, no adoptarla y
decidir ser otra cosa que lo que tienes que ser. Mas entonces, sábelo, te
quedas sin ser nada, porque no puedes ser verdaderamente sino el que tienes que
ser, tu auténtico ser” (Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo).
R: Pero para esto no es necesaria la existencia
de un dios.
Fuente:
http://opusprima.wordpress.com
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