Dios a la luz de la ciencia
Fernando Sols
Catedrático de Física de la Materia Condensada, Universidad Complutense de
Madrid
Publicado en www.catolicos-on-line.org el 6 de septiembre de 2010
Un adelanto informativo sobre el
próximo libro del físico británico Stephen Hawking, donde parece excluirse a
Dios como creador, ha reavivado el debate sobre la capacidad de la ciencia para
afirmar o negar la existencia de Dios. Los retazos de la argumentación de
Hawking que nos han llegado parecen bastante peregrinos pero no los voy a
analizar sin haber leído el libro. Prefiero hacer unas consideraciones
generales.
Existe una imagen difundida según
la cual la religión se basa en el misterio y retrocede a medida que la ciencia
avanza. Este mito del “dios de los agujeros” parece estar presente en aquellos
debates sobre ciencia y religión donde un hecho científico sorprendente, no
explicado (o aparentemente muy improbable), es un punto a favor de la religión,
mientras que un hecho científico explicado (o entendido como plausible) es un
punto a favor de la ciencia.
R: El “Mito” del dios de los agujeros, salió del
campo de los creacionistas y de los defensores del diseño inteligente (DI).
Puesto, donde las ciencias aún no tienen una explicación para un determinado
fenómeno natural, la mayoría de los representantes teístas que defiendan ambas
pseudoteorías lo intentan de explicar con el dios de la Biblia.
Esta concepción de la relación
entre ciencia y religión como una lucha de suma cero (una parte sólo gana si la
otra pierde) es errónea. La filosofía cristiana se basa más en certezas que en
misterios y, cuando hace referencia a estos últimos, se trata de misterios de
tipo teológico o filosófico, no de tipo científico.
R: La filosofía cristiana se basa en fe, y la fe no es otra cosa que creencia. Los
cristianos están convencidos que su fe es certera, pero una convicción no
demuestra, que lo que se cree que es real, sea cierto. Además los cristianos
constantemente afirman que los caminos de “Dios” son insondables, luego decir,
que la filosofía cristiana se basa en certezas en una falacia.
En un debate intelectual, es un
síntoma de inseguridad el recurso a la tergiversación del discurso del
adversario para convertirlo en algo fácilmente rebatible. El “dios tapa-agujeros”
es sin duda fácil de refutar, pero ése no es el Dios de la doctrina cristiana.
R: ¡Claro que es! La Biblia lo dice de forma muy
clara. Primero creó a los cielos y a la Tierra, la luz, las plantas los
animales, los humanos etc. Según estos textos, él es el creador de todas las
cosas. Según el creacionismo y el DI, los complejos irreducibles, cómo el
flagelo de las bacterias, no pudo haber sido causado por la evolución (lo que
es una afirmación totalmente falsa), entonces cabe preguntarse, ¿Quien fue? ¿Un
diseñador inteligente? ¿Y quién sería entonces ese diseñador inteligente, sino
el dios de la Biblia?
Si además, como ocurre a menudo,
la supuesta argumentación no se basa en conocimientos científicos contrastados
sino en especulaciones motivadas por prejuicios filosóficos, entonces la fragilidad
intelectual se manifiesta por partida doble.
R: Aquí depende quien es el que argumenta, si es un
científico o no. esto lo debió especificar el señor Sols. Un naturalista no
va a argumentar en base a especulaciones
y por prejuicios filosóficos. Generalmente son los teístas los que argumentan
especulativamente y en base a creencias infundadas.
Un ejemplo sería la pretensión de
que un universo con propiedades ‘a priori’ altamente improbables es necesario
para la existencia de Dios.
R: Un dios creador habría creado un universo con
propiedades por él predeterminadas, cómo alegan en especial los creacionistas
con respecto al origen de la Tierra.
Con ello se introduce, de forma
arbitraria, el “dios tapa-agujeros de las condiciones iniciales singulares”.
R: No son los científicos, que para explicar un
determinado evento, que científicamente aún no tiene una explicación, sino los
creacionistas y los defensores del DI, quienes para descalificar a los
desconocimientos científicos, aun existentes recurren al dios de los agujeros “fue Dios que lo hizo” o “es un diseño de una inteligencia superior”.
A continuación, se especula, por un prejuicio
filosófico, que, como nuestro universo no puede ser tan singular, en realidad
existen muchos otros universos con propiedades de todo tipo y que el nuestro es
uno sólo entre muchos posibles.
R: Sobre si existe un multiverso o no sólo se puede
especular, independientemente si es o no por un prejuicio filosófico. No
tenemos ni la más mínima chance de averiguar si existen o no otros universos.
Cualquier discusión sobre esto es irrelevante.
Con esta doble falacia, se pretende demostrar
la inexistencia de un dios que previamente ha sido inventado y, para colmo, se
presenta como un resultado de la ciencia.
R: Estas son imputaciones falsas y totalmente
antojadizas del señor Fernando Sols. Las ciencias naturales no se dedican a
investigar si existe o no un dios. Pero lo que sí es cierto es, que la idea
dios es un invento, porque si no existiríamos los humanos, tampoco existirían
los dioses.
Lo cierto es que la existencia de
Dios no requiere un universo con un comienzo singular, aunque éste pueda ser
sugerente.
R: Aquí cabe preguntarse: ¿Si no existiera el
universo o varios universos, para que entonces la existencia de un dios?
Por otro lado, si existieran otros universos
diferentes, el “multiverso” resultante no sería más que un universo más grande.
R: Multiverso no es similar a un universo más
grande, “multi” significa muchos.
Si además se adujera que, por construcción, no
podemos comunicarnos con los otros “universos”, entonces éstos ya no serían
objeto de la ciencia sino de la mera especulación.
R: Esta aseveración es totalmente superflua.
Una cuestión central que conviene
recordar es que lo más sorprendente de todo es que exista algo en vez de nada
(y ese algo incluye las leyes de la física).
R: La famosa pregunta de Gottfried W. Leibniz, ¿Por qué existe algo en vez de nada? Una
pregunta filosófica. Pero esto no tiene nadad que ver si existen o no leyes
naturales.
Esta es en esencia la tercera vía de Santo
Tomás, que sugiere la existencia de un Dios creador. Este creador es sin duda
poderoso, pero ¿es inteligente?
R: La cinco vías de Tomás de Aquino ya han sido
refutadas en repetidas ocasiones, tanto por científicos y también teólogos No
existe un creador poderoso y si existiera no sería e inteligente. Un creador
inteligente no hubiera creado vida en un planeta tan enclenque, donde dos
tercias partes están cubiertas por agua, inervible para el consumo de muchos de
los seres que la habitan.
Hagamos el siguiente experimento
imaginario: supongamos que no sabemos nada de física pero que ponen a nuestra disposición
un ordenador muy potente con el que podemos simular una realidad con unas leyes
inventadas por nosotros que además podemos saltarnos cuando queremos. ¿Qué se
nos ocurriría? Probablemente el resultado sería algo como Harry Potter, o
Matrix, donde suceden cosas absurdas, sin regularidad, fruto de nuestro
arbitrio. Los antiguos no conocían las leyes de la física y pensaban que los
fenómenos naturales eran caprichos de los dioses. Por lo que hoy sabemos, el
Dios que ha creado el Universo es bastante más sutil que todo eso.
R: ¿A caso en los relatos bíblicos no aparecen
cosas totalmente absurdas cómo?: Una< Virgen que pare; un hombre que camina
sobre el agua; otro hombre que al levantar un bastón hace que el mar se abre; y un montón de otros
cosas irracionales más. Tan o más disparatados como Harry Potter y Matrix (No
vi ni leí las novelas de Harry Potter y tampoco Matrix).
La ciencia nos proporciona un
conocimiento sofisticado de la realidad material. Hoy sabemos sobre ésta mucho
más que hace mil años. Conocemos las leyes de la física: las cuatro fuerzas,
que quizás algún día sean una sola, con sus finas simetrías; la mecánica
cuántica y la dinámica no lineal, con sus correlaciones no locales y su dosis
de indeterminismo; la irreversibilidad del tiempo, caracterizada por el aumento
de la entropía. Aunque no entendemos todos los detalles, sabemos que esas leyes
permiten el desarrollo de un universo portentoso donde emerge la compleja
materia biológica que incluye esa mente humana que a su vez es capaz de
descubrir la ciencia, las matemáticas, la filosofía y el arte.
R: En realidad lo que hasta ahora sabemos, sólo se
ha desarrollado vida en este planeta.
En ese experimento imaginario,
¿se nos habrían ocurrido a nosotros esas leyes que, con un reducido número de
ecuaciones y reglas, permiten la generación de una realidad tan asombrosa como
la arriba descrita?
R: Sobre lo que son las leyes naturales, existe un concepto
errado generalizado. No es al estilo de un decreto, por ejemplo: “Decreto que la nieve a partir de este momento
será de color blanco por todos los tiempos. Amén.” o “Determino que el agua a cierta temperatura se convertirá en vapor, así
sea”. Una ley natural es una regularidad que se repite en la naturaleza
bajo condiciones iguales o similares y que se pueden expresar mediante fórmulas
o ecuaciones matemáticas.
Una realidad en la que resulta también posible
que determinismo e indeterminismo se combinen para dar cabida, por un lado, a
la regularidad de muchos fenómenos (regularidad que eventualmente permite a un
ser inteligente desvelar las claves de la naturaleza) y, por otro, a la acción
de la libertad y la providencia, y del elusivo azar.
R: Me voy a explicar mediante un ejemplo: “¿Si una hoja en otoño se
desprende de un árbol cae en un lugar determinado, es por casualidad, o sea por
indeterminismo, o porque sigue de terminadas leyes físicas, determinismo? Yo
diría por determinismo, porque se conjugan una serie de condiciones, la forma
de la hoja, la velocidad del viento, la altura de la cual cae, el peso de la hoja,
la humedad del ambiente, la temperatura del momento, etc., todos estos factores
y muchos otros más, determinan que la hoja se deposita en un lugar determinado
en el suelo.
Louis Pasteur, padre de la
medicina moderna, decía: “Un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia
devuelve a Él”. Hoy más que nunca podemos hacer nuestra esa afirmación y
recordar el texto de San Pablo: “Porque lo invisible de Dios, desde la creación
del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno
y su divinidad” (Rm 1, 20).
R: Louis Pasteur, no fue el padre de la medicina,
ni siquiera era médico, era químico. Ahora que Pasteur haya creído en “Dios” es
irrelevante.
Los cristianos no deben temer la
investigación científica cuando ésta se realiza e interpreta correctamente. Nos
lo recuerda la constitución pastoral Gaudium et Spes (Vaticano II): “La
investigación metódica en todos los campos del saber y conforme a las normas
morales, nunca será realmente contraria a la fe, porque las realidades profanas
y las de la fe tienen origen en un mismo Dios.”
R: La iglesia católica sólo autoriza investigaciones de sus científicos si
estas concuerdan con la doctrina de la iglesia. Un investigador católico que se
dedica a investigas asuntos, que van contra los dictámenes del Vaticano, se
puede ver expuesto a severos castigos, por ejemplo suspenderlo como catedrático,
de alguna universidad católica, incluso ser excomulgado.
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