¿El ateo puede ser un hombre moral bueno?
Cada vez es más frecuente, en la muerte de los valores
absolutos, la consideración de que el ateo no sólo es “buena persona”, sino que
en una sociedad laica y democrática es el único individuo que puede serlo en
cuanto que el creyente es presa de la intolerancia, del fanatismo y, por
consiguiente, propenso a la violencia.
R: Para comenzar hay dejar en claro que no existen
valores absolutos.
Los ateos somos en el promedio igual que el resto de la humanidad. La
intolerancia y el fanatismo provienen de los creyentes. Son las creencias que
originan el fanatismo y la intolerancia. Y siempre las religiones fueron
propensas a la violencia, esto lo demuestra claramente la historia, tanto del
pasado cómo de la actualidad.
En la cultura actual,
especialmente en los medios de comunicación y en un estrato no académico, el
ateo es presentado como el prototipo e ideal de sujeto virtuoso.
R: Lo que realmente sucede es, que una gran mayoría
de personas virtuosas en todos los campos, tanto artísticos y científicos,
fueron y son ateos.
Cuántas veces se repite, a modo de evidencia, que no es
necesario creer en Dios para ser buena persona o que no todos los cristianos lo
son. Es más, ¿no se reitera en la idea de que es más meritorio ser bueno sin
esperar nada a cambio como en el caso de los ateos?
R: Los cristianos basan su moral en un eventual
premio o un castigo en el allende, y no por empatía con los demás. Actuar en
vista de un premio o de un castigo no es ser moral, es ser tremendamente
egoísta. Yo me porto bien porque si lo hago me van a dar un premio y si no me
porto bien recibiré un castigo.
En cambio el ateísmo, que basa sus normas morales en el humanismo secular.
Consideramos que el “mal” y el “bien” no tienen puntos de
referencia metafísicas.
Los humanistas rechazamos la reivindicación de las religiones a un
monopolio moral. Los humanistas sostenemos una ética secular que se basa en la
razón. La suposición, que “sin Dios todo está permitido” es igual una falacia
como la suposición, que “con Dios todo es moral”. Lo primero está refutado por
la ciencia y practica de la vivencia de millones de personas. Lo segundo es
desmentido por la historia de las religiones y su pasado reciente, de
manera que, los ejemplos no son necesarios.
El ateo, que se precia de ser un sujeto docto en el concepto
de religión en cuanto a objeto de estudio de la etnología, sólo alcanza una
idea abstracta de Dios obviando o desconociendo su realidad como ser personal,
requisito indispensable para entender que dicha verdad es el motor que hace
funcionar y dota de sentido la existencia.
R: ¿Qué tiene que ver la etnología en esto? Dios es
una idea abstracta y no una realidad, puesto que cada quien tiene su propio
concepto del dios en el cual cree. Para considerar a Dios cómo una verdad, debe
estar evidenciado, ¿pero cuál sería el sentido de la existencia del cosmos?
Desde esta
perspectiva ateísta uno de los requisitos fundamentales para ser buena persona
es la ausencia de obligaciones o coacciones por parte de agentes externos a la
persona, es decir, uno sólo puede ser bueno si no tiene obstáculos para hacer
lo que quiere.
R: Se actúa ética y moralmente no por una coerción
externa, sino por empatía hacia otras personas y al entorno que lo le rodea.
Actuar bien por coerción no es actuar
moralmente, sino por miedo.
Esta idea se cumple en el ateo ya que al encontrarse
desvinculado de Dios y de los dogmas de la religión está en total disposición
de obrar con el mayor altruismo posible. Esta percepción de la libertad, sin
embargo, es absolutamente negativa, en cuanto se entiende exclusivamente como
ausencia de coacción y no positivamente, como autoposesión de los actos con el
fin de autodestinarse hacia aquello que se quiere: el bien último.
R: Actuar con altruismo es una opción de cada uno.
Pero, los ateos si tenemos libertad para actuar, no estamos restringidos por
doctrinas y dogmas restrictivos. Y lo que hacemos no es a causa por algún tipo
de extorsión, actuamos porque nos sentimos libres para hacerlo. No cómo los
cristianos que actúan por imposición doctrinal.
Si a nivel social e individual se ha demostrado la
inviabilidad y la tragedia de la transmutación de los valores concretado
principalmente en los dos periodos de la gran guerra mundial que asoló el siglo
XX, en un cierto sector de la sociedad existe el convencimiento real de que el
hecho religioso es el principal y mayor obstáculo para la difusión de la
auténtica democracia entre los hombres y los estados.
R: No me queda muy claro lo que el autor quiso
decir aquí.
Por un lado habla de una transmutación de los valores ¿la transmutación de que
valores en qué? También habla de dos períodos de la gran guerra mundial, no me
queda claro que se refiere aquí. ¿Cuáles dos períodos? Por ende, las religiones
siempre han sido un obstáculo para la democracia.
De este modo, el ateismo no sólo es conforme con una vida
recta, sino que es el único modo de ser realmente moral.
R: Esto sí es cierto, puesto que no actuamos moral
y éticamente por imposiciones de alguna divinidad, sino por empatía a nuestros
congéneres y la naturaleza.
Así, la moral es
desvincula de modo absoluto de Dios y encuentra su único principio y piedra
angular en la razón del hombre.
R: Porque una verdadera moral se basa en el hombre
y no en los dictámenes de una religión. Los humanistas no ponemos a las
religiones como baluartes de la moral, sino al ser humano.
Por tanto, el ateo se
halla en mejores condiciones que el creyente para ser una persona moralmente
buena por su disposición natural a no someterse a ninguna coerción
extrínseca.
R: Cierto
Cuando nos disponemos a entablar diálogo con alguien que
sostiene o dice sostener una actitud atea ante la vida, de inmediato nos damos
cuenta de que se trata de un sujeto que no se responsabiliza de no conocer la
verdad, sino que se limita a negar a Dios culpabilizándolo de no mostrarse de
la manera concreta en que lo hacen los fenómenos sujetos a las leyes de la
materialidad física.
R: No tratamos de conocer “la verdad”, que no
existe, sino las verdades en base a los conocimientos científicos. ¿Por qué un
dios, que se supone es omnipotente, no se releva de tal manera que no quede
duda de su existencia, pudiéndolo hacer? ¡Ah, ya sé, él quiere que se crea en
el por fe! ¿A quién le dijo esto?
En este sentido
observamos que para el ateo, en su foro interno, existe una condena explícita a
Dios por haberle negado el conocimiento de la verdad.
R: No, esto es una ridiculez.
Sin embargo tanto la literatura – el Emilio de
Rousseau como Crimen y castigo de Dostoievski – como la vida misma
nos demuestran y enseñan que el único obstáculo real para evitar el mal es la
conciencia, ese sentimiento propio e interior de la persona inducido por el
conocimiento personal de Dios que nos conduce a actuar bien en el plano
práctico.
R: El
“bien” y el “mal” metafísicamente no tienen puntos de referencia. Hablar del
bien y del mal es una banalidad.
Nada en si es lo uno o lo otro, por ejemplo el fuego no es malo ni
bueno, puede ser las dos cosas al mismo tiempo, al igual que el agua o el
viento, por ejemplo.
La separación del bien y del mal proviene principalmente de las tres grandes
religiones monoteístas. Dios, lo bueno, el bien, Satanás lo malo, la maldad.
Estos dos entes imaginarios tampoco son lo uno o lo otro, tanto el dios de la
biblia y Satanás son ambas cosas. “Dios” no es netamente bueno ni “Satanás” es
la maldad absoluta.
Es erróneo preguntarse si el mal como tal existe, todas las cosas tienen sus
dos lados. No existe lo absolutamente malo o absolutamente bueno.
¿Se puede actuar bien moralmente sin reconocer la verdad
sobre la existencia de Dios? Es importante señalar que la razón por sí misma no
nos capacita para conocer cómo hemos de actuar de manera práctica ante un caso
determinado.
R: ¡¿Qué?! ¿Qué la razón por
sí misma no nos capacita para saber cómo
hemos de actuar? El razonamiento o la
razón, es la capacidad mental, que nos permite actuar de una manera adecuada
frente a un hecho determinado.
En el cristiano es la fe la que le ayuda a la razón a saber
cómo actuar en la vida práctica al orientar cada una de las acciones a Dios.
R: Mediante la fe, que no es otra cosa que creer,
con suerte eventualmente se puede lograr
algo.
Algo parecido acontece en el ateo – como bien vemos en
Kant – que si bien no tiene una relación personal con Dios, al que rechaza,
percibe en el concepto de absoluto al Dios viviente del Evangelio, si bien de
una manera abstracta y por herencia. Por tanto, convenimos que no existe una
moral fundamental y consistente que no sea cristiana,
R: ¿Que tiene que ver el concepto que tuvo Kant
sobre dios con que se conviene que no existe una moral fundamental y
consistente que no sea cristiana?
Aquí me hago eco de Bertrand Russell, quien dijo: “Afirmo deliberadamente que la religión cristiana, tal como está
organizada, ha sido y aún es el principal enemigo del progreso moral en el mundo”
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es más, todas las
éticas existentes son en mayor o menor medida una participación de la moral
cristiana en cuanto conciben la dignidad de la persona desde el punto de vista
del humanismo cristiano y de la ley natural.
R: La afirmación, que el cristianismo haya tenido
una influencia determinante sobre la moral, sólo puede mantenerse en pié, si se
ignoran o falsifican todas las evidencias históricas. (Bertrand Russell en “Porqué no soy cristiano”)
Lo he dicho muchas
veces conversando con ateos probos que buscan el conocimiento y,
consecuentemente la verdad: se crea o no se crea en Dios, se entre o no se
entre en relación sincera con Él, todos aquellos que buscan la verdad y obrar
acorde a ella son personas que sin saberlo son y viven de manera cristiana.
R: Nosotros los ateos no buscamos “la verdad”
buscamos verdades. Y no vivimos a la manera de los cristianos, sin o de acuerdo
a los conceptos del humanismo secular, que ética y moralmente son muy
superiores a las doctrinas supuestamente morales del cristianismo, rechazamos
todas las normas morales que provienen de una supuesta divinidad.
¿El ateo puede ser una persona buena moralmente? Ninguna
persona puede alcanzar mediante la sola razón lo que debe hacer en la vida
práctica sin conocer ni vivir las exigencias de la moral cristiana.
R: Una moral, cómo la cristiana, que se basa en
promesas de premios o en terribles castigos si se actúa moralmente o
amoralmente según los preceptos de esta religión no, es absolutamente
repudiable.
Al margen de teorías filosóficas la vida práctica exige que
el ser humano esté dotado de una existencia viable, dotada de un sentido
mediante el cual pueda orientarse y autodestinarse a su bien mayor. De lo
contrario, el ser humano no se desarrolla, al menos no como persona.
R: ¿Y qué sucede con los minusválidos, por ejemplo
personas con retraso mental? ¿Personas como estas, que no pueden desarrollarse
a su bien mayor, no son personas?
Entrar en relación con Dios no es una mera posibilidad, es
una exigencia intrínseca del mismo modo de ser del hombre.
R: ¿Por qué ha de ser una exigencia intrínseca, a
caso el autor de este artículo pretende volver
a encender las hogueras, para quemar a los herejes?
Los ateos nos hemos liberado de las supersticiones religiosas con sus absurdas
y nefastas doctrinas y dogmas.
La propia naturaleza
del ser humano está abierta a conocerse a sí misma mediante el conocimiento de
la verdad hacia la que se inclina como su bien mayor y último.
R: El ser humano puede conocerse a sí mismo, no
mediante “la verdad”, sino mediante los
conocimientos que nos proporcionan las ciencias naturales
El problema de la existencia de Dios no es que Dios, por
casualidad, no se revele al ateo, sino que más bien son la inteligencia y la
voluntad del ateo las que no se hallan en disposición de efectuar ese encuentro
y es que existe la posibilidad, y en realidad se da, de que la persona no
acepte la verdad y que incluso la rechace para sentirse libre de.
R: El problema de la existencia de Dios no lo
tenemos nosotros los ateos, sino ustedes los teístas, puesto que por mucho que
han y tratado y siguen tratando no logran demostrar que el dios en el cual
creen realmente existe. Hasta los más sofisticados argumentos que alguna vez
alguien haya esgrimido, han sido todos refutados. Si desde que el hombre
comenzó a creer en dioses, desde hace decenas de miles de años, hasta hoy, no
lo han logrado, tampoco lo van a lograr en los próximos siglos, por lo tanto a
la única conclusión que puedo llegar, es que los dioses no existen en la
realidad, estos sólo existen en las mentes de las personas que creen en ellos.
En este sentido, más que intelectual el rechazo de Dios es
consecuencia de una mala voluntad, de no querer alcanzar el bien último. Así,
por mucho que se quiera y aunque exteriormente percibamos como buenas acciones
de la persona atea, ya sea ayudar a una anciana a cruzar la calle o ceder el
asiento en el autobús a un hombre con el pie escayolado, para hablar
propiamente de acciones morales buenas es requisito indispensable obrar por
amor al fin último. Y esto también compete al cristiano, que muchas veces es
esclavo de la incoherencia entre la fe que profesa y su obrar, y ello porque
como en el caso del ateo, obvia el fin último.
R: Las bases en las cuales se cimenta la moral cristiana
y que quiere imponer cómo válidas, son totalmente inaceptables.
Fuente: https://opusprima.wordpress.com
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